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¿A qué fiesta irá la consejera Cristina Uriarte?

La consejera de Educación, Cristina Uriarte, en una comparecencia parlamentaria.

Aitor Guenaga

Bilbao —

Si de lo que se trata es de celebrar una fiesta, todo tendría que ir sobre ruedas. Y así ha sido durante muchos años. Incluso en 2009, cuando la celebración de la fiesta de la Escuela Pública Vasca coincidió con las elecciones europeas de aquel año. Aquel 2009, los padres y madres que llevan a sus criaturas a la red pública marcharon en alegre biribilketa por la localidad guipuzcoana de Bergara. Y la gente se lo pasó en grande: chavales, madres, profesores y los cientos y cientos de personas que dedicaron la jornada a colaborar desinteresadamente para que todo el mundo disfrutara de un día que siempre tiene un trasfondo reivindicativo. Porque a la Escuela Pública Vasca hay que apoyarla y protegerla de toda una serie de políticas 'austericidas' que han terminado por mermar los servicios públicos básicos de este país. Y de toda Europa.

¿Qué ha cambiado en 2014 para que lo que fue posible entonces se haya convertido en una polémica que ya no tiene muchos visos de arreglarse? De entrada, ha cambiado una cosa básica: que quien iba a celebrar su fiesta el 25 de mayo no es la pública, sino las Ikastolas. En concreto, Ibilaldia, la fiesta de la ikastolas de Bizkaia, una reunión lúdico festiva y reivindicativa coordinada por Ikastolen Elkartea y este año organizada por la ikastola Seber Altube en Gernika-Lumo bajo el lema “Euskararen biosfera”.

Que la capacidad de movilización de las ikastolas en sus diferentes fiestas (una por cada territorio en el País Vasco y Navarra, más la fiesta del Herri Urrats en el lago de Senpere, al otro lado de la muga, una celebración que tiene lugar desde 1983) no tiene ni punto de comparación con la Fiesta de la Eskola Publikoa es un hecho. Un dato que también debería mover al análisis, cuando el sector educativo público vasco tiene un músculo y una penetración social nada desdeñable. Y que el próximo 1 de junio en Gernika, si el tiempo acompaña, se pueden juntar en la zona de Urdaibai decenas de miles de euskaltzales hasta sobre pasar los 100.000 es algo más que verosímil. Muchas más de las que sin duda irán a Balmaseda, con el lema “Gorantz goaz, GO, GO” convocadas para ese mismo día por la escuela pública.

Conociendo todos estos datos, ¿por qué de manera unilateral Ikastolen Elkartea (la Asociación de Ikastolas) comunicó en diciembre a las responsables de EHIGE (la asociación de Padres y Madres de la Escuela Pública vasca) “su intención de cambiar la fecha de Ibilaldia al 1 de junio, ya que el 25 de mayo coincidía con las elecciones europeas”. En las últimas semanas han corrido ríos de tinta y las redes sociales han escupido tuits (muchas veces maliciosos) en relación con una polémica que no beneficia a nadie, pero que reparte responsabilidades de diferente manera y en direcciones bien distintas.

Uno de los argumentos empleados por el rostro público de Ikastolen Elkartea, Koldo Tellitu, es que era “totalmente imposible” mantener la fecha el mismo día de la jornada electoral porque “movilizar a más de 100.000 personas durante toda una jornada en un día electoral” podría condicionar el discurrir normal de unos comicios e incluso podría llegar a crear “problemas de seguridad”. Un “día en el que la Ertzaintza tiene que movilizar a sus efectivos” en toda Euskadi “es casi imposible forzarles a que monten un dispositivo especial en Gernika, y nosotros no tenemos capacidad propia para garantizar la seguridad” de la fiesta con ese volumen de personas, admiten desde las Ikastolas.

¿De verdad que la Ertzaintza, con 8.000 agentes desplegados por el País Vasco, es incapaz de montar dos dispositivos especiales para controlar el normal desarrollo de las votaciones y a las más de 100.000 personas que previsiblemente acudirán a Gernika? Discutible. Los más malévolos podrán argumentar que visto lo que pasó en Bilbao durante la celebración del Foro Económico Global, vaya usted a saber. Es una falacia. Porque una cosa es contrarrestar a decenas de violentos con ánimo de arrasar una ciudad y otra bien distinta canalizar una marea humana dispuesta a divertirse y a pasárselo bien. Y punto. Tal vez vistos los comas étilicos de los que alertó el Ayuntamiento de Portugalete en el último Ibilaldia al hacer balance de la fiesta, son otro tipo de problemas los que se generan, algo en cualquier caso anecdótico para la marea humana que mueven las ikastolas en sus fiestas.

La polémica está lanzada y casi nadie espera movimientos de última hora. Ahora, habrá que ver cómo se reparten los responsables del Departamento de Educación las presencias inexcusables en este tipo de eventos. ¿A qué fiesta ira la consejera de Educación Cristina Uriarte? ¿Hará doblete este año? ¿Se animará a ir el lehendakari a la Fiesta de la Escuela Pública vasca? ¿Por que los lehendakaris de los últimos Ejecutivos han hecho luz de gas a la Fiesta de la Escuela Pública vasca? ¿Es la Escuela Pública vasca el “eje vertebrador, fundamental y prioritario del sistema educativo”, como aseguraba el presidente de EHIGE, Carlos López en la carta remitida a todas las Ampas del País Vasco en la que explicaban la polémica por la fiesta de este año? ¿Cambiara alguien de opinión para no hacer coincidir ambas fiestas el mismo día y en la misma provincia?

Queda mucho tiempo por delante pero las respuestas que finalmente se den al respecto definirá y mucho el papel de todos los personajes que tienen cita en esta enrevesada fiesta por partida doble.

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