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“Las políticas de igualdad tienen que encaminarse a la corresponsabilidad en los cuidados”

Eva Istúriz, directora del Instituto Navarro para la Igualdad

Rodrigo Saiz

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A pocos días de celebrarse una nueva jornada del 8M, que este año coincide en domingo pero en la que hay convocadas varias manifestaciones y concentraciones en Navarra, y en el año del 25 aniversario del Instituto Navarro para la Igualdad, su directora, Eva Istúriz recibe a este periódico en su despacho, estos días presidido por el espejo que sirve de lema para la campaña de la jornada del Día de la Mujer de este año. Istúriz, que cogió las riendas de la dirección del Instituto el pasado mes de septiembre, pero que lleva años implicada en políticas de igualdad, hace un balance positivo de estos 25 años en los que se han conseguido “muchos avances y llevar la igualdad al centro de las políticas”, pero asegura que no hay que conformarse y seguir luchando para lograr una completa igualdad.

Este año el Instituto Navarro para la Igualdad ha elegido como lema para su campaña del 8M la frase ‘¿Qué haces tú por la igualdad?’ escrita en un espejo. ¿Por qué ese lema? 

Queremos interpelar directamente a la ciudadanía para que tome conciencia de qué hacemos cotidianamente, nuestros gestos diarios por la igualdad. Porque muchas veces sabemos que la desigualdad es una cuestión estructural, pero con nuestras actitudes personales y cotidianas podemos hacer mucho más de lo que realmente nos parece. Cuando te pones delante de un espejo, estás tú con el espejo, no hay manera de esconderse. Con eso queremos interpelar para darnos cuenta de que todo el mundo, haciendo cuestiones cotidianas por la igualdad, podemos provocar cambios. 

¿Y cuáles pueden ser esos gestos? 

Pues sobre todo evitar las actitudes machistas. Tanto los hombres como las mujeres estamos socializados en la sociedad patriarcal y machista y las tenemos. Actitudes machistas cotidianas que muchas veces nos pasan desapercibidas porque las tenemos naturalizadas, pero no lo son. También por ejemplo con el tema de los cuidados. ¿Qué hacemos? ¿Cómo nos implicamos? Sobre todo en el caso de los hombres porque ésta todavía sigue siendo una responsabilidad social de las mujeres, así lo dicen las estadísticas, que nos muestran que la mayoría de las mujeres somos quienes cogemos los permisos y que dedicamos más del doble de tiempo al cuidado que los hombres. 

Este año el INAI está de aniversario, cumple 25 años. ¿Qué balance hace? 

El balance es positivo. Pero las discriminaciones y desigualdades todavía persisten y su máxima expresión es el asesinato. Las mujeres no podemos ser complacientes y decir que ya se han conseguido muchas cosas porque todavía queda mucho por hacer. Pero el balance es positivo. Desde luego en lo que es en el ámbito social. Ahora hay una gran visibilización, hay una serie de normativas y recursos. El reto ahora tiene que ser que esas normativas se materialicen. 

¿Qué hitos destacaría? 

Uno de los grandes logros fue Ley foral de Violencia contra las mujeres del 2015 que supuso alinearse con el convenio de Estambul, siendo la primera comunidad en hacerlo y que ahora se ha recogido en el anteproyecto del Ley de libertades sexuales. Esa ley ha sido muy importante para nosotras en Navarra porque nos ha permitido evaluar recursos, a todas las profesionales que están trabajando y los profesionales que están trabajando con la violencia.

También los planes sectoriales de violencia que tenemos además del general. En ese aspecto, aunque sabemos que tenemos que continuar, porque sigue habiendo lo que hay, podemos decir que el balance es realmente positivo. Por supuesto hay que destacar también la nueva Ley de Igualdad que se aprobó el año pasado para estar en el centro de las políticas. Eso sí, somos muy conscientes de que nos quedan muchas cosas. Tenemos la brecha salarial, la del cuidado, las mujeres asesinadas, las violencias que no se explicitan, que el personal esté formado para detectar esas violencias, porque hay muchas que no se denuncian. 

Otro de los grandes hitos en Navarra por la igualdad también se ha dado del lado de la educación, con el programa Skolae, premiado por la Unesco. 

La educación en igualdad es la base de todo. Por un lado, tenemos que intervenir con lo que ya tenemos, pero hay que prevenir. Y la manera de prevenir es educando y desde luego Skolae es una apuesta muy fuerte. Nosotras con Skolae colaboramos, asesorando y apoyando al departamento de Educación, que es al final quien lo lidera. Si queremos que realmente queremos que haya cambios estructurales, tiene que empezar desde abajo. Sé que es complicado porque antes los agentes socializadores eran la familia y la escuela, y ahora hay otros. Las nuevas tecnologías, las redes sociales hacen a veces el tema más complejo. Por eso creo que tenemos que sumar fuerzas y empezar desde la base para cambiar. 

Cuando se producen estos avances por otro lado, se generan recelos de ciertos sectores, y en el caso de Skolae ha sido clarísimo, incluso sus redactoras tuvieron que declarar en el Tribunal Superior de Justicia de Navarra tras la denuncia de la Confederación Católica de Padres. 

Totalmente. Lo que después fue a nivel estatal lo del ‘pin parental tal’, aquí lo vivimos mucho antes.

Y eso también se ha trasladado al resto de políticas de igualdad. ¿Cómo se vive desde un Instituto para la Igualdad estas situaciones? 

Cuando se avanza hay siempre una reacción de las personas que no quieren que haya cambios, que no creen en la igualdad entre hombres y mujeres y que tienen una visión negacionista. Pero eso significa que hemos avanzado y que estamos haciendo las cosas bien. Mejorables, pero bien. También es una reacción a todo el movimiento de mujeres que ha habido, que ya llevan muchos años movilizándose, y claro que nos preocupa, sobre todo en el tema de cómo puede incidir en sus entornos. Porque que algunos partidos como Vox digan lo que digan, ya nos lo esperábamos. El problema está en cómo influye luego en la ciudadanía y en otros partidos y eso sí nos preocupa más. Por ejemplo, hasta el año pasado no había habido problemas por consensuar el 25 de noviembre declaraciones conjuntas en contra de la violencia hacia las mujeres. Y este pasado noviembre las hubo. 

¿Y cómo se puede luchar contra eso? 

No nos tenemos que desanimar. Los mensajes tienen que ser claros porque si no corremos el riesgo de que personas que en sí no serían proclives a esos mensajes, se dejen influenciar porque tienen eco social. Y luego hay una parte de hacer redes. Que las personas que estamos a favor de la igualdad, hagamos redes y alianzas para no dejar que estas ideologías de extrema derecha nos influencien para nada. 

La presidenta de Navarra mostraba hace unos días su preocupación por el tema de la brecha salarial. La comunidad foral es la segunda comunidad de España con una mayor brecha entre hombres y mujeres, en parte por el peso del sector industrial, el más masculinizado. 

Y también es el que tiene los salarios más altos, mientras que las mujeres estamos más en el sector servicios en el que los salarios son más bajos.

¿Y qué se puede hacer para disminuir esa brecha?

Es una cuestión muy compleja porque la brecha salarial existe en todos los países del mundo, incluso en los que llevan muchos años trabajando en políticas de igualdad y porque, además, no solamente tiene que ver con el sector industrial, sino también con los cuidados.  Se habla siempre de la brecha salarial, pero no la asociamos a la brecha de los cuidados y están íntimamente relacionadas. Cuando más sube la brecha es cuando empiezan las mujeres. La mayoría de las excedencias, las mayorías de los permisos son de las mujeres y claro, cuando nos hacemos mayores todo eso también repercute en nuestras pensiones. Ahí la brecha se agranda todavía más.

Hay que hacer unas políticas que tengan mucho que ver, por un lado, con el tema de la corresponsabilidad, equiparar los permisos, y, por otro lado, es importante también fomentar los planes de igualdad en las empresas y el empoderamiento de las mujeres. Tiene que haber leyes que aborden corresponsabilidad en los cuidados porque es una situación injusta. 

El Consejo de Ministros acaba de aprobar el anteproyecto de la ley de libertad sexual, en la que, entre otras cosas, se elimina la diferencia entre abuso y agresión sexual. ¿Consideras este un gran logro del movimiento feminista? 

Desde luego. A esta ley se llega por las movilizaciones de la ciudadanía, y ahí Navarra ha tenido dos momentos claves y no es casualidad que en Navarra la primera ley foral de violencia contra las mujeres ya estuviera alineada con Estambul. El primero de ellos fue el caso de Nagore Laffage, que fue agredida y asesinada por ser mujer y, sin embargo, no entrabó la ley de violencia de género del 2004 por no ser pareja o expareja, lo que produjo un gran clamor social. Y luego caso de Sanfermines y esa sentencia que también revolvió a la ciudadanía que salió a la calle. Han sido dos sitios importantes que creo que han marcado y que explica por qué ese concepto que trae el anteproyecto de ley ya lo tenemos aquí en Navarra con la ley foral. Son conquistas muy importantes y que tenemos que poner en valor. 

En este 8M se va a reforzar la reivindicación de la diversidad que hay dentro del feminismo: mujeres racializadas o LGTBI+. 

Llevamos ya unos años hablando de dobles, triples o cuádruples discriminaciones. Las mujeres no somos ningún colectivo, somos la mitad de la población, Luego dentro de nosotras hay muchos colectivos porque, aunque partamos de una situación de discriminación en un sistema patriarcal, no es lo mismo ser mujer blanca de clase media que ser una mujer racializada empleada en el servicio doméstico, o ser una inmigrante sin papeles o ser una mujer trans. Me parece que es muy importante visibilizar esto, porque si no, a veces se nos olvida.

La ley foral de igualdad del año pasado ya habla de diversidad de las mujeres y también la ley de Violencia hablaba de tener en cuenta. No es lo mismo sufrir violencia siendo mujer a ser además inmigrante, por ejemplo. También tenemos una subdirección de LGTBI + con un plan de acción para trabajar este tema.

¿Cómo valora el avance en políticas de igualdad en estos últimos años?

En tiempos de crisis las políticas de igualdad son las primeras en sufrir recortes. Y cuando se recorta en igualdad, aumenta la violencia contra las mujeres y aumentan las desigualdades. Avanzar en igualdad cuesta mucho, pero retroceder no tanto. Ahora se habla mucho de que los adolescentes son más machistas y si te fijas, coincide con la época de los recortes. Está relacionado. Y otra cosa que hemos notado las personas que levamos muchos años trabajando en esta materia es que antes cuando una mujer sufría violencia machista no tenía el apoyo de su entorno y el apoyo social que tiene ahora. Eso se ha conseguido gracias a las políticas públicas y al movimiento feminista, que fue quien lo exigió.

En 2019 hubo 55 mujeres fallecidas a manos de sus parejas o exparejas, el número más alto desde 2015. Este año ya van 14 crímenes machistas, ¿cómo se puede acabar con esta lacra?

Es un problema estructural muy complejo. Es un tema que se está poniendo en el centro de las políticas, pero va a costar muchísimo. Por eso este anteproyecto de ley también habla del acoso callejero, porque hay una permisividad que puede haber. Se tienen que impulsar más políticas, pero va a costar.

¿Cuáles son los retos que se marca el Instituto para los próximos años?

Uno de los restos es el de la territorialidad. Los ayuntamientos cercanos a Pamplona tienen todos técnicas de igualdad, pero¿cómo llegamos al medio rural? Es un tema que nos preocupa ahora porque las mujeres rurales lo tienen mucho más difícil para acceder al empleo o los recursos. Y ahora se habla mucho de despoblación, como no integremos ahí la perspectiva de género en las políticas de repoblación, no se va a ser muy eficiente, porque el mundo rural está masculinizado. Por eso vamos a intentar que las políticas de igualdad lleguen a todas las mujeres navarras, vivan donde vivan.

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