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ENTREVISTA Psicóloga

Beatriz Cazurro: “El comportamiento que necesitamos corregir como padres es el reflejo de lo que vivimos como hijos”

La psicóloga Beatriz Cazurro.

Rocío Niebla

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Tener hijos nos pone mirando a nuestra propia infancia. La psicóloga Beatriz Cazurro dice que el buen trato no depende solo de encontrar información y decidir qué modelo de padre o madre queremos ser; también tiene que ver con nuestra propia experiencia como niños: “Gran parte del comportamiento que necesitamos corregir como padres, como los gritos o la falta de paciencia, no son más que el reflejo de la desconexión que vivimos en el pasado como hijos de nuestros padres”. 

Bajo la idea de que todo lo que no sea buen trato es maltrato, en Los niños que fuimos, los padres que somos (Planeta, 2022) expone y nos hace reflexionar sobre violencias y abusos que, en ocasiones, tenemos heredados e integrados en nuestra educación, pero que no dejan de ser eso: malos tratos. “Lo importante es que podemos acercarnos a ser los padres que nuestros hijos precisan, a pesar de nuestras necesidades no cubiertas de la infancia, de nuestras limitaciones, de nuestras creencias erróneas, de nuestros tabús y nuestros traumas”, afirma.

Dice que para nuestros hijos somos figuras de autoridad y que una de las decisiones que debemos tomar como padres es cómo queremos ejercerla. ¿Cómo se crea o se ejerce una autoridad sana, sin caer en abusos?

Atendiendo a las necesidades de nuestros hijos, respetando los ritmos, con información acerca del desarrollo evolutivo normal, escuchando… Y poniendo límites que tengan sentido, con firmeza pero sin violencia. 

¿Qué tipos de violencia ejercemos las familias sin pensar que es violencia o abuso?

La palabra educación ha sido y sigue siendo un paraguas bajo el que se han acomodado muchas prácticas violentas. Los gritos, las amenazas, las etiquetas, las humillaciones, los castigos, ignorar... además de otras formas de abuso más invisibles como la luz de gas, por ejemplo. Hemos crecido creyendo que la única forma de poner límites y ejercer la autoridad es así y, sin darnos cuenta, muchas veces seguimos perpetuando actuaciones dañinas que no son necesarias.

Entiendo perfectamente la dificultad de la escuela, con las ratios que hay y la falta de recursos, desde la que se pide que el pañal desaparezca cuanto antes. Pero la necesidad de ir al colegio sin pañal es de los adultos, no de los niños

¿Quitar el pañal antes de tiempo por necesidad de la escuela es violencia?

Obligar a alguien a hacer algo para lo que ni psicológicamente ni neurológicamente está preparado para hacer es violencia. No nos podemos olvidar de que algunos niños empiezan el colegio aún con dos años. Castigarlos si no consiguen algo imposible para ellos por supuesto que es violencia. O dejarlos en clase manchados hasta que pueda ir alguien a buscarlos. Entiendo perfectamente la dificultad de la escuela con las ratios que hay y la falta de recursos desde la que se pide que el pañal desaparezca cuanto antes, pero la necesidad de ir al colegio sin pañal es de los adultos, no de los niños. 

¿Qué opina usted de los castigos? ¿Hay unos adecuados y otros no?

Los castigos son una manera de sentir control por parte de los adultos. Generan miedo, indefensión, alerta, resentimiento y desconexión. Pero generalmente, solo nos fijamos en que a veces el comportamiento que queremos eliminar desaparece tras un castigo. Es importante que empecemos a ver más allá de los comportamientos y comprendamos el impacto de nuestras acciones en el mundo emocional, en la seguridad y en la confianza de nuestros hijos. 

Cuando un niño deja de hacer algo por miedo al castigo no hay aprendizaje, hay supervivencia

¿Aprenden realmente por castigos y premios?

Aprenden a saber lo que queremos que aprendan. Es decir, entienden qué es lo que esperamos de ellos y qué necesitan hacer para conseguir nuestra aprobación e, incluso, nuestro afecto. Pero el aprendizaje real sobre los comportamientos que castigamos o premiamos no lo hacen. Aprender conlleva entender el motivo por el cuál hacemos o no hacemos las cosas, experimentar las consecuencias de nuestros actos, reflexionar, practicar, fallar… Cuando un niño deja de hacer algo por miedo al castigo, no hay aprendizaje, hay supervivencia.

¿Qué métodos alternativos al sistema de castigo y premio aconseja?

La presencia, la escucha, la narrativa de los estados internos desde donde hacen o no hacen lo que les pedimos, la explicación de las consecuencias, la experimentación de las propias consecuencias, los acuerdos, la anticipación de límites… 

¿Puede hablarnos de la violencia por negligencia? 

La negligencia hace referencia a aquellos casos en los que los padres no nos encargamos de las necesidades de nuestros hijos. Hay ejemplos claros como no darles de comer, no cuidar su higiene… pero también se refiere a cuando no nos hacemos cargo de nuestra labor con respecto a sus necesidades emocionales. Los padres y las madres somos responsables de la regulación emocional de nuestros hijos, por ejemplo. Para eso hace falta tiempo, atención, contacto físico, calma. Ignorar las emociones para que dejen de expresarlas es una negligencia, por ejemplo. Lo importante de este tipo de negligencia es que es más invisible y eso la hace más difícil de reconocer, aunque el impacto que tiene es el mismo que el de cualquier otro tipo de violencia.

Afirma que el chantaje es una forma de manipulación, una manera de generar sentimientos desagradables en los otros para que cedan finalmente a lo que queremos. ¿Cómo hacemos chantaje y por qué desestima el método?

Hacemos chantaje de muchas maneras. Intentamos presionarlos para que hagan algo que queremos diciendo que si no lo hacen habrá algo que no reciban: si no te portas bien, no te van a traer el regalo los Reyes, por ejemplo. Pero no solo eso: a veces con nuestra cara de enfado o de pena estamos haciendo chantaje emocional, tratando de hacerlos sentir culpables y que cambien su comportamiento para que nosotros estemos alegres. La manipulación no es recomendable para generar seguridad, confianza y protección, que es lo que nuestros hijos necesitan de nosotros.

Afirma que la sobreprotección es una forma edulcorada de nombrar el control. ¿No puede ser un exceso de miedo?

Claro, pero para poder no sentir nuestro miedo, controlamos a nuestros hijos. Hacemos que no se suban al columpio que nos da miedo, o que no se alejen emocionalmente de nosotros porque nos da miedo sentirnos solos. El control no solo se ejerce de manera autoritaria. A veces, se ejerce tras aparentes buenas intenciones y cuidados. Y es importante empezar a nombrar que si utilizamos a nuestros hijos para tranquilizarnos nosotros, estamos ejerciendo un abuso de nuestro poder y que no los estamos teniendo en cuenta como necesitan.

Los niños tienen derecho a saber la verdad sobre las cosas que les impactan directamente y no les gusta que les mintamos, exactamente igual que nos ocurre a nosotros

¿Qué efectos negativos tiene en nuestros hijos e hijas la sobreprotección?

Falta de confianza en sí mismos, sensación de incomprensión y soledad, duda sobre lo que sienten, culpa, miedo a cosas que no son peligrosas e inseguridad.

Y sobre las mentiras, ¿qué piensa?¿son maltrato hasta si son piadosas?

La mayoría de los actos violentos que ejercemos, creemos que los estamos haciendo por el bien de los niños. Con las mentiras ocurre igual. ¿Qué tipo de mentiras piadosas? Si escondemos que su perrito se ha muerto y le decimos que se ha escapado, ¿cómo va a poder hacer su duelo? Una cosa es ajustar la información a lo que pueden procesar y a su momento evolutivo y otra cosa es infravalorarlos. Los niños tienen derecho a saber la verdad sobre las cosas que les impactan directamente y no les gusta que les mintamos, exactamente igual que nos ocurre a nosotros.

Háblenos sobre la parentificación. ¿Qué es? ¿Cómo se lleva a cabo?

La parentificación es un término que se refiere a aquellas situaciones en que se produce una inversión de roles y los niños acaban asumiendo alguna función que no les corresponde como niños. Cuando se convierten en los encargados de cuidar de sus papás o de algún hermano, por ejemplo. El problema es que tenemos este tipo de comportamientos muy ligados a la idea de niño bueno y a veces no nos damos cuenta de que no es que nuestro hijo sea muy empático, o muy responsable sino que está llevando una carga muy pesada encima.

¿Qué efectos psicológicos tiene el abuso o la violencia física o emocional sobre los niños o las niñas?

La violencia tiene impacto en los niños a muchos niveles. Autoestima baja, sentimientos de indefensión, soledad, miedo, rabia… Pero también puede ser la causa tras algunos problemas de aprendizaje, dificultades a la hora de relacionarnos, incluso de algunos síntomas físicos. A largo plazo, el haber vivido violencia en la infancia tiene relación con la aparición de sintomatología psiquiátrica, consumo de drogas, riesgo de suicidio e, incluso, enfermedades como las cardiovasculares, entre otras.

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