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Cuando los hijos son los maltratadores

Paola Fernández

San Sebastián —

La violencia ascendente o filioparental es la que ejercen los hijos contra padres y otros miembros de la familia y, según los expertos, es un problema cada vez más extendido. En Euskadi desde el año 2002 al 2008 las denuncias de agresiones a padres o tutores por parte de sus hijos se multiplicaron por cuatro. Y en autonomías como la valenciana, incluso por 14. Sin embargo, según datos ofrecidos por la Ertzaintza en los últimos cuatro años la tendencia en Euskadi se ha estabilizado y no se han producido grandes aumentos entre 2010 y 2013.

Cuando se habla de violencia filioparental se refieren esencialmente a la ejercida por menores de edad. Sin embargo, la violencia ascendente es la ejercida por mayores de edad a sus padres. Según los datos recogidos por el Departamento de Seguridad del Gobierno vasco desde 2010 se han producido un total de 1.541 denuncias por este tipo de agresiones, 377 por parte de menores y 1.164 por mayores de edad. En el último año 2013, el número total de denuncias ha sido de 388 en la CAV, 223 en Bizkaia, 121 en Gipuzkoa y 44 en Álava.

La presidenta de la Asociación Profesional de Criminólogos de Navarra y directora del Curso, Nahikari Sánchez, ha asegurado que estos datos “son sólo la punta del iceberg de una realidad más amplia”, ya que creen que existe “una cifra negra interesante”. La cifra negra es aquella cantidad de casos que “suceden, pero no se denuncian”. En este caso porque los padres “sienten vergüenza y en muchos casos creen que han fracasado como padres”. Además, a los padres les preocupa lo que les pueda pasar a los agresores porque “a pesar de todo son sus hijos”. Un dato llamativo es que, aunque hay más varones agresores, la diferencia con las mujeres no es tan grande en comparación con otros delitos tipificados como robos o vandalismo.

Nuevo perfil

La directora del Curso ha explicado que en los últimos años se ha producido la “repentina aparición de un nuevo perfil de violencia localizada en familias aparentemente normalizadas”. Esta violencia estaría producida por hijos que “no presentaban previamente problemas” y que son responsables del “espectacular incremento de las denuncias judiciales”. Hace unos años estas violencias se producían en entornos de familias desestructuradas, sin embargo hoy en día existe “una amplia heterogeneidad y no existe un perfil concreto de menores que maltratan a sus adultos”.

Aun así, hay factores que llevan a un joven a ejercer tanto violencia psicológica, como física e incluso económica. Entre los factores sociales Sánchez destaca los cambios en los modelos familiares, ser padres a una edad tardía, sobrevaloración de la juventud faltando al respeto a los mayores, la crisis de autoridad de las instituciones o la creencia de que “se encarguen de educarlo en el cole”. También puede haber factores individuales como que el joven tenga baja autoestima, sea egocéntrico o impulsivo.

El entorno familiar es un factor importante y en este sentido la criminóloga destaca que puede llevar a esa violencia el hecho de que existan “experiencias previas familiares de utilización de la violencia para resolver conflictos”. Además de padres excesivamente permisivos, sobreprotectores, insatisfechos con sus roles o que exista una relación excesivamente próxima con los hijos, ya que “a veces se piensa que es bueno ser el mejor amigo de tu hijo, pero es perjudicial”. A pesar de todo Nahikari Sánchez apunta que “no todo es culpa de la familia” y recomienda sobretodo fijar límites y actuar cuanto antes. “No puede ser que el hijo de tres años tenga el mando de la tele y en casa se vea lo que diga”, destaca.

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