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“En nombre de la seguridad nos hemos cargado los principios que regían la ayuda humanitaria”

Tica Font, directora del Instituto de Paz de Cataluña.

Eduardo Azumendi

La guerra fría, la globalización y el 11-S han cambiado la concepción de la seguridad. Hasta el punto de que las amenazas que están marcando la estrategia de seguridad de la UE condicionan su política de ayuda humanitaria y la cooperación civil-militar. Tica Font, directora del Instituto Catalán Internacional por la Paz (ICIP), lamenta que la ayuda humanitaria se haya instrumentalizado “con caracteres políticos que se dictaminan desde la UE o desde cada uno de los países”. “Hay una instrumentalización política de la ayuda humanitaria y de la cooperación al desarrollo para implantar la agenda liberal y la paz liberal y ejercer un control sobre la periferia del mundo”. Esta situación ha traído como consecuencia que ya no haya “ni neutralidad, ni imparcialidad, ni independencia” en materia de ayuda humanitaria.

Font, quien ha intervenido en los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco sobre los peligros actuales de la UE, como las desigualdades socio-económicas, políticas y fiscales. La línea de la neutralidad, la imparcialidad y la independencia es muy frágil y así lo ha demostrado con un ejemplo. “En algunos espacios de la ex-Yugoslavia, Cruz Roja negoció con las partes enfrentadas para tener 24 horas sin tiros y hacer un corredor humanitario para permitir que la población saliese de la zona en conflicto”. Por un lado “eso ha salvado vidas”, pero por otro “Cruz Roja ha intervenido entre los objetivos del conflicto”. Este conflicto buscaba “separar las comunidades por etnicidad. Serbios tenían que abandonar territorios que Croacia consideraba que eran croatas, y viceversa”.

Lo mismo ocurre con los hospitales. “Si yo estoy en situación de conflicto y los militares tienen que proteger mi hospital, mi hospital se transforma en objetivo de lucha”. Es aquí donde se están planteando si tienen o no que tener un hospital. “Este es un dilema que no está resuelto”, ha lamentado.

Esto provoca que estas organizaciones pasen a “ser actores del conflicto y se convierten en objetivos”. Comienzan a ser vistas por los actores armados implicados como “una parte que hay que atacar de forma violenta”. “Hasta la exYugoslavia nos encontramos con que en un mismo territorio había ONGs, agencias estatales de cooperación, misiones de carácter policíaco y político….”, cada uno de ellos por su parte haciendo una tarea diferente. En la nueva estrategia “se concibe que la acción hacia la gobernabilidad y el desarrollo hay que plantearla de forma conjunta”. Esto ha sido denominado como “cooperación civil y militar”. “Los militares pueden prestar servicios de seguridad a civiles y gobernantes y servicios de transporte, distribución y protección a las organizaciones civiles que trabajan en el terreno”, ha explicado la ponente.

Los peligros, fuera y dentro

Los peligros, fuera y dentroEl 11-S demostró, según Font, que “los peligros están fuera y dentro”. Desde entonces, las estrategias de seguridad abarcaron tanto “aspectos públicos como privados” de la vida y se realizan desde una visión global entre dimensiones “policiales, militares y de seguridad”.

La seguridad de cada país viene también condicionada por “la estabilidad existente en otros países del mundo”. Lo que se pretende es conseguir “una paz liberal” mundial basada en “tres pilares”: democracia, economía de libre mercado y la lucha contra el terrorismo.

Así, ¿a quién hay que dar seguridad y de qué hay que estar seguro? En el concepto más clásico “el que tiene que estar seguro es el Estado y las élites. Las amenazas eran del exterior, había que asegurar la soberanía y la independencia”, ha explicado. Ahora, los problemas son “globales y multidimensionales. Aparte de las amenazas militares, hay amenazas económicas, de mal gobierno, de pobreza, migratorias…Todo esto también son problemas, riesgos y amenazas a la seguridad”.

En el 2008 se plantearon las amenazas a la seguridad europea: “El terrorismo y la delincuencia organizada, la ciberseguridad, la seguridad energética y el cambio climático. No puede existir el desarrollo de una comunidad sin que se erradique la pobreza y no se puede plantear una paz sin seguridad. Lo que se está diciendo es que seguridad, desarrollo y paz deben de ir unificados en una estrategia de acción que tenga en cuenta todos los elementos”.

“España tenía que construir en el oeste una base militar”, ha explicado la ponente. Esta base ha acabado su construcción en 2009, ha costado 44 millones de euros y está preparada para albergar a 1.500 militares y policías. También se han construido “160 kilómetros de carretera, una pista de aterrizaje, un hospital y otros proyectos de impacto rápido” con un presupuesto de 43 millones de euros.

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