Políticamente hablando, creo que pocas cosas nos quedan por ver en esta bendita Región. Lo cierto es que hemos visto demasiadas situaciones rocambolescas, por increíbles que a priori nos pudieran parecer, que luego se confirmaron. Este año ha sido especialmente singular en ese sentido, con el affaire de la abortada moción de censura y de la que tantos ríos de tinta se han vertido, casi desde Algeciras a Estambul, como cantaba Serrat.
Con todo, en Lorca hay algo que en los últimos días no huele demasiado bien. Me refiero a su Ayuntamiento. Allí gobierna desde 2019 el PSOE, con Diego José Mateos a la cabeza y el apoyo de Ciudadanos, con Francisco Morales de vicealcalde, caso insólito en esta comunidad, siendo como era entonces el PP el socio preferente de los naranjas y, además, el más votado en ese municipio, aunque empatara a concejales con el PSOE. Al alcalde Mateos lo votaron sus 10 ediles, más el único de Cs y los dos de Izquierda Unida, sumando los 13 que le garantizaban el bastón de mando para sí.
Estos últimos, los de IU, que quizá en algún momento pensaran que iban a ser el faro de Alejandría que guiara al equipo de gobierno, aun sin pertenecer a él, pronto comprobaron que, lejos de la realidad, no sería así. Mateos no les otorgó mando en plaza por lo que los representantes de IU optaron por bloquearle los presupuestos municipales. De hecho, Lorca aún se rige por las cuentas prorrogadas del último equipo del PP, el que dirigió esa corporación hasta las municipales de mayo de 2019. Donde las dan, las toman, pensarían algunos.
Esta semana, la edil de IU-Verdes, Gloria Martín, se lamentaba en su perfil de una red social de la falta de apoyo en junio a una moción suya contra la supresión de los trenes de cercanías en la comarca, como consecuencia de las obras del AVE. Y se quejaba de que Vox no hubiera apoyado la iniciativa en su día, para luego unirse a las reclamaciones ciudadanas como uno más. A su post le contestó con un amplio comentario la concejala de esta última formación, Carmen Menduiña, reprochándole entre otras cosas que, en su día, los buscaran hasta “en dos ocasiones” para desbancar al PSOE de la alcaldía a través de una moción de censura. Es decir, el PP con 10 concejales, Vox con 2 e IU con otros dos, sumando 14 votos frente a los 11 del PSOE y Cs. O lo que es lo mismo, la mezcla de churras con merinas o un tutti frutti para, en primer lugar, vengarse del ninguneo al que, según los ediles de IU, los ha estado sometiendo el actual equipo de gobierno y, en segundo lugar, para devolver la alcaldía a los populares, quienes la venían ocupando ininterrumpidamente desde 2007.
Dicen que la política suele hacer extraños compañeros de cama. Lo que es evidente es que la crudeza del tono con el que las ediles de IU y Vox, más el acompañamiento de comparsas a uno y otro lado del tablero, se lanzaron reproches y acusaciones en las redes sociales era, en algún momento, más propia de una discusión de vecinas de patio de corrala que de sendas representantes institucionales. Pero, bueno, disculpemos y achaquemos todo esto, como alguien ya apuntó, a las elevadas temperaturas que soportamos en estos días y que tanto nos están afectando a todos y cada uno de nosotros.
Aunque desde IU se haya desmentido cualquier maniobra para que “las derechas” vuelvan a estar al mando del ayuntamiento de Lorca, desde Vox, su máximo jefe en Murcia, José Ángel Antelo, se reitera en lo que expresó su compañera lorquina: en que hubo contactos y propuestas para activar la operación, consistentes en ofrecer desde el PP e IU, a los que califica de “aliados”, diversos “cargos y concejalías por secundar la moción de censura”. La pregunta es: ¿quién dice la verdad y quién no?
Volviendo al comienzo del artículo, una alianza entre el PP, del fundador Manuel Fraga Iribarne, y la formación que diluyó en su día la bandera roja, con la hoz y el martillo, del PCE de Santiago Carrillo y la Pasionaria, sería la guinda del pastel para esta Región en la que ya casi nada nos quedaría por ver a efectos de la política, entendida, no ya como el arte de lo posible, ni siquiera de lo imposible, sino como el más claro ejemplo del absurdo, el estrépito, la escandalera y el alboroto. Estaremos atentos por si acaso.
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