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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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Gamberrismo y prepotencia para ocultar vacunaciones indebidas

El exconsejero murciano de Salud, Manuel Villegas, que dimitió del cargo tras saberse que se vacunó fuera de protocolo

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Cuando el gamberrismo se instala en la política es porque las cosas marchan mucho peor de lo que deberían. Han coincidido algunas muestras de eso y también de la prepotencia con que algunos electos tratan a quienes no son de su cuerda. Se han dado teniendo como pivotes esa Asamblea Regional, en la que se supone que están representados los ciudadanos, y la Consejería de Salud que vela por nosotros frente a la agotadora pandemia.

Ambas cosas confluyen en la respuesta que está dando el Gobierno regional, a través de la Consejería de Salud, a las demandas de información de los diputados, es decir, de los electores. Es gamberro y prepotente responder a las solicitudes de datos abrumando al peticionario con un fárrago de información en el que difícilmente pueden encontrar el rumbo ni siquiera quienes la preparan, impresión con la que se quedaron los diputados que acudieron el viernes al departamento ahora dirigido por Juan José Pedreño, tras la dimisión de Manuel Villegas por haberse vacunado sin que le correspondiera.

El cabreo de los diputados, que querían saber los nombres de los altos cargos de la CARM que ha seguido el ejemplo de Villegas y sus lugartenientes, fue mayúsculo al ver no solo la lista sin ningún tipo de sistematización sino también que la herramienta informática suministrada para intentar bucear en ella era “arcaica”, según uno, o “inútil”, según otro. Por eso reclamaron a los dos funcionarios que les atendían, puestos se supone que por la autoridad de la Consejería.

Llamó también la atención que una de las solicitudes de información pedía la “relación nominal” de los vacunados con o sin derecho según los protocolos. Obtuvo un documento de 53.000 nombres, sin orden ni concierto, sistematización ni herramienta informática adecuada para escudriñar en él.

Otra petición era la “relación de cargos públicos de la CARM y de los altos cargos de la Región vacunados contra la Covid-19 en la que figure la fecha de la vacunación, cargo por responsabilidad desempleada y valoración de riesgo asociado a a esa responsabilidad”. A disposición quedó, en ese cuchitril de la Consejería donde ni se podían mantener las distancias de seguridad, un estupendo documento informático con 52.100 apuntes en las mismas condiciones de manejabilidad que el anterior.

La respuesta de los probos empleados públicos fue reveladora: “Es que si no nos los mandan desde Presidencia, aquí no tenemos nada más”. Solo se consiguió que los eficientes servidores públicos ––escogidos no se sabe si por fidelidad a la causa gobernante o simplemente porque les tocó la china–– buscaran diligentemente un pen-drive en el que estaban los directores generales del consejero Villegas que se vacunaron indebidamente junto a él y, no obstante, continúan formando parte del equipo que manda en la Consejería a las órdenes de Juan José Pedreño.

Los diputados opositores deberían haberse barruntado, en todo caso, cómo se iba a desarrollar el asunto. Pues el jueves nada menos que el señor presidente del Gobierno y su portavoz parlamentario gamberrearon inusualmente mientras la portavoz de Podemos intervenía y el presidente de la Asamblea se hacía el longuis. Instado a intervenir, se agarró a un comentario de la diputada para retirarle la palabra. Pero antes Alberto Castillo montó su prepotente numerito dedo índice en ristre, cosa considerada como una amenaza por los estudiosos del lenguaje corporal. De hecho lo es, aunque no lo dijeran esos expertos. 

Silenciar a la portavoz parece ahora premonitorio, pues el partido Cs de la bombástica segunda autoridad de la Región no presentó petición de información alguna, sino que apostó por la constitución intempestiva de una Comisión de (supuesta) investigación que empezó ayer y puede durar un año: no se entiende muy bien por qué, pues no podrá ser ni siquiera usada para intentar evitar el siguiente trompazo electoral que se dan el domingo en Cataluña. 

Especialmente preocupante, por antitransparente y antidemocrático, es que los que organizan esas cortinas de humo para hurtar la realidad continúen gobernando tan embebidos de sus supuestas importancia y dignidad ––unos más que otros: obsérvese a Castillo–– que olvidan que son lo que son porque los han votado y, por tanto, no pasan de ser meros delegados de los votantes. Los mismos que tienen derecho a saber los nombres de los altos cargos del Partido Popular, o de cualquier otro, que se han vacunado antes de lo que les corresponde saltándose la cola. Vale. 

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