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Los centros del Opus Dei en Navarra que segregan por sexo y los padres entienden que no incurren en fraude de ley

Entrada del colegio masculino Gaztelueta de Leioa

Sol Gragera

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Los colegios privados del Opus Dei que segregan por sexo en Navarra han entendido que no incurren en fraude de ley al haber convertido en mixtas sólo las aulas de primero de Primaria. El compromiso que Miravalles-El Redín e Irabia-Izaga firmaron en marzo con el Gobierno foral consistía precisamente en acabar con la segregación por sexo para continuar recibiendo fondos públicos, como marca la ley estatal Lomloe y una disposición de la ley foral de 1998 que regula dicha financiación. Así, el centro privado Irabia-Izaga ha defendido en un comunicado que “cumple el marco normativo actual” y que no ha recibido “ninguna comunicación formal ni informal” por parte de Educación sobre el “incumplimiento” del concierto y las posibles sanciones que el consejero Carlos Gimeno señaló que ya estudian los servicios jurídicos de su departamento.

El titular de Educación sí reconoció esto último tras asegurar no haber realizado hasta el momento “ningún tipo de contacto” con los centros. “Ni entendemos que tengamos que mantenerlo, básicamente analizaremos la situación y a partir de ahí estableceremos la manera de cumplir la ley”, manifestó para advertir después que el gobierno buscará establecer “el procedimiento administrativo más adecuado al respecto para restituir la legalidad”.

Por el contrario, los dos centros privados consideran que no se salen del marco normativo al decidir implantar la educación mixta de manera progresiva, empezando por primero de Primaria, y pese a haber firmado “el total cumplimiento de todo el bloque normativo”, según aseguró la presidenta del Ejecutivo foral, María Chivite. De hecho, los colegios ya sugirieron que no acometerían la adaptación comprometida cuando en un comunicado conjunto señalaron que “han cumplido y cumplirán el marco normativo actual, y el que se deriva de las sentencias del Tribunal Constitucional que declaran que la educación diferenciada es un modelo legítimo y no discriminatorio”. Todo ello, a pesar de que tanto la Lomloe como la ley foral de 1998 recogen que no podrán ser objeto de los conciertos los centros educativos que admitan a alumnos de un solo sexo.

No entiendo por qué [los gobiernos] tienen que imponer algo a los padres si queremos una educación diferenciada

Raquel Yoldi Madre de dos niños matriculados en Miravalles

Padres y madres defienden la adaptación progresiva

Padres y madres de menores matriculados en estos centros defienden la actuación llevada a cabo por los mismos y afirman comprender la adaptación progresiva que pretenden realizar. Al término de la jornada escolar, cerca de una veintena de ellos y alguna niñera forman una fila que guarda escrupulosamente las distancias de seguridad en la puerta del colegio Miravalles, situado en Cizur Menor. Mientras espera para recoger a sus hijos, Raquel Yoldi afirma que el centro ha actuado correctamente: “Ha hecho lo que se pedía. Habrá que ir poco a poco, esto no es de la noche a la mañana. Pero no entiendo por qué [los gobiernos] tienen que imponer algo a los padres si queremos una educación diferenciada”, asegura. No obstante, reconoce que en su caso no es determinante la separación por sexos para matricular a sus hijos en este centro y que no le importa la educación mixta. En su caso, ha optado por Miravalles por ofrecer una educación católica.

Tampoco importa que el aula sea mixta a otra madre, Aida, quien añade además que, de hecho, para ella sería la mejor opción al tener un niño al que después debería llevar al colegio El Redín –ubicado a 7 km de distancia- cuando finalice la etapa de Infantil. Apunta que, en su caso, la elección de centro responde a la cercanía al lugar de residencia y por haberle convencido el sistema educativo. No obstante, defiende la decisión de la dirección ya que, en su opinión, “sería demasiado pronto mover todas las etapas educativas hasta bachiller de repente”. Para otro progenitor, Julián Carranza, que el aula sea o no mixta no es la razón que motiva su opción para matricular a su hijo en Miravalles. Tampoco lo es para otro padre, que prefiere no revelar su nombre, quien no obstante critica que el conflicto responda a un “plan ideológico del gobierno que quiere quitar las ayudas a los colegios que tienen su forma de educar”.

Según otra madre, que tampoco quiere señalar su nombre, el centro “ha actuado de manera correcta ya que el acuerdo que se tenía era la adaptación gradual. Sería un gran impacto estar separados y de pronto mezclar a todos”, opina. Asegura que seguiría llevando a sus hijos a Miravalles de ofrecer una educación mixta, ya que su opción está motivada por la educación católica: “Pero no creo que pueda afectar de alguna manera a los niños que no estén mezclados”, abunda. “Al estar separados creo que se concentran mejor”, opina a la vez que respalda la decisión de la dirección de convertir las aulas en mixtas de manera progresiva. “Están acostumbrados a eso y mezclarlos sería un impacto, un cambio demasiado grande. Creo que es la medida correcta hacerlo gradualmente”, señala.

 

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