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'Leer el presente' es un espacio que dedicamos a libros desde eldiario.es/murcia. Del mundo a la página y viceversa. Coordina José Daniel Espejo.

La literatura de un bombero: una lectura de 'Sobre el fuego', de Larry Brown

Larry Brown

Luis Sánchez Martín

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Tengo muy reciente la placentera lectura de 'Dar la cara', por lo que empecé con ganas y muy buenas vibraciones este nuevo volumen de relatos en castellano de Larry Brown, cortesía (de nuevo) de Dirty Works. Y si a esa buena predisposición le sumamos que, en el primer párrafo del prólogo de Ron Rash, hablando sobre la tarde en que prologuista y autor se conocieron, me encuentro esta perla: “Estuvimos varias horas, mano a mano, invitándonos a cervezas. No me acuerdo mucho de lo que hablamos”, pues ya se trataría simplemente de pasar las páginas y disfrutar.

La sinopsis de la obra puede reducirse a una ecuación bastante sencilla que, sin embargo, da lugar a 176 páginas sin respiro:

Metabolismo del bombero = Adrenalina + Todo lo demás

Con esta premisa, y como en 'Dar la cara', Brown describe como nadie la clase trabajadora norteamericana, esta vez desde los ojos de un bombero que aprovecha algunos días libres para cazar, pescar o disfrutar alguna barbacoa con su familia o los amigos, y la mayoría para escribir; mejor dicho: para aprender a escribir un libro. Y vaya si lo consiguió.

Brown adoraba su trabajo, que solía comparar con su estancia en los marines por la camaradería de todos los que, independientemente de su estatura, fuerza y raza, se enfrentan a un objetivo común dispuestos a dar la vida por él (y este objetivo no es otro que el de ayudar a la comunidad).

“…Estos hombres son como una familia para mí, y con lo único que se me ocurre relacionarlos es con los Marines, donde todo el mundo, negro, blanco, pardo o tostado, lleva el mismo uniforme y detesta el mismo propósito, una suerte de hermandad. Esto es lo mismo”.

Es, en general, una obra cruda y oscura, que cada x páginas brinda al lector un directo al mentón como:

“Puede que lo peor que haya visto sean los dos bebés que murieron abrasados con su abuela hasta quedar reducidos a nada, unos bultos negros carbonizados que tuvimos que recoger con palas de entre los escombros humeantes, o el tipo que seguía vivo a pesar de que un camión le había seccionado por la mitad”.

A pesar de lo emocional (que no emocionante, aunque también) que pueda parecer la labor de un bombero, Brown desmiente esta errónea idea, enseñando al lector lo estrictamente práctica que llega a ser su labor («a veces uno tiene que mentir para que dejen de pensar que se van a morir»), llegando a puntos extremos como centrarse, de todas las víctimas, en quienes puedan estar seguros de que van a sobrevivir, pues dedicar tiempo a quien lo tiene todo perdido solo puede dar lugar a más víctimas.

“Quitar el coche de la víctima y no lo contrario. Puedes encontrarte con cualquier cosa. Un auto dado vuelta encima de dos personas, una muerta y otra viva. Un choque de frente, dos muertos y dos vivos, uno en cada vehículo. Un coche dado vuelta sobre su costado pegado a un árbol, con el conductor atrapado entre el techo y el árbol. Un auto en llamas con los ocupantes todavía vivos atrapados dentro”.

Claro que el autor, el bombero, Larry Brown no es de piedra, y teme y duda ante cualquier posibilidad de error, suyo o de algún compañero. En la obra de Brown lo que no se dice es tan importante como lo que se dice, y esta acumulación de carga sobre sus hombros que parece inexistente tras páginas y páginas de siniestros y desgracias que el autor parece superar sin apenas inmutarse, se desborda cuando le comunican por teléfono que su perro ha fallecido (él, a kilómetros de casa, pensaba que eran su mujer y su hijo quienes estaban gravemente enfermos). Esa escena, que si no recuerdo mal tiene lugar en un aeropuerto, son los puntos suspensivos de la obra, la única tregua que se concede al lector para cerrar el libro unos segundos y asimilar todo lo que el autor arrastra consigo cada día de su existencia.

Son 4 los títulos que Dirty Works nos brinda de Larry Brown, y tanto el presente 'Sobre el fuego' como el también mencionado 'Dar la cara' son una triple puerta de entrada (a un autor, a una editorial y a un tipo muy particular de narrativa) que invito al lector a atravesar lo antes posible.

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