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eldiario.es presenta 'Operación Chanquete', novela veraniega por entregas escrita por Isaac Rosa e ilustrada por Manel Fontdevila. Una mirada crítica a la nostalgia y la mitificación de los años ochenta, protagonizada por un misterioso grupo de jóvenes activistas, que con sus espectaculares acciones denuncian la falta de futuro. Una historia de intriga y humor llena de precarios, submileuristas, becarios y gente que no se ha enterado de que la crisis ya pasó.

Entrevista con Chanquete, el abuelo de España

Isaac Rosa / Manel Fontdevila

Les ofrecemos, en exclusiva para los lectores de eldiario.es, la primera entrevista con “Chanquete”, el enigmático cabecilla de una organización conocida por las autoridades por el nombre de “Comando Verano Azul”, y que lleva semanas realizando insólitas acciones de denuncia contra la situación social y laboral de los más jóvenes, y la falta de futuro. La entrevista tiene lugar en Nerja, localidad malagueña conocida precisamente por haber sido el lugar de rodaje de la popular serie “Verano azul” en 1981. Hasta allí me desplazo para mi encuentro con este misterioso personaje.

La cita se produce, cómo no, en el “Parque Verano Azul”, situado a la entrada del pueblo y que homenajea con inscripciones y azulejos conmemorativos a los protagonistas de aquella ficción televisiva. Al fondo del parque, junto al aparcamiento lleno de autobuses turísticos, encontramos “La Dorada”, el famoso barco de Chanquete, en realidad una réplica del original que fue desmontado al terminar el rodaje.

Cuando llego hay decenas de personas fotografiándose delante del barco, imagen que se repite a diario, parada obligatoria para varias generaciones de españoles que se reencuentran ahí con su memoria sentimental. Estamos en el santuario de los ochenta, la zona cero de la nostalgia. Veo sobre todo mujeres y hombres en torno a los cuarenta años, aunque también hay jóvenes que se retratan con el mismo entusiasmo y canturrean el “no nos moverán”.

Encuentro a Chanquete en una zona más tranquila del parque, algo alejada del barco. Mi misterioso interlocutor oculta su rostro durante toda la entrevista con la misma careta que ya se ha convertido en icono del descontento, sobre todo entre los jóvenes. Aunque se niega a darme datos personales, calculo que no debe de tener más de veinticinco años. Y un dato importante: es mujer. Sentado en un banco, se toma su tiempo antes de responder a cada una de mis preguntas.

-¿Quién es Chanquete?

-El abuelo de España, ¿no? El abuelo de la Transición, el hombre bueno y justo que personificaba el consenso, el diálogo, la reconciliación, todo eso que las autoridades querían transmitir a los ciudadanos: democracia, cambio y libertad, sí, pero con mesura, dentro de un orden, con el paternalismo de un Chanquete que pastorease a una sociedad menor de edad, hambrienta de libertades y derechos, pero también temerosa ante el nuevo tiempo.

-Bien, pero yo no preguntaba por el Chanquete de la ficción, sino por usted: quién está detrás de esa máscara.

-Yo también soy un personaje de ficción. Una creación colectiva. Soy cualquiera, soy todas y todos, soy nadie. Soy precaria, soy parado, soy becaria, soy desahuciado, soy mileurista, soy submileurista, soy trabajadora pobre, soy rider, soy falsa autónoma, soy interino, soy sin papeles, soy emigrante en Alemania o Escocia, soy consumidora de ansiolíticos, soy víctima de…

-De acuerdo, ya lo he pillado. ¿No suena un poco… grandilocuente?

-Al contrario. No quiero ningún protagonismo, no soy nadie. No me presentaré a las elecciones, no acabaré en una tertulia de televisión, esta es la única entrevista que voy a conceder. Lo importante no es lo que yo diga o haga, sino lo que están diciendo y haciendo tanta gente estos días. Que hayamos perdido el miedo, que hayamos volcado el tablero y las fichas, y no queramos seguir jugando a este juego donde otros ponen las reglas y siempre perdemos. Yo no importo, solo he dado el primer paso. Si yo caigo, seguirán otras, esto es imparable.

-¿Por qué “Verano azul”?

-Porque es la serie que mejor representa la España del final de la Transición, período decisivo para entender mucho de lo que hoy nos pasa. Parece un entretenimiento costumbrista, la simpática historia de una pandilla, sus aventuras y complicidades, pero en realidad era… un proyecto de ingeniería social.

-Venga ya, ¿habla en serio?

-Por supuesto. Estamos intentando reunir documentos de la propia producción de la serie que así lo probarán, instrucciones del gobierno, guiones revisados por las autoridades. Pretendían educar a los españoles en los valores del nuevo tiempo. Ahí estaban los cambios, sí, para normalizarlos en la sociedad: los jóvenes buscando más libertad, la democracia, el divorcio, la huelga, la protesta, la mujer liberada, la ecología… Pero sin sacar los pies del tiesto, con Chanquete como rey bueno y sabio, conciliador, que parece anarquista en su barco, pero en realidad es quien conserva el orden social.

-Mmmm, creo que no hemos visto la misma serie, pero sigamos. Aquí al lado hay ahora mismo más de cien personas haciéndose fotos con “La Dorada” y cantando el “no nos moverán”. Parecen felices, no sé yo si podemos considerarlos víctimas de un… ¿cómo era?

-Proyecto de ingeniería social.

-Eso es, gracias. ¿No teme que todos esos se sientan atacados por su discurso tan hostil a toda nostalgia?

-Al contrario, nuestras madres, padres y hermanos mayores son los primeros que deberían rechazar todo ese chantaje sentimental. Se han encerrado en la nostalgia, en la idealización de un tiempo que no era tan ideal y que además no va a volver, se han construido allí un refugio, una identidad, un lugar al que pertenecer. Pero es aquí y ahora donde tienen que construir, y aquí tenemos que sumar fuerzas, estamos en el mismo lado. En vez de mirar tanto a hace treinta años, deberían mirar a dentro de treinta años, cuando sean viejos, ¿qué pensiones esperan encontrar cuando se jubilen? ¿Esperan jubilarse siquiera?

-En sus acciones han cometido ilegalidades, y por eso les persigue la policía. ¿Se imponen límites, o vale todo?

-Se llama desobediencia civil, siempre ha sido así. Las libertades y los derechos avanzan a golpe de desobediencia, que siempre encuentra represión e incomprensión. Los héroes civiles que hoy recordamos con honores son los desobedientes de ayer, y también entonces los llamaron delincuentes, o terroristas, y los persiguieron.

-¿Se considera entonces un “héroe civil”?

-La historia nos juzgará.

-Hay quien está de acuerdo con sus reivindicaciones pero no comparte sus métodos, que creen que pueden ser contraproducentes. ¿Por qué no utilizan otras vías más, digamos, propias de la democracia?

-¿Como cuáles? ¿Nos presentamos a las elecciones? Eso les dijeron a nuestros hermanos mayores hace ocho años, cuando el 15-M: si queréis cambiar las cosas, presentaos a las elecciones. Y eso hicieron: dedicar todas sus fuerzas y tiempo durante años a montar partidos y candidaturas, organizar estructuras, celebrar congresos y primarias, presentarse a todas las elecciones, participar en las instituciones, hasta gobernar ayuntamientos. ¿Y qué ha cambiado? ¿Ha mejorado algo la realidad? ¿Ha mejorado para nosotros, los más jóvenes?

-¿Están vinculados a alguna organización o partido político?

-A ninguno. Nos han querido relacionar con el independentismo, con ETA, con el yihadismo, con Podemos, con Venezuela, con Rusia, con Irán, con el comunismo, ¿me olvido de algún villano? No somos de nadie, y a la vez somos de todos.

-¿Cuáles serán sus siguientes pasos? ¿Tienen hoja de ruta o están improvisando?

En este momento Chanquete se sobresalta, se pone en pie de golpe. Me doy la vuelta y veo tres coches policiales que se acercan a toda velocidad hacia nosotros. Cuando vuelvo a girarme, Chanquete ha desaparecido. Termina ahí nuestra entrevista.

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eldiario.es presenta 'Operación Chanquete', novela veraniega por entregas escrita por Isaac Rosa e ilustrada por Manel Fontdevila. Una mirada crítica a la nostalgia y la mitificación de los años ochenta, protagonizada por un misterioso grupo de jóvenes activistas, que con sus espectaculares acciones denuncian la falta de futuro. Una historia de intriga y humor llena de precarios, submileuristas, becarios y gente que no se ha enterado de que la crisis ya pasó.

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