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Soledad en tiempos de pandemia: “Ha empeorado la salud mental de toda la población”

Una joven mira el móvil en su casa

María José Gonzálvez

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“En un mundo obsesivamente hiperconectado a través del espacio virtual, una de cada tres personas se siente sola en los países occidentales, lo cual tiene su correlato en la salud pública que debe atender las consecuencias de la ya conocida como epidemia del siglo XXI”, sentencia la psicóloga Elena Navío. La llegada de la COVID-19 ha agravado, además, de una forma abrupta el sentimiento de soledad en la población: “Las medidas preventivas para controlar el confinamiento han supuesto una ruptura de los vínculos sociales drástica, agravando la patología de los que ya padecían una enfermedad mental previa y empeorando la situación de toda la población”, indica Navío, también vocal del Colegio de Psicológos de la Región de Murcia.

“Me sentía más triste pensando en la sensación de soledad que podía estar atravesando mi hermano interno en el centro sociosanitario de La Unión que en la mía”, cuenta Mercedes Marín. La joven, de 31 años, estudia Periodismo y vive sola desde hace más de siete años en un piso en Murcia.

La difícil convivencia por entonces con la pareja de su madre fue el principal motivo por el que la murciana decidió dar el paso para comenzar una nueva vida independiente. A pesar de ya conoce cómo es afrontar momentos duros sola, Mercedes reconoce que durante estos meses ha sentido la falta de alguien con quién desahogarse: “He echado de menos que alguien me escuchara. Aunque tengo mascotas y me hacen mucha compañía, no me puedo refugiar en ellas cada vez que tengo un bajón”, afirma.

“Siempre he considerado que necesitaba poco afecto de los demás, pero a pesar de haberme refugiado en las redes sociales, me he dado cuenta de que necesito la cercanía real con las personas”, explica la estudiante. Actividades como leer, ver series o emplearse a fondo en sus estudios están siendo determinantes para mantener su mente distraída y aliviar esa sensación de vacío. 

Un mes antes del decreto del confinamiento nacional, Mercedes terminó su tratamiento de inmunoterapia tras haberle sido diagnosticado en 2018 un melanoma en el glúteo. “Me siento muy afortunada de haber recibido el tratamiento antes de que explotara esta situación porque podría no haber sido así”, recuerda. 

“Dar valor a los vínculos humanos”

A pesar de las dificultades que ha pasado la joven, la sensación de aislamiento y los momentos de tristeza provocados por la falta de interacción social, cree que esta situación la ha hecho más fuerte: “Puede sonar paradójico, pero antes de la llegada de la pandemia no me apetecía salir y conocer gente. He aprendido a darle valor a los vínculos humanos”. 

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2019 un total de 4,7 millones de personas vivían solas en España. De ese total, cerca de la mitad (2.009.100) son personas de 65 años o más, de las cuales la mayoría (72,3) eran mujeres. La COVID-19 ha dejado a millones de españoles afrontando la pandemia sin nadie a su alrededor, llevándose la peor parte las personas mayores: “En la vejez, el contacto con la familia les permitía a los mayores seguir estando incluidos en la historia familiar. La situación de aislamiento tan grave que han sufrido, aún estando cubiertas las necesidades básicas, les ha hecho subjetivar una situación de abandono”.

Consuelo Hernández, de 80 años y natural de Molina de Segura, es otra de las personas que ha sufrido las consecuencias provocadas por esta situación. Viuda desde hace 25 años, Consuelo lleva viviendo sola desde hace nueve en su casa de Murcia, cuando su hijo más pequeño se independizó. Dedicada toda su vida a la costura, en la actualidad se encarga de cuidar a sus nietas más pequeñas para mantenerse ocupada: “Aunque estoy acostumbrada a la soledad, es muy aburrido y no me puedo pasar todo el día limpiando”, dice entre risas.

En la sala del hospital, sin sus hijos

“Antes me gustaba mucho 'corretear': iba a ver a mis hijos, íbamos a comer a la huerta los domingos, iba con mis amigas a pasear, pero desde que empezó la pandemia me da miedo hasta ir a comprar”, asegura. Consuelo fue operada por cataratas recientemente y la sensación de estar en el hospital sin su familia le hizo consciente de la gravedad de la situación: “Cuando me vi en la sala del hospital sin mis hijos lo pasé muy mal, me dio miedo que esa situación se volviera a repetir si cogía el virus”. Aunque cuidar de sus nietas cuatro veces por semana la hace sentirse acompañada, Consuelo no oculta sus ganas de que esta situación pase y vuelva a reunirse con toda su familia: “Tengo muchas ganas de abrazar a mi nieta mayor a quien no puedo ver ahora por el confinamiento perimetral”.

La situación de aislamiento a la que están expuestas las personas mayores con la pandemia ha llevado a diferentes organizaciones a tomar medidas. Un ejemplo de ello es el proyecto 'Siempre Acompañados', impulsado por la Fundación La Caixa junto con Cruz Roja y el Ayuntamiento de Murcia. Esta iniciativa se ha puesto en marcha para afrontar la soledad de los mayores con un doble objetivo: sensibilizar al conjunto de la población y construir una red sólida dentro de la comunidad. 

El conjunto de la población está atravesando, en menor o en mayor medida, los efectos de la pérdida de interacción social. Los jóvenes no se quedan atrás, la psicóloga Elena Navío afirma que la necesidad de contacto social de los jóvenes es una necesidad diferente a la de los más mayores: “Para ellos, perder la vida es perder el contacto”, asegura.

Tinder, la “única puerta” para conocer a alguien

En esta pérdida de vida también vemos cómo las relaciones sentimentales se están viendo alteradas. Ana, de 39 años, está viendo como su situación sentimental se estanca de forma indeterminada. “La única puerta para poder conocer a alguien actualmente son aplicaciones como Tinder”, asegura. La ruptura con su pareja hace diez años fue el motivo que la llevó a vivir sola. La enorme carga de trabajo durante el confinamiento fue una vía de escape para no “darle muchas vueltas a la cabeza”, aunque el sentimiento de agobio era recurrente. “La sensación de soledad aumenta porque te das cuenta de que esta situación se está prolongando y cada vez es más difícil conocer a alguien”, asegura. 

El consumo de aplicaciones como Meeting o Tinder ha crecido en torno a un 25 % durante el confinamiento. “El estar en estas aplicaciones me hace sentir viva, que sigo gustando. Se han convertido en la única alternativa actual”, asiente. “El pensar que en 2021 iba a cambiar todo de una forma radical nos ha hecho sentirnos frustrados y estancados”, afirma.

La psicóloga Navío afirma que no debemos “quedarnos paralizados y entregarnos a la nostalgia”. “En estas semanas de aislamiento hemos sido capaces de prescindir de muchas cosas, la mayoría superfluas, y hemos aprendido otras más importantes. Quizá ese es el aprendizaje principal que hay que hacer construyendo otro orden de valores éticos, culturales, productivos y de consumo”.

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