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“La represión sexual de los modelos tradicionales conduce a los abusos sexuales y a la pederastia en la Iglesia”

Lidia Rodríguez Fernández, presbítera y teóloga profesora de la Universidad de Deusto.

Miguel M. Ariztegi

Lidia Rodríguez Fernández (Valencia, 1968) es presbítera ordenada de la Unión Bautista. Es Licenciada en Literatura Española por la Universidad de Valencia y Doctora en Teología Bíblica por la Universidad de Deusto, donde desde 2006 enseña en las Facultades de Teología y de Psicología y Educación. Está casada. Imparte en el Foro Gogoa de Pamplona la conferencia El ministerio eclesial de las mujeres, el patriarcado y el poder en las iglesias. De verbo rápido y discurso reflexivo, subraya que la Iglesia “no es uniforme, y por tanto la experiencia de las mujeres es muy diversa”. Le preocupan los debates que afectan a las iglesias cristianas hoy: los abusos sexuales, la pederastia, el feminismo, la secularización de la sociedad… considera que la Iglesia Católica debe hacer un “esfuerzo cultural por reconectar con la sensibilidad contemporánea”. Sus últimas publicaciones están dedicadas a la relación entre Biblia y cultura y a la exégesis feminista del Antiguo Testamento.

Los abusos sexuales son un problema que está afectando gravemente a la Iglesia católica a escala mundial. ¿Qué puede hacer la perspectiva de género para superar esta crisis?

Una durísima crítica a los modelos de sexualidad tradicionales, que reprimen algo que es propio de todo ser humano, ya que estamos constituidos sexuadamente. Esa represión conduce, en ocasiones, a que no se permita un ejercicio sano, normalizado de la sexualidad. Y también a que haya un imaginario reprimido, donde todo es sucio, oscuro, malvado.  Y entonces nos encontramos con que los seres humanos reprimidos toman el peor de los caminos.

Los abusos sexuales

Sí, pero creo que, como las violaciones, los abusos sexuales tienen más que ver con el ejercicio del poder que con la sexualidad. En esas estructuras tan jerarquizadas, el abuso a mujeres es algo que todavía no ha salido a la luz pública. Que es tan grave como la pederastia, pero todavía no ha salido tanto a la luz pública. Será un debate que deberemos abordar, aunque parece menos relevante hoy en día. Los abusos a niños y mujeres en la Iglesia tienen que ver con el ejercicio del poder.

¿La iglesia debería hacer más? ¿O parece que por fin comienza a abordar el tema en serio con la presión a la que se ve sometida?

Todas las instituciones, ya sea la Iglesia u otras, han tenido un grave problema: creer que las miserias, los trapos sucios, deben solucionarse de puertas para adentro. La política de ocultamiento, el es mejor que no se sepa. Para no dañar la reputación, para no dar argumentos a los críticos… ha sido una política muy perversa. Y la Iglesia católica todavía conserva en algunos países el derecho de jurisdicción: es ella misma la que juzga, sentencia y condena a pederastas y violadores. Desde otras confesiones cristianas reclamamos y exigimos que los delitos deben ser juzgados por la Justicia civil. No puede existir una Justicia paralela que condene, entre comillas, a un pederasta a vivir aislado en un monasterio el resto de su vida.

¿Qué implica la perspectiva feminista, de género, en las religiones?

Tiene muchas facetas. No hay una única forma de hacer lectura de género de las religiones. Lo que nos caracteriza a las biblistas y teólogas cristianas feministas es que hacemos una aproximación crítica a los textos sagrados, vinculantes. De la interpretación que se ha realizado de esos textos y de la realidad social y eclesial de las mujeres en las diferentes iglesias cristianas. Es la hermenéutica de la sospecha: ¿qué nos ha llevado a donde estamos ahora? Esas interpretaciones han marcado una forma de ser hombre y de ser mujer también dentro de las iglesias cristianas.

¿Se sienten apoyadas en estos estudios, forman parte del día a día de las facultades o son una minoría?

La realidad es muy diversa. Yo trabajo en una Facultad de Teología de los Jesuitas, pero soy protestante. Me muevo entre diferentes mundos dentro del cristianismo. Es cierto que en algunos sectores se habla de la ideología de género como si fuera una perversión del análisis de la realidad. Hay hostilidades y sospechas, porque el discurso crítico de género puede resultar peligroso para modelos tradicionales del ejercicio de la autoridad, ya que los desestabiliza. Pero cada vez hay más confesiones cristianas que promocionan los estudios con perspectiva de género, porque buscan una transformación de las estructuras, de las formas de gobierno y decisión. La realidad es muy plural.

¿Considera al papa Francisco un aliado del feminismo en el seno de la Iglesia?

Al no ser católica me da cierto pudor hablar de él, porque no es una persona vinculante para mí. Pero desde fuera, desde una confesión que no es la católica, aprecio un tono muy distinto, los gestos son diferentes. Pero eso no es suficiente, las mujeres católicas piden cambios estructurales, no solo gestos y apertura que no acaba de materializarse en una transformación. La inercia de una institución tan antigua y todavía hoy tan poderosa exigirá mucho más que un papa con buenas intenciones.

¿Qué pasos deben dar las religiones para reconectar con sus fieles, para frenar el proceso de secularización?

Es un tema muy complejo. Lanzo un par de ideas: autocrítica y no poner paños calientes en los errores. No solo errores, debería avergonzarnos lo que se ha hecho en nombre de Dios en las iglesias cristianas. Autocrítica sobre el pasado y el presente. En segundo lugar, hacer un análisis y decidir qué es importante hoy, en el mundo secularizado y posmoderno en que vivimos, para difundir el mensaje que proclamamos. Que tenga sentido para los hombres y mujeres de hoy. Las liturgias cristianas están totalmente desconectadas de la sensibilidad contemporánea. Se han convertido en un elemento casi casi de arqueología religiosa. No se entienden los símbolos que se emplean, ni las músicas. Las iglesias deben hacer un esfuerzo cultural por reconectar con la sensibilidad contemporánea. Y ahí se incluye la perspectiva de género, la reivindicación de la mujer.

El papel de la mujer en las iglesias es un debate cada vez más presente. ¿Ha llegado el tiempo de hablar de igualdad también en las religiones?

Hay confesiones religiosas que hace mucho tiempo que han recorrido ese camino. Eso no quiere decir que esté todo acabado. Protestantes y Evangélicos ya hablan en sus estatutos de la igualdad entre el hombre y la mujer. Pero esas mujeres se enfrentan a los mismos problemas que las que están fuera de las confesiones. La Iglesia Católica maneja en estos momentos un documento, que se ha entregado al papa Francisco, que reivindica el trabajo de las mujeres en las primeras comunidades cristianas. Se llamaban diaconisas. Esto es una forma de reivindicar el papel que las mujeres deberían tener en la Iglesia hoy. Hacer una lectura creativa del pasado y de la tradición es necesario.

¿Comparte con su compañera Carmen Bernabé que son solo razones culturales las que limitan el papel de la mujer en la Iglesia?solo razones culturales las que limitan el papel de la mujer en la Iglesia

Sí, tiene que ver con el desarrollo histórico de las confesiones cristianas. Igual que hablamos el patriarcado en general, que ha condicionado históricamente el acceso de las mujeres a la participación de igual a igual con el hombre en la sociedad, lo hacemos en el ámbito de las iglesias cristianas. El debate público ya está abierto. Pero otra cosa es qué posibilidad tienen las mujeres de participar en él. Muchas veces es un debate interno, clandestino. Debemos democratizar y socializar un debate que lleva años produciéndose. Las iglesias cristianas trabajan mucho de puertas adentro. Lo cual genera sospechas en aquellos que no pueden acceder. Y, en segundo lugar, quien controla el acceso a los medios, tanto internos como los de comunicación social, supone un filtro muy poderoso para decir quién puede hablar y quién no.

 

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