Si hay algo en lo que la clase política coincide es en señalar al exdiputado de Unidas Podemos y hoy en Más País, Óscar Urralburu, como uno de los mejores parlamentarios que ha pasado por la Asamblea Regional en Cartagena.
Sus intervenciones eran auténticos torpedos en las líneas de flotación del Gobierno regional, de hecho, aquellos que saben de normativa, temblaban cuando intervenía. “Nos está dando un baño” decían, “menos mal que está donde está y su altavoz no tiene más potencia, que si no, nos freía”, insiste en decirme un exmiembro del Gobierno, “y gracias a que la prensa no le daba mucho juego, que si no”, dice uno de sus asesores.
En el interno, en la barra del bar, en la mesa de camilla o en despachos, los profesionales de los medios de comunicación no escatimaban elogios hacia su profesionalidad y dedicación, pero eso sí, sin darle públicamente mucho juego.
Entonces, ¿por qué uno de los mejores políticos que ha dado la región ya ha empezado a formar parte de la historia?
Sin duda, la decisión que tomó de dejar de seguir remando contracorriente en una organización que le ponía incluso palos en las ruedas, y no dejar tirado a su compañero Iñigo Errejón es posible que haya marcado el inicio del fin de su carrera política, pues es evidente que ante unas nuevas elecciones regionales, Más País, sin una infraestructura territorial mínima, tendría que salir a la desesperada para conseguir alguna representación institucional. La gran ventaja es, que a nivel regional, en lo que respecta al número de votos necesarios para obtener representación sí estaría al alcance de esta nueva organización política, aunque parece tras las elecciones del 10N, que está todo el pescado vendido.
Pero prescindir el mundo de la política de una experiencia, tanto del propio Óscar Urralburu como de María Giménez, cuya labor en la Asamblea fue muy aplaudida, es un lujo que esta Región ni se puede ni se debe permitir. Cometeríamos un grave error si la sociedad sigue arrinconando a gente que ha demostrado, no sólo conocimiento, sino que ha puesto alternativas creíbles y viables encima de la mesa.
Una parte importante del empresariado agrícola respiró tranquilo cuando vio ‘desaparecer’ de la vida política a Urralburu. Aún colea en el hemiciclo de la Asamblea aquel encontronazo con una parte de la cúpula agrícola que le acusaba de querer cargarse la agricultura. El tiempo ha puesto a cada uno en el lugar que le corresponde. Aunque la realidad es que uno está retirado en su puesto de trabajo, y los otros ganando las elecciones en el Campo de Cartagena con Vox por testigo.
No sé cual será el futuro político de Urralburu, ni tan siquiera sé si prefiere iniciar una nueva vida alejado de la misma, pero sería una lástima que se perdiera por el desagüe del olvido tanto valor, tanto conocimiento, tanta lealtad y tantas cosas aún por decir.
Una Región donde López Miras es presidente, y Oscar Urralburu y María Giménez son enviados al rincón de pensar es una región que, como mínimo, deberíamos pensar si pedir cita con el psicólogo o, por lo menos, con un técnico de laboratorio, que lo mismo nuestro problema no es de cabeza, sino genético.
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