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No al desmantelamiento de la Cárcel Vieja
La portada del Huerto de las Bombas, que se yergue como un hito vergonzante en el Jardín del Malecón, creíamos muchos que sería el último caso de aberración inasumible en un listado larguísimo de esta ciudad tantas veces castigada por sus gobernantes
Los muros de la Cárcel Vieja derribados el martes Huermur
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Corría el año 1953 y Murcia estaba embarcada en el proyecto más novedoso en siglos en el ámbito urbanístico: nada menos que seccionar el diseño urbano del callejero de la ciudad en una traza prácticamente intocada durante siglos, con una Gran Vía que partió en dos la ciudad. En su recorrido arrasó con cuanto se cruzaba en su trazado en dirección hacia el Puente Viejo, hasta dar con una joya histórica, que alguien calificó como diamante en bruto, Los Baños Árabes de la calle Madre de Dios. El hallazgo hizo detenerse a la maquinaria y llegó a surgir un movimiento social protagonizado por la intelectualidad del momento favorecedor de conservar aquel vestigio de nuestro pasado andalusí, llegando a concebirse su conservación en un entorno que a modo de rotonda permitía proseguir la Gran Vía y compatibilizar la conservación del hallazgo que presentaba unas bóvedas impresionantes sustentadas sobre unos arcos de herradura en disposición circular. En ciertos ámbitos llegó a soñarse con que Murcia conservaría aquel tesoro.
El alcalde del momento no participaba de tal 'sueño' y aprovechando el frío y el mal tiempo del primer fin de semana de aquel febrero loco, con nocturnidad y alevosía, y para dejar claro quién mandaba en aquella Murcia franquista, ordenó su derribo a golpe de piqueta. Domingo de la Villa pasó así a engrosar la lista negra de los alcaldes que nunca debieron serlo en esta Arcadia Infeliz y de los caciques de esta ciudad, pues como auténtica cacicada puede calificarse aquella tropelía.
Han pasado 72 años, larga época en la que Murcia ha llegado a ser considerada en los ámbitos urbanísticos e históricos el icono de lo que no debe hacerse. La portada del Huerto de las Bombas, que se yergue como un hito vergonzante en el Jardín del Malecón, creíamos muchos que sería el último caso de aberración inasumible en un listado larguísimo de esta ciudad tantas veces castigada por sus gobernantes.
Uno de los grabados que Ivo de la Cortina dibujó durante su visita a los baños en 1844.
Pero Murcia no aprende y nos encontramos hoy en plena ejecución de un nuevo desmán y ataque a la Historia de la mano de un alcalde que luce el título de Magnífico Rector de la UMU, al que se le supondría un bagaje cultural sensible y proclive a la defensa de valores de respeto a la Historia sin eludir esfuerzo y gesto alguno para superar el periodo de la última dictadura que han sufrido en sus propias carnes una parte minoritaria ya de la pirámide poblacional actual de la región. Y para que la mayoría que no la sufrió pueda escarmentar en la cabeza de sus mayores para evitar su repetición, con testigos tan evidentes como este lugar de Memoria Histórica que se trata de difuminar, enmascarar o diluir en un falso envoltorio que bajo una hipotética capa o halo de “cultura” elimina sin piedad los elementos más evidentes o gráficos de su verdadero y manifiesto significado: una Cárcel sin rejas, sin muros, sin patios de castigo, sin los lugares de fusilamiento, sin rasgos que evidencien lo que en su claustro y sede sucedió. Con el añadido de mal gusto y de falta de respeto a la Historia y a los allí ajusticiados injustamente, de un restaurante en ese nuevo envoltorio pretendidamente aséptico que se pretende, pretenciosamente, “cultural”.
No valen escusas ni pretextos, ni siquiera referencia a otras ciudades o contextos, como el caso de Badajoz que dejó perder como hito histórico, para edificar un palacio de Congresos, la Plaza de Toros en la que el sanguinario general Yagüe -el carnicero de Badajoz- ejecutó a miles de personas.
Murcia no puede asumir un nuevo sacrilegio a su Historia. El proyecto que debió haber pasado por un periodo de información pública con plazo de alegaciones, que el alcalde Ballesta no planteó, ya eliminó su frente enrejado hacia la Calle Primo de Rivera y con unos 'Muros Etéreos' –lema del proyecto- que suplantaron muros por elementos metálicos verticales para acceder al primer patio del recinto, algunos ciudadanos ingenuos y bienpensantes creíamos que hasta ahí habíamos llegado. Pero la osadía del gobierno municipal no tiene límites y el martes 4 de febrero ordenó la prosecución del 'atentado' sin información pública como quien tira la piedra y esconde la mano, tal vez queriendo eludir el caso anterior en el Jardín de San Esteban que fue evitado por la reacción urgente de la ciudadanía contra otro atentado más a la Historia de la ciudad.
Si el caso de Domingo de la Villa y los Baños Árabes lo he calificado de auténtica cacicada, no me atrevo a calificar el caso que nos ocupa de la Cárcel Vieja, pero los pormenores y el contexto histórico los hace incomparables y siendo ambos injustificables, el presente sucede en un contexto que agrava mucho más a sus ejecutores y responsables, pues aquél sucedió en plena dictadura franquista, sin libertades cívicas y derechos ciudadanos restringidos y el actual se pretende en un contexto democrático y con derechos ciudadanos irrenunciables apoyados en la Constitución y en la Ley de Memoria Histórica, vigentes por más que les duela a algunos partidos políticos que no tienen pudor en anunciar su derogación si llegaran a gobernar.
Reiteradamente están saliendo a la luz las gestiones iniciadas por organizaciones sociales como Huermur, emprendidas hace meses, llegadas a la Secretaría de Estado de Memoria Democrática competente, con disposición a acudir a los Tribunales de Justicia, por Asociaciones de Memoria Histórica y por los partidos políticos PSOE y Podemos. Creemos que es el momento de aunar esfuerzos para rectificar esta nueva fase de destrucción del entorno histórico de la Cárcel Vieja de Murcia.
La ciudadanía de la Región no puede permitir la destrucción de esta página de la Historia patria y tras la detención de la obra por la presión ciudadana esperamos la reposición de lo destruido en esta llamada fase 2.
Podemos dar fe de que la mayoría social queda expectante de las decisiones a tomar en el Ayuntamiento de Murcia como gestor y responsable de la situación. Por el bien de la Ciudad y por la Memoria Histórica y Democrática de la Región.
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