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Steve Vai agota el papel en Jazz San Javier

Steve Vai con su guitarra iluminada | GOIO VILLANUEVA

Andrés Garrido

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El rock es una de las variantes que surgieron del blues y éste, del jazz. Les recuerdo esto para que comprueben que siempre hay un vínculo con esta música que nace en los Estados Unidos producto de muchas culturas y tendencias como es el jazz. Pero ha sido la base de otras que han ido apareciendo a lo largo del pasado siglo XX en todo el mundo. Les aseguro que siempre me he esforzado por comprender todo aquello que ha llegado hasta mis oídos. Tengo mis preferencias, naturalmente como cualquier melómano, pero todavía hoy me cuesta comprender muchas de las que una leyenda de la guitarra como Steve Vai, nos presenta en sus grabaciones y conciertos. Debe ser que ahora estoy más mayor que durante los 80; también Steve Vai que ya está en el casillero de los 62 añitos. Y la edad no perdona. No lo hace para muchas facetas de la vida cotidiana de cada uno de nosotros, pero tampoco para continuar intentar romperte los tímpanos con un buen montón de watios sonoros, en un recinto que apenas precisa unos cuantos para que, además de la música, el sonido se una a ésta y disfrutes absolutamente de un concierto. Manías de cada cual.

Digo esto porque, una vez más, Steve Vai ha vuelto a hacer crepitar los muros del auditorio Parque Almansa (sede oficial del Festival de Jazz de San Javier), a donde regresó este pasado sábado tras haber dejado un espacio de seis años desde su anterior visita a este mismo festival y marco escénico. En esta ocasión, el motivo que nos ha devuelto al guitarrista norteamericano ha sido la gira mundial en la que presenta su nuevo disco “Inviolate”. Y sí, pero no. Es cierto que Vai no dejó muchas muestras, en esta ocasión, de estar haciéndole el amor a sus guitarras, pero no es cierto que no las dejara “Invioladas” (título en español de su reciente grabación). Tuvo momentos en que lo hizo aunque más delicadamente que años atrás. La edad, ya digo.

El concierto se iniciaba con una introducción pregrabada y la proyección de unas imágenes al fondo del escenario, que anunciaban el terremoto musical que se nos venía encima. En un fundido perfecto, Steve Vai aparecía con una de sus guitarras (con iluminación por el mástil y cuerpo del instrumento) desde donde surgían las notas de “Avalancha”, el corte 6 de este nuevo disco, que fue el primer impacto sonoro que Vai dejó por todo el auditorio, el Parque Almansa y una buena parte de la población de San Javier. No quería equívocos y había que ser contundente desde el primer minuto.

Y lo fue. De inmediato, el primer cambio de guitarra para atacar “Giant Balls Of Gold”, uno de los muchos temas esenciales del guitarrista, en el que su sección rítmica machacaba el compás mientras el jefe ejecutaba sus evoluciones musicales y sonoras de una de sus “chicas con cuerdas”. Miraba a los asistentes y una mayoría se mostraba como embrujada. Y rápidamente, se enlazaba con “Little Pretty” (otro cambio de guitarra) también de su “Inviolate” publicado este año y motivo de su visita a Jazz San Javier. A su término nos presentaba a su banda conformada por Phillip Bynoe, en el bajo eléctrico; Dave Weiner, guitarra y teclados. Y el espectacularmente tatuado baterista Jeremy Colson, al que no le hacía falta ninguna camiseta; todo su torso era un elegante decorado multicolor que al final del concierto mostró al auditorio desde el filo del escenario. Por delante y por la espalda.

Y entonces comenzó un enorme bombardeo de rock, metal, y todo aquello que tuviera una relación directa o indirecta con las líneas musicales e investigadoras que desde siempre han caracterizado a Steve Vai. Aparecieron, uno tras otro, temas como “Tender Surrender”, “Lights Are On”, “Candle Power”, un solo guitarrístico que Vai dejó para Dave Weiner y “Building The Church” que dejaba una estela inequívocamente vaiana sobre el respetable.

Estando ya, más o menos, en la mitad del concierto el público estaba triturado pero muy feliz y con unas ganas tremendas de que Steve Vai continuara repartiendo estopa musical de la buena. Debió pensar: “Queréis más, pues lo vais a tener y en cantidad”. Así que miró a su banda para indicarles con la mirada “ajustaos la cinchas, que vamos a por todas”. Dios, que poderío tan arrollador. Las piezas salían de su guitarra como balas que estallaban en las mentes de aquellas dos mil almas. Primero, un poco de sosiego con “Greenish Blues”, uno de esos que te sitúa en medio del desierto de Dakota y te hacen comprender que andas perdido y solo en medio de esa inmensidad de terreno. Fue un espejismo momentáneo porque de inmediato, “Bad Horsie”, en el que Vai hacía el relincho del caballo con su guitarra, siguieron “I’m Becoming” (más sonidos que traspasaban los tímpanos, sobre todo una nota aguda en lo más avanzado del mástil, que fusionó con “Whispering A Prayer” (“Susurrando una oración”) que aún siendo una de las más populares del amplísimo repertorio de Steve Vai volvió a sorprender por su dominio de la técnica (lo indicaba al comienzo) de pedales y artilugios electrónicos, que dan como resultado ese susurro de su guitarra en una oración musical perfecta.

Y había que ir pensando en finalizar con buen toque. “Dyin Day”, otro momento tipo “nescafé” y como prolegómeno al sólo del baterista Jeremy Colson. Tras ello, “Zeus In Chains”, con un momento espectacular de gloria para el guitarrista Dave Weiner, “Liberty” o “For The Love Of God”, en la que su técnico de monitores, el asturiano Daniel González, tuvo su momento glorioso cantando la estrofa inicial en italiano, muy operístico, que levantó las pasiones del público. Esta recta final era más sosegada (¿los años?). Y hubo un regalo contundente, para rematar a lo Steve Vai: “Taurus Bulba”.

Dejó la guitarra descansar (se lo había ganado y bien) y junto a sus músicos saludaron al borde del escenario. Palmeó a todo aquel o aquella que alzó su mano y todos quedaron contentos y felices. Desconozco si después, se comieron las perdices o fue otro el menú que le tendrían preparado. Pero que Steve Vai no defraudó está cristalino. Tanto, como en lo personal sigo sin entender aspectos de su música; será porque no es uno de mis preferidos aunque reconozco que es el mejor en las técnicas que utiliza para hacer hablar a sus guitarras. Buen final de gira, Steve. La próxima cita es con Young Gun Silver Fox, una banda británica que practica música al estilo de la Costa Oeste norteamericana (Steely Dan, América, etc.) y después otro proyecto de Jazz San Javier: La puesta al día o la emulación de un concierto y posterior disco en directo de 1979 celebrado en Copenhagen, que resultó uno de los mejores de aquella década del pasado siglo XX y que, ahora y con una selección de los mejores músicos de jazz europeos, se desea recordar bajo el título de “Skol 2022”. La noche promete y se lo contaremos con todo lujo de detalles. No pierdan el hilo.

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