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Murcia, piel y memoria
No dudamos de las intenciones del artista Rico pero el resultado no corrobora los principios en que ha basado su actuación porque ese no es el retrato de la sociedad murciana que pretende reflejar y trascender a un siglo por venir
Exposición Piel y Memoria, de Lidó Rico Ayuntamiento de Murcia
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Que un gobierno municipal, un alcalde, se erija en mecenas cultural en la ciudad que gobierna no deja de ser una buena idea, aunque no sea con el dinero propio con el que históricamente se ha ejercido, desde los Médici o los Sforza hasta el propio Cayo Clinnio Mecenas que dio su nombre a tan loable función, aunque no siempre desinteresada. En el caso que nos ocupa y que está siendo foco de justificada atención de la ciudadanía el mecenazgo se ejerce con el dinero de los impuestos de los habitantes de esta Murcia que habitamos y ello, en mi modesta opinión de contribuyente municipal, justifica que se pueda opinar sobre la cuestión. He evitado las apreturas del acto inaugural, pero he visitado la exposición del Almudí y he contemplado detenidamente el buen hacer del yeclano Lidó Rico con una obra escultórica de dimensiones poco habituales por su tamaño y por su estructura en lo que se ha proclamado tanto por parte del autor como de los promotores, Ayuntamiento y FUNDAC, como un friso o mural que pretende ser un relato visual de los 12 siglos de historia que la ciudad de Murcia cumple y conmemora desde que fuera fundada por aquel casi desconocido Abderramán II en el año 825 con el sugerente nombre de “la Ciudad Fuerte”, Medina Mursiya.
Con 151 cabezas recubiertas con un sugerente velo que no oculta sus identidades, con sus correspondientes manos en actitud oferente, el escultor Lidó Rico ha pretendido crear un mostrador o expositor de la Murcia actual con vistas a un futuro centenario, 2125, en el que los murcianos de entonces puedan contemplar cual era la Murcia de sus bisabuelos. Año en el que se podrá abrir una cápsula del tiempo que guarda como secreto a modo de acta notarial la realidad de esta Murcia que hoy cumple 1200 años.
La exposición no escatima justificaciones de aparecer basada en principios tan nobles como la inclusión y participación de muchas personas, de manera afectiva y con una carga emocional gráficamente escenificada en esas manos que muestran el fruto de su actividad personal o como colectivo
“Yo he estado abierto a todo lo que ha venido y ha sido el destino y la participación de todos lo que ha hilado la obra”, son expresiones textuales del autor para justificar una obra social e inclusiva de una coherencia teórica indiscutible.
No dudamos de las intenciones del artista Rico pero el resultado no corrobora los principios en que ha basado su actuación porque ese no es el retrato de la sociedad murciana que pretende reflejar y trascender a un siglo por venir. Los murcianos de 2125 no van a ver en ese artístico friso la Murcia actual que se les pretende mostrar. No porque sea una empresa sobredimensionada o desmedida, sino porque ciertamente es una Murcia sesgada y consecuentemente excluyente, con un peso más loable que notarial.
Y es en este punto en dónde aparece la tensión entre la libertad del artista creador y la dependencia que el mecenazgo ejerce sobre él, bajo un principio tan vulgar como evidente como es que quien paga manda. ¿La visión que ofrece Piel y Memoria es la del creador o la del mecenas? Porque en todo caso se trata de un retrato que no incluye a todos los estamentos sociales de la Murcia de 2025 y que han quedado excluidos evidentemente bastantes de ellos, con un determinado sesgo tan evidente como tendencioso.
En una valoración evidentemente personal y subjetiva, quería haber dicho que en el mural no sobran ni cabezas ni brazos, sino que faltaban las de muchos murcianos; pero rectifico: ¿cómo aceptar las del creador de la ludoindustria perversa con salas de juego en las esquinas de los centros de enseñanza, con “ofertas” indecentes y descaradas para enganche y adicción a tan temprana edad, sin ningún freno ni control, mientras por otra parte la salud mental es el centro de muchos debates serios ante intentos de suicidio de adolescentes y jóvenes? ¿Cómo puede figurar en semejante friso mural, ostentoso y elogioso de nuestra Historia, alguien cuya memoria debería ser ignorada por incompatible con la Ética y la Moral, colocado en analogía con personajes de una valía incuestionable en el mundo de la Filosofía, la Música, las Artes, el Deporte o incluso la Política? ¿Qué intereses lo pueden justificar?
Con todo respeto hacia el creador me arriesgo a pensar que los intereses del mecenas han sobrepasado la autonomía del artista creador de este proyecto, que se ha sometido a las consignas del promotor tal vez de buena fe y bajo el prejuicio de la mochila cultural de Magnifico Rector que el alcalde lleva sobre sus hombros.
Pero es innegable que la pretendida inclusión ha tornado en exclusión injustificable tanto en personajes como en colectivos. He sido testigo de visitantes a la exposición que han logrado encontrar al personaje de la Historia (o al abuelo o pariente) que buscaban o al colectivo con que se sienten ligados. Pero en otros casos la búsqueda se hace inviable, a pesar de las manifestaciones del creador: “Representar el presente ha sido fácil porque lo tenemos aprendido… pero representar el pasado ha exigido un estudio muy enérgico”; “yo he estado abierto a todo lo que ha venido y ha sido el destino y la participación de todos lo que ha hilado la obra”.
El corazón del Rey Sabio aparece por doquier, pero que nadie intente buscar, entre los representantes de nuestro pasado, a Ibn Arabí, “Gran Maestro”, el mayor filósofo y místico que Murcia ha dado, o a Ibn Mardanís, el Rey Lobo, que llevó a la ciudad de Murcia a una de las épocas de mayor esplendor, porque no los encontrará, ni entre los personajes del conocido presente a personas que se están dejando la vida en la defensa del Mar Menor o han conseguido dotarlo de personalidad jurídica, ni a quienes venidos allende nuestras fronteras están creando riqueza en los campos de esta nuestra región en condiciones que los murcianos de nacimiento no aceptamos, ni a quienes defienden unas condiciones laborares justas desde el sindicalismo moderno, ni a colectivos que defienden la conservación del patrimonio de la Huerta, ni a asociaciones de naturalistas o ecologistas… ni a plataformas como la que ha promovido la no partición de la ciudad por el ferrocarril y ha conseguido el Soterramiento de las Vías.
No los encontrarán porque la pretendida inclusión no se ha dado y han sido excluidos injustificadamente, lo que viene a demostrar la tesis de que en esta Arcadia Infeliz que habitamos es demasiado fácil cambiar la HISTORIA, arrancando las páginas que resultan molestas a quienes nos gobiernan o adjudicándose, como propios, logros de la ciudadanía conseguidos muchas veces a pesar de su oposición o represión.
Desconozco si el responsable de la cápsula del tiempo ha terminado de incluir la documentación que sea desvelada dentro de cien años, pero por si llego a tiempo le propongo que incluya una escena que no debe permanecer ignorada en tal momento. Es de 2014 y está en las hemerotecas, pero me permito adjuntársela.
El alcalde José Ballesta en una manifestación pro-soterramiento, en Murcia
Lo que pudo haber sido y no fue.
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