Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

El Mar Menor afronta el verano con temperaturas de hasta 35 grados en sus aguas: “Estamos en el filo de una navaja”

Desembocadura en el Mar Menor de la rambla del Albujón (Los Alcázares, Región de Murcia) con agua cargada de químicos agrícolas

Álvaro García Sánchez

Cartagena —
8 de julio de 2025 17:30 h

1

Otro verano más, y cada uno que pasa con más fuerza, la crisis climática y la alta cantidad de nutrientes y químicos que entran en el Mar Menor a través de sus principales ramblas sitúan a la laguna en un estado fragilísimo e incierto. Este martes, el catedrático de Ecología de la Universidad de Murcia, Ángel Pérez Ruzafa, ha definido la situación que el ecositema vive desde finales de junio como un “equilibrio delicado e inestable”. Las palabras del investigador, que además es presidente del Comité Científico del Mar Menor, tienen que ver, en primer lugar, con que la masa de agua está batiendo todos los récords de temperatura registrados hasta la fecha.

Actualmente, ha señalado Ruzafa en la presentación de su informe anual sobre el estado ecológico de la albufera, con la reciente ola de calor estival, los termómetros acuáticos se han disparado por encima de los 30 grados en todo el ecosistema. Si bien es cierto que esta anomalía térmica también está sucediendo en el Mediterráneo, en el Mar Menor todos los fenómenos extremos tienen mucha mayor repercusión. La preocupación con la que el catedrático sigue estos primeros días de julio es alta. “Hay localidades donde el agua está ya a 32 grados. Incluso hemos llegado a registrar 35 grados en zonas muy someras, muy calmadas, donde el agua quema”, ha explicado.

La variación con respecto a la misma época del año pasado es, de media, de 1,2 grados. “Llevamos una serie de 20 años donde las temperatiuras del agua van subiendo progresivamente. Pero este verano se ha convertido en uno de los factores más preocupantes”, ha proseguido Ruzafa.

Desde hace varias semanas circulan por redes sociales vídeos de organismos y animales que habitan en el Mar Menor, como medusas, sufriendo las consecuencias del aumento del calor en el agua y descomponiéndose sin remedio.

Ahora falta comprobar si, relacionada con los actuales valores térmicos, se desencadenará una demanda de oxígeno en el ecosistema que provoque mortandades de peces o una proliferación aún mayor de algas. Dicha circunstancia inquieta más todavía a los expertos, ha continuado Ruzafa, después de las épocas de intensas lluvias vividas en la totalidad del Campo de Cartagena la pasada primavera, cuando llegaron a entrar a la laguna hasta 22.000 litros por segundo de agua contaminada con nitratos y químicos de las tierras agrícolas solo desde la rambla del Albujón, que se convirtió en un río imparable de barro y que actualmente sigue depositando agua en la orilla.

“No se puede bajar la guardia”

Precisamente en el Albujón han puesto el foco el investigador y su equipo. En aquellos episodios torrenciales de marzo y abril se llegaron a registrar cantidades de hasta 5.000 kilogramos de nitratos agrícolas que recalaban en el mar al día a través de dicha rambla. Ruzafa ha insistido en que por el Albujón “sigue entrando agua”, también, porque el nivel freático del acuífero está al límite. El catedrático ha sostenido, no obstante, que, ahora, las condiciones de nitratos de la rambla “están bajas” y eso “puede ser una garantía de cara al verano, dentro de los riesgos”.

Hacía años que no sucedía, pero este 2025 ambas amenazas, altas temperaturas y lluvias torrenciales, se han juntado en un intervalo temporal muy breve. “No se puede bajar la guardia. Llevamos tres años sin riesgo significativo de falta de oxígeno, pero todo es posible con un verano atípico. Estamos en el filo de una navaja”, ha sostenido.

Con respecto a ciertos parámetros concretos, Ruzafa ha hecho hincapié en la salinidad, cuyos registros están dos puntos por debajo del verano pasado, aunque, ha matizado, sin caer aún “a niveles de 2016”, año en que se produjo la denominada sopa verde. Sí que hay buenas noticias, aparentemente, en la falta transparencia, el exceso de turbidez, el bajo oxígeno disuelto o la presencia de clorofila en las aguas. Todos estos valores, aunque existen y no son positivos, se autorregulan “por la red trófica” del ecosistema.

Rebajar el nivel freático

Los impactos negativos al Mar Menor no cesan, y el investigador ha apelado expresamente a la coordinación entre el Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) y el Gobierno regional en la protección del ecosistema. “De poco sirve que Naciones Unidas diga que los planes son perfectos si el sistema se rompe por no hacer lo que de verdad es importante”, ha añadido en última instancia. Y ha lanzado una advertencia: “Si no tenemos capacidad de regular el agua hay que sacar, de que se aproveche, estaremos a expensas de que un año que llueva nos deje con la espada de Damocles y de que el sistema se nos puede ir en cualquier momento, con las consecuencias que eso tiene”.

Ruzafa acumula, en relación a su última frase, años a sus espaldas solicitando rebajar el nivel freático del acuífero del Mar Menor, que se encuentra rebosando en numerosos puntos de la cuenca vertiente y cuya agua está, asimismo, contaminada con cientos de miles de toneladas de nitrógeno como consecuencia de las filtraciones masivas de fertilizantes de la actividad agrícola y ganadera. Dicha acción de rebajar el nivel freático correspondería al Gobierno central. “Todas las medidas en la cuenta vertiente son buenas, son necesarias. Hay cosas que se están haciendo muy bien y están funcionando, como la propia retirada biomasa. Son medidas para mantener sana la herida, para mantener el Mar Menor con integridad ecológica, para reducir las cargas, pero no son la solución del problema”.

Etiquetas
stats