Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
ENTREVISTA | Hollie McNish

“Después de tener un hijo nadie quiere admitir que a veces se arrepiente o que piensa en divorciarse”

Hollie McNish. FOTO: Helmi Okbara

Ana Requena Aguilar

“Lloro porque no tengo ni idea de qué sentir. Lloro porque la manera en que siento mi propio cuerpo es completamente desconocida para mí y nadie me dijo nada. (...) Lloro porque Dee está sosteniendo en brazos a una bebé que ha salido de mi cuerpo. Lloro porque ahora tengo un bebé en mi pecho y parece estar bien”. Son solo unas líneas de Nadie me dijo, un libro que mezcla memorias, poemas, y reflexiones a modo de diario en las que la autora, Hollie McNish, recorre todos los recovecos del embarazo y la maternidad. Lejos de tópicos y lugares comunes, McNish usa su primera persona para indagar en las contradicciones de convertirse en madre, pero también en la crítica a una sociedad que vive de espaldas a la crianza y a la experiencia de las mujeres, en el sexo sumamente centrado en la penetración, también después de dar a luz, o en la falta de cuidados postparto. El libro ha sido traducido y publicado en España por la editorial La señora Dalloway.

Dices en el libro que nunca pensaste en compartir estos escritos porque no creíste que nadie fuera a estar interesado. Sin embargo, tus palabras conectan con la experiencia de muchísimas mujeres. ¿Es un síntoma de hasta qué punto las mujeres subestimamos nuestras vivencias como madres, de que la sociedad ha menospreciado la maternidad como asunto central de la vida?

Creo que la sociedad subestima de forma masiva el trabajo que los padres –especialmente las madres– hacen; lo solitario, lo complicado que puede ser, física y psicológicamente, criar a un hijo. Las madres no hablan mucho sobre esto porque no sienten que tengan derecho a quejarse, por muchas razones. Porque alguna gente intenta pero no consigue concebir hijos. Porque otros han perdido un hijo. También creo que hay mucha culpa rodeando la maternidad porque se nos ha vendido como algo maravilloso, comenzando por el embarazo; cuando en realidad es algo lleno de lágrimas y sangre, de romperse, de aburrimiento, y también de felicidad, por supuesto, pero de la felicidad no necesitamos preocuparnos. Sí del resto de sentimientos.

Tu historia comienza con un embarazo inesperado en un mal momento con tu pareja. Así que, desde el inicio, rompes con la típica historia de la pareja feliz con una feliz noticia que dar. ¿Es duro romper con ese estereotipo?, ¿seguimos viviendo en una sociedad con creencias tradicionales sobre la familia y los hijos?

Creo que la respuesta a esta pregunta depende totalmente del lugar donde vivas. En Inglaterra, donde yo estoy, el ambiente de las ciudades está quizá menos lleno de esos estándares ideales de familia que en los pueblos. Probablemente esto suceda así en todas partes del mundo. También los medios, a pesar de lo que la realidad nos dice actualmente sobre lo que significa la palabra 'familia', siguen impulsando este ideal de matrimonio feliz con dos progenitores y dos hijos en muchísimas películas, programas, anuncios... especialmente en todo lo que tienen que ver con Navidad, Acción de Gracias, etc. Aunque está cambiando poco a poco.

El libro se llama Nadie me dijo y esa proclama es la que guía la historia. ¿Hay algo que te hubiera gustado que te dijeran antes de quedarte embarazada y convertirte en madre, algo que no te dijeron?Nadie me dijo

Ninguna cosa específica. Solo me hubiera gustado haber tenido la oportunidad de hablar con más madres y padres. No solemos leer mucho sobre maternidad y crianza antes de convertirnos en padres. La historia de la paternidad no está muy visible en la mayoría de la literatura o en las artes. Sabía más sobre la experiencia de un soldado de guerra, por ejemplo, que sobre las madres o sobre la educación en los colegios. Sobre todo, me gustaría que más gente les contara a los padres de hasta qué punto puedes sentirte excluida de la sociedad, al menos en Reino Unido, desde el minuto en que tienes un hijo. Me hubiera gustado que alguien me dijera a mí y al padre de mi hijo que no habíamos hecho nada mal. Desde el momento en que tuve a mi bebé dejé de sentirme bienvenida en los cafés, en el transporte público o en las tiendas en las que había estado solo una semana antes.

Creo que muchos padres viven demasiado preocupados por si ofenden a alguien o de que su bebé haga ruido o moleste en los espacios públicos, como si fueran solo espacios para adultos. Es algo agotador. En Reino Unido, hay espacios y lugares públicos que se muestran no baby-friendly de muchas maneras. Veo los trenes o aeropuertos o restaurantes de otros países y parecen más cercanos a los niños. Es muy molesto para un padre reciente darse cuenta de todo esto cuando al mismo tiempo te sientes vulnerable o físicamente exhausto. 

En el libro muestras tu miedo al parto y cuentas cómo el hecho de pensar en que otras mujeres en tu misma situación en otras partes del mundo consiguen hacerlo te ayudó. Es algo que describen muchas mujeres como parte de su proceso para asumir el parto. ¿Puede ser el embarazo y la maternidad un momento de especial comunión entre mujeres?

A veces pienso que sí, otras que no. Las mujeres somos personas y las personas discutimos unas con otras. Es duro crear una unión con una madre que habla de partos orgásmicos si a ti se te acaba de desgarrar el perineo en tu parto y te sangran 30 puntos. Las experiencias pueden ser muy diferentes unas de otras. Lo que creo es que la sociedad en general debería saber cuán jodido suele ser parir, cómo de físicamente extenuante es, cuántas consecuencias pueden tener las mujeres si no tienen cuidados adecuados: prolapsos, debilitamiento de la vejiga...

Solo sucederá cuando cosas como los permisos de maternidad o los tratamientos de fisioterapia se tomen en serio a un nivel gubernamental. Ahora mismo y muy frecuentemente parece que estos problemas se amontonan solo sobre las mujeres y sus cuerpos. Conozco demasiadas mujeres con prolapsos innecesarios básicamente por la basura de cuidado postparto que tuvieron. Eso no está bien.

¿Dirías que ambivalencia es la palabra que mejor define la maternidad? 

No lo sé, casi diría más que es “necesito un abrazo”, pero esos son tres palabras.

En tus poemas y escritos criticas el marketing y la industria que rodea la maternidad. ¿Están las empresas haciendo dinero con nuestras dudas y nuestros miedos?marketing

Sí, siempre lo hacen. Como lo hace la industria de la belleza. Como lo hace la industria de la decoración de hogares. Y con los padres es aún más fácil porque se añade tanto la culpa como la preocupación absoluta por la vida de un ser pequeño que está a tu cuidado. La industria alrededor de los bebés es masiva. También lo son las compañías de alimentación para niños. Todos convenciéndote de que comer un puré de zanahoria y jugar con una cuchara de madera no es suficientemente bueno cuando de hecho es mejor. 

La lactancia es un asunto controvertido dentro del feminismo, al menos como práctica política en el mundo actual. En el libro describes un momento en el que te ves amamantando a tu hija sentada en un baño público sucio. ¿Tenemos condiciones reales para decidir y para vivir nuestras decisiones sobre maternidad y lactancia?

No creo que sea tan controvertido. Es decisión de una mujer si dar el pecho o no. Pero todas las razones por las que muchas eligen no hacerlo o no continuar la lactancia siguen fuera de nuestro control: falta de apoyo, falta de flexibilidad laboral, una cultura que dificulta amamantar en público y más. Amamantar es un asunto más político y económico que casi cualquier otro. No es una cuestión de forzar a las mujeres a hacerlo. Se trata de poner en marcha sistemas de apoyo que hagan posible a las mujeres hacerlo de forma satisfactoria, cómoda y sin pudor. 

Unos de tus versos dices “Vivo dos vidas diferentes cada noche y las dos me gustan”. Es difícil sobrevivir a estas paradojas...

Creo que es duro que tantas mujeres estén cambiando todo el día del rol de madre al de amante, al de esposa o al de novia y raramente al de sí mismas. Ser tú misma y recordar quién eres es difícil en la maternidad. Creo que la idea de que las mujeres que quieren tiempo para ellas son egoístas o malas madres o esposas es lo que necesitamos solucionar. 

Reflexionas sobre el sexo y las parejas después de tener hijos. ¿Miente la gente sobre lo que realmente sucede dentro de sus casas?, ¿nos esforzamos por mostrar una imagen que no se corresponde con la realidad?

Uno de los mayores problemas que tienen las madres y padres recientes es que tienen que encajar en un modelo que la sociedad alimenta. Nadie quiere admitir que a veces se arrepiente o que quieren dar marcha atrás o que piensan en divorciarse. La parte del libro que habla de sexo es la que más personas y parejas han venido a comentarme después de las presentaciones. He conocido a muchas mujeres que me han dicho que han usado esos escritos sobre no querer tener relaciones sexuales con penetración para prácticamente apoyar las charlas con sus parejas, para poder decir eso sin sentirse culpables.

Por supuesto, algunas mujeres se sienten bien y les apetece practicar penetración pronto otra vez. Pero la mayoría de las mujeres que conozco no parecen estar en esa situación y se enfadan incluso al pensar en esto. Muchas preferirían un masaje cada noche, o un cunnilingus más que el tipo de sexo que implica penetración y que tenemos como la norma, incluso después de un parto. Quizá esto se quede para siempre, como la maternidad. Dicho esto, en las relaciones entre lesbianas no existe esta desigualdad sexual o de orgasmos después de dar a luz. 

Las mujeres comenzamos a romper el silencio en torno a los tópicos y los traumas de la maternidad, pero ¿qué pasa con los hombres?, ¿experimentan conflictos similares, son conscientes de lo que supone para nosotras?

No lo sé, porque no soy un hombre. Ser madre, en muchas circunstancias, es definitivamente más duro que ser un padre. Obviamente hay padres solteros que tienen que lidiar con todo. Pero hay diferencias biológicas que no pueden ser negadas. Los dos tendrán dificultades, seguro. Pero el embarazo y el parto y los problemas y traumas físicos, los asuntos médicos relacionados con el postparto que suceden con frecuencia, así como las presiones de la sociedad y la obsesión por la belleza que hay sobre el cuerpo de las madres, es algo que solo sufrimos nosotras. El parto sigue siendo el mayor asesino de mujeres en todo el mundo. Tener un hijo no es algo peligroso en ese sentido para un hombre. Esto no quiere decir que la paternidad sea fácil, pero es más fácil que la maternidad en casi todos los casos.

Etiquetas
stats