Los piojos sobreviven a la distancia social y se han sofisticado: del vinagre en casa a las empresas expertas que cobran hasta cien euros por tratamiento

Patricia Gea

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Después de los meses de reposo del confinamiento, los piojos han vuelto a ponerse en circulación. Estos molestos bichos que traen de cabeza a las familias no respetan del todo la distancia social y con la apertura de las aulas han seguido pasando de unos niños a otros. De ellos, a los adultos. Además, se han vuelto más resistentes a los productos utilizados tradicionalmente como los champús de farmacia y la permetrina y cada vez se necesitan técnicas más sofisticadas para matarlos. Se ha pasado de untar en casa la cabeza de los niños en vinagre, a llevarlos a centros especializados que ofrecen las últimas novedades en tratamientos de eliminación de piojos.

“Ahora los piojos no se eliminan tan fácilmente como antes con los pediculicidas más comunes”, confirma Anabel Cristina, pediatra. Han desarrollado mutaciones genéticas que les permiten sobrevivir a algunos de ellos como los piretroides, las permetrinas y piretrinas, que a día de hoy ya presentan un “nivel de resistencia generalizado”, añade la pediatra. La Asociación Española de Pediatría considera que si después de uno de estos tratamientos el piojo se mueve lentamente o no se mueve en un periodo de 8 a 12 horas es que ha sido efectivo. Sin embargo, advierte Cristina, “pueden haber dejado vivas entre el pelo las liendres, los huevos de los piojos”. Las liendres son tan pequeñas como el nudo de un hilo y por eso son difíciles de detectar a simple vista.

“Quizá es triste en el siglo XXI, pero la mayoría de las veces lo más efectivo es hacer este trabajo de eliminación de forma manual: quitarlos uno a uno”, explica la pediatra. Incide también en la importancia de detectarlos muy pronto para que no les dé tiempo a reproducirse. “En cuanto el niño o la niña se empiece a rascar la cabeza hay que mirarlo por todas partes y todos los días durante varias semanas, aunque ya les hayamos aplicado un tratamiento, porque es común que vuelvan a salir”. Reconoce que suele ser un proceso engorroso para las familias: “Hay padres y madres que no llegan a todo, están muy liados de tiempo”. La completa eliminación puede llevar semanas e incluso meses porque se requiere cierta destreza, tiempo y paciencia, por eso ella siempre pone una última opción sobre la mesa: “Que recurran a los centros especializados. No es barato, pero sí es cierto que es eficaz”.

Aspiradoras que deshidratan al insecto

Laura Martín es directora de uno de ellos, Head Cleaners, en Madrid. Asegura que la mayoría de los productos farmacéuticos tienen una alta eficacia con los piojos, pero que “ninguno de ellos alcanza el 100% de la efectividad ovicida”. Donde pierden su eficacia es en la aplicación. “La parte mecánica del tratamiento es clave en la solución del problema. Se requiere la extracción manual de las liendres porque si te dejas una sola, vuelven los piojos”. Susana Martín, del centro Kids&Nits, apunta en este sentido que el tratamiento químico “lo que hace es atacar al insecto y matarlo, pero la liendre no desaparece sin liendrera”. Y no vale cualquiera, advierte la pediatra, “si las púas están demasiado separadas, las más pequeñas se van a colar y van a quedarse con el niño”.

Los centros de eliminación de piojos han desarrollado dispositivos y técnicas sin químicos diseñados por ellos mismos. Son una especie de aspiradoras, aunque no como las que nos imaginamos y que utilizamos en casa, que tienen una parte que impulsa aire caliente a gran velocidad y deshidrata al insecto. Después, con aire aspirado se elimina el residuo del piojo o la liendre. La mayoría de centros ofrecen una serie de revisiones a los siete o diez días para comprobar que los piojos no han vuelto. Incluyen estas revisiones en sus precios que, eso sí, llegan a oscilar entre los 70 y 100 euros por persona y tratamiento.

En el caso de un tratamiento tradicional, en casa y bien aplicado, requiere de entre 3 y 5 horas de dedicación intensiva, y vigilancia y mantenimiento durante un periodo de entre 2 y 3 semanas y con un coste medio de 50 euros (loción, champú, lendrera, bálsamo).

Demanda en aumento

La demanda de estos centros ha aumentado mucho en los últimos años. No obstante, como a muchos sectores, han sufrido el confinamiento y además “hay una cosa que a nosotros nos favorece y es la proximidad”, dice Susana, así que “la distancia social nos perjudica”. No hay menos piojos, porque crecen a un ritmo vertiginoso, pero hay menos contagios.

Laura asegura que, aunque “esta ha sido una temporada atípica para todos los sectores”, la realidad es que “la demanda en los últimos años ha ido en aumento”. Por el centro que dirige pasan cada año unos 60.000 clientes, de los cuales aproximadamente el 40% son clientes nuevos. “El aumento de la clientela en los últimos años ha sido exponencial ya que se está produciendo un trasvase del tratamiento tradicional, en casa con productos de farmacia o remedios caseros, hacia el tratamiento profesional, el servicio que damos los centros especializados”.

Aunque se reanuden las clases, y en contra de lo que se suele pensar, el otoño y el invierno son los meses más bajos de estas empresas. “Nuestra época fuerte es el verano, porque no tiene nada que ver que haya colegio o no. En verano las madres y los padres están menos pendientes, los niños están en contacto en campamentos y llegan con contagios mucho más graves y, por otro lado, ”el calor favorece la eclosión de los huevos: si en invierno pueden tardar unos 10 días, en verano se queda en 5“.

La pediatra asegura que no es necesario acudir a consulta cuando se detecta un brote de piojos, simplemente “no hay que esperar, sino ir rápidamente a una farmacia o a un centro especializado y estar pendientes todos los días de la evolución. Tal y como estamos, en el caso de que quieran una receta para la permetrina se puede hacer de forma electrónica”. Antes de terminar, Anabel Cristina quiere romper este mito: “Los piojos no vuelan, no saltan de cabeza a cabeza como las pulgas. Los piojos corren y necesitan contacto directo, aunque sea a través de un peine. Si cuidamos los contactos podemos evitar los contagios”.