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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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Confluencias para el cambio: crónica de un fracaso anunciado

Unidos Podemos

José Miguel Rojo Martínez

Corría febrero del año 2000 cuando PSOE e IU alcanzaron lo más parecido a una confluencia que había vivido España hasta el pacto de los botellines. Es cierto que entonces no existió una coalición estricta, ya que los dos partidos no concurrieron integrados a las listas del Congreso, pero sí lo hicieron al Senado en 27 circunscripciones –incluida Murcia– y pactaron un acuerdo programático de mínimos, con la voluntad de ganar a Aznar, tal y como lo hicieron en votos en 1996, superando de paso el desencuentro que habían mantenido comunistas y socialistas desde 1984. La realidad, por el contrario, apuntó a un gran fracaso, entre otros, por los siguientes factores:

a) Reactividad del electorado conservador. Una confluencia o coalición parece crear un espacio con posibilidades electorales de victoria, lo que más que movilizar al propio electorado genera un efecto de movilización en el espacio contrario ante el escenario factible de derrota.

b) La participación electoral no aumenta. La reducción de la oferta partidista puede provocar que ciertos electores no vean sus sensibilidades representadas y que incluso estén descontentos con los siempre farragosos procesos de negociación de candidaturas, por lo que la participación en estos casos suele disminuir, siendo los posibles votantes de alguna de esas candidaturas de izquierdas, sobre todo de la que tiene menos representación, los que pasan a estar desactivados. En las Generales de 2000 la abstención creció 5 puntos.

c) Trampas en el análisis. El repetido argumento de que “la falta de unión perjudica a la izquierda” se hace analizando los resultados electorales, es decir, partiendo de que las condiciones serían las mismas si se hubiera llegado a concurrir juntos, unas conclusiones siempre a posteriori y contrafactuales. Lo cierto es que el escenario por separado no es en ningún caso comparable al escenario de coalición, porque las campañas cambian, las posibilidades de movilización de electores que suelen estar fuera de los espacios de participación política tradicionales se debilitan y la ubicación ideológica de los partidos tras la coalición se ve alterada, modificándose con ello también las razones de voto.

Con la misma filosofía de febrero del año 2000 para las elecciones del 26 de junio, IU y Podemos deciden concurrir juntos con una coalición estricta en las listas de Congreso y Senado. Podemos ya había descrito con anterioridad procesos de confluencia electoral con diversas fuerzas como Equo, Compromís o Los Comunes catalanes, fuerzas que estaban poco diferenciadas del partido preponderante, no como en el caso de Izquierda Unida.El postelectoral del CIS del 26J nos apunta algunas de las razones del fracaso de la coalición, que perdió más de 1 millón de votos e inició la etapa más difícil para el espacio político del cambio desde las europeas de 2014:

i) Los datos de abstención, voto blanco y nulo apenas cambiaron del 20D al 26J, por lo que, ante una subida del PP y una bajada en votos de la izquierda (más pronunciada en la candidatura de Pablo iglesias que en la de Pedro Sánchez), queda claro que la abstención cambió de bando.

Esto desmitifica que la coalición evitó la sangría porque realmente partimos de la hipótesis de que sin coalición no hubiera habido tal sangría, siendo el verdadero drama la desmovilización electoral producida y no tanto un hipotético cambio de voto por el descontento con la gestión de la investidura —de Podemos a IU, de Podemos al PSOE o viceversa—. Recordemos, además, que los nuevos abstencionistas se sitúan en las posiciones de ubicación ideológica más a la izquierda.

ii) Para asentar lo anterior, hay una cifra clave: solo el 60,3% de quienes votaron a IU-UP en diciembre lo hicieron por Unidos Podemos en junio. ¿Y qué hicieron esos votantes de IU que se descolgaron del espacio del cambio tras la confluencia? Pues o bien votaron socialista o bien se quedaron en casa. Hay ciertos votantes de IU de perfil conservador (rural) que pueden llegar a preferir votar al PSOE, percibido más a la izquierda en los pueblos que en las ciudades, a votar a los urbanitas de Podemos. Otros votantes de IU, mucho más a la izquierda que Podemos consideraron esa coalición una venta en Wallapop de su formación.

iii) La coalición (junto con la gestión de la investidura) frenó la infidelidad de los socialistas. Sólo el 2,6% de los socialistas se fueron a Unidos Podemos, por el 6,3% de Podemos que se fue al PSOE.

iv) Un 17% de los antiguos votantes de Podemos e IU por separado en diciembre decidió quedarse en casa. Lo hicieron bien porque los resultados positivos de las encuestas desmovilizaron o bien por una crítica a la mescolanza ideológica.

Ahora la formación morada ha consultado a sus bases si desean ir a las próximas elecciones europeas, autonómicas y municipales con otras fuerzas del espacio del cambio, por resumir, con IU. Tal vez el análisis para las europeas sea más complejo, pero está claro que para la Región de Murcia y su capital una coalición no es especialmente beneficiosa para ese espacio de cambio porque:

  • Con la nueva Ley Electoral IU tendría un diputado regional asegurado y podría conseguir retener con ello electores de la abstención, permitiendo también sumar electores urbanos a Podemos desde el PSOE y desde los que se incorporan en 2019. Cuanto más haya donde elegir, menos posibilidades de quedarse en casa. Por tanto, IU + Podemos pueden sumar más en la Asamblea si previamente no han concurrido juntos en las papeletas electorales. El argumento no es tan similar para el municipio de Murcia donde IU sabe que buena parte de los votos de Cambiemos se irán ahora a la marca clara de Podemos, por lo que el intento local de confluencia responde no a un interés por ampliar el espacio de cambio, sino a un interés por no reducir su espacio, muy hipotecado a la confusión Cambiemos-Podemos.
  • La coalición desdibujaría el perfil ideológico de Podemos Región de Murcia en uno de los territorios donde el tablero está más a la derecha. Muchos electores socialistas descontentos con la actitud moderada de Conesa podrían no ser infieles al PSRM si identifican en Podemos a la nueva IU. Es decir, Podemos debe situarse más a la derecha que IU e IU más a la izquierda que Podemos para que Podemos atraiga a socialistas desencantados y votantes urbanos e IU sume a outsiders y votantes rurales a los que la marca les genera más simpatía.
  • Aunque la coalición permitiría mejorar la presencia en el territorio de Podemos, no está claro como vimos con anteriores datos que el elector rural de IU tuviera mayor probabilidad de votar a este acuerdo electoral que al PSOE, con el que IU ha venido gobernando o cooperando sistemáticamente en muchos municipios.

En resumen, se puede fundamentar racionalmente una elección por la no confluencia más que basándonos en cercanías o lejanías sentimentales o teóricas con cualquiera de las dos opciones, apostando por el mejor escenario para cada una de ellas y, consecuentemente, por el mejor escenario para que el espacio de cambio sea lo más vigoroso posible. En tiempos de dudas: más Ciencia Política.

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