EHNE espera que el Gobierno navarro aclare si dará ayudas por el veto ruso
Incertidumbre, tensa espera y cierta indignación. Este es el panorama con el que los sindicatos agrarios navarros afrontan el veto ruso a las importaciones de alimentos desde Estados Unidos y la Unión Europea. Porque, y esta es la alerta del agro navarro, esta situación también afecta a frutas, verduras y carne de porcino de la Comunidad Foral, si no directamente, al menos por el aumento de la competencia de quienes ya no darán salida a su producción en el mercado ruso. De ahí que sindicatos como EHNE o UAGN adviertan de su preocupación por estas dificultades, mientras aguardan que se concrete el reparto de los 125 millones prometidos desde Bruselas, de forma retroactiva, para tratar de compensar las pérdidas.
“La cantidad parece insuficiente”, apunta de entrada Ignacio Gil. Este miembro de la Ejecutiva de EHNE analiza que, si finalmente se opta por retirar la producción, se habla de pagar a los agricultores en torno a 23 céntimos el kilo de melocotón, cuando el año pasado se abonaron entre 27 y 30 céntimos e incluso, en una situación normal y según fuentes sindicales, se podría llegar a los 40. La pera, por ejemplo, suele rondar los 48 o 50 céntimos, y precisamente las miradas del sector ahora están puestas en qué va a pasar con la producción de peras y manzanas.
Desde EHNE se preguntan si el Gobierno de Navarra se planteará promover unas ayudas extraordinarias, complementarias hasta las ahora anunciadas, algo que antojan complicado puesto que “la situación económica es la que es” y puesto que desde Bruselas también tendrían que dar luz verde a estas medidas extra. Preguntados por esta posibilidad, fuentes del Ejecutivo Foral prefieren mantenerse a la espera. El director general de Agricultura y Ganadería, Ignacio Guembe, abogó recientemente, en declaraciones a Efe, por un aumento del importe de los precios de la retirada de los productos porque es “bajo”. No concretó más medidas. Pero sí adelantó que tiene previsto reunirse en próximas fechas con productores, organizaciones agrarias y el Banco de Alimentos. Desde estas entidades se asegura que no se han fijado fechas, hasta el momento.
Todo parece indicar que, finalmente, desde Europa se optará no por destruir la producción sino por darle salida. Los precios fijados como compensación son bajos para que así los productores puedan buscar mercados alternativos, algo que genera suspicacia en el campo, con muchas campañas ya iniciadas y con todos los productores llamando a las mismas puertas. De lo contrario, se trataría de retirar los productos para distribuirlos de forma gratuita, de ahí por ejemplo los contactos del Gobierno Foral con el Banco de Alimentos. El presidente de esta entidad en Navarra ya adelantó recientemente que el veto ruso podría traducirse en un aumento de la llegada de excedentes a sus naves.
Gil, por su parte, lamenta que, pese al anuncio de estas soluciones, todavía no está del todo claro cómo se concretarán en España porque, tras lo anunciado desde la Comisión Europea, ahora tiene que ser el Gobierno central el que concrete el reparto, posiblemente, a través de las comunidades autónomas. Falta por concretar qué productos serían incluidos en estas compensaciones, puesto que “el abanico se ha dejado abierto”. Desde el sector reconocen que, por el momento, no se ha aclarado nada. “¿Posibles soluciones ahora? Ninguna”, lamenta el vicepresidente de UAGN, Luis Miguel Serrano.
“Cuatro o cinco días” tras salir de la cámara
Los agricultores navarros, con la campaña de melocotón y nectarina prácticamente finalizada, ya han empezado a perder productos que no aguantan en las cámaras. Y hasta ahí esperan trasladar las manzanas y peras para intentar ganar tiempo mientras se concretan estas medidas. “Porque, una vez salgan de la cámara, solo hay cuatro o cinco días para dar salida a esos productos perecederos. No más”, expone Serrano. Otra solución podría ser, simplemente, renunciar a la recogida y dejar los frutos en el árbol.
Y, mientras, representantes sindicales como Gil consideran que los consumidores no se dan cuenta de estas dificultades porque, al hacer la compra, los precios se han mantenido, señal de que las cifras “no se corresponden con la realidad” y de que “los intermediarios son los únicos que tienen garantizado su porcentaje”.