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Próxima estación: movilidad universal, una apuesta cognitiva

Imagen de un semáforo.

Samuel Romero Aporta / Manuel Campos Cebrián

Coordinador de proyectos / gerente de la fundación Asindown —

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¿Se ha parado el lector o lectora a pensar cuántas veces se desplaza en un día? ¿Cuántas veces camina por su ciudad o pueblo, coge el transporte público, su bicicleta, patinete? A todas luces parecen tareas cotidianas, sin más problemas que compaginar horarios, ver la disponibilidad del medio de transporte a utilizar o si la calle en obras al lado de casa está de una vez terminada y la acera está por fin disponible.

Pero, ¿están realmente nuestras ciudades y nuestros sistemas de transporte adaptados para todos y todas? Sobre el escenario actual de crisis ecológica, con el foco puesto en alternativas que reduzcan las emisiones y el consumo de recursos finitos, las soluciones en todos los ámbitos deben contar con un factor fundamental: ser universales. Es decir, deben tener en cuenta todos los puntos de vista que permitan que cada persona pueda acceder o disponer de ellos.

En el año 2006, hace ya 14 años, se celebró la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad cuya resolución fue firmada y ratificada por prácticamente todos los países del mundo. El documento concluyente incluía, en su artículo 20, la necesidad de adoptar medidas que aseguren la movilidad de todas las personas con la mayor independencia posible. Sin embargo, aunque se ha avanzado sustancialmente en la atención a las personas con discapacidad física o sensorial, queda un inmenso camino por recorrer para hacer universal el derecho a la movilidad de las personas con discapacidad intelectual.

La señalización de nuestras calles y plazas, nuestros planos de metro, cercanías y autobús y la cartelería que pretende orientarnos en nuestras ciudades no es inclusiva. En su diseño, su puesta en marcha y análisis no está considerada la perspectiva de un colectivo que debe poder disfrutar de forma plena del derecho a moverse de forma independiente por la ciudad. Y es que, la inclusión social, reside justamente en la puesta en marcha de cuantas herramientas y mecanismos sean necesarios para garantizar de forma igualitaria los derechos para todas las personas y ello conlleva destinar recursos adicionales y herramientas innovadoras para atender las necesidades de aquellos colectivos que lo precisen.

El año pasado poníamos el foco en esta semana de la movilidad en la necesaria transformación hacia la universalidad del transporte. Este año, nos toca seguir reivindicando una movilidad pensada por y para todas las personas, que incorpore los puntos de vista precisos en su planificación y diseño para garantizar su acceso universal. La accesibilidad cognitiva debe formar, por tanto, un papel clave en la adaptación de nuestras ciudades. Ello repercutirá no sólo en la atención a las necesidades de las personas con discapacidad intelectual sino que beneficiará a una gran mayoría de la población. Ya se empieza a vislumbrar en algunas ciudades algunos signos de mejora en la accesibilidad cognitiva. Pamplona, de la mano de la Asociación Navarra de Autismo (ANA) ha mejorado sustancialmente la señalética de la ciudad en comercios, edificios, semáforos, etc., el metro de Ciudad de México incorporó pictogramas para facilitar el viaje a personas con dificultad de lectura o ya son varias las iniciativas en empresas municipales de transporte que pretenden facilitar el viaje a través de programas de acompañamiento o pictogramas en paradas de autobús. Sin embargo, toda apuesta por la accesibilidad cognitiva, requiere de propuestas integrales y de aplicación a todos los sistemas de transporte público y todas nuestras ciudades. El uso de las nuevas tecnologías puede, asimismo, ayudar a que el acceso a la información de nuestras ciudades tenga en cuenta las necesidades específicas de cada ciudadano o ciudadana. Y es que, de eso trata la inclusión, de generar sociedades cada vez mejores.

Desde Asindown nos ponemos por tanto a disposición de las Administraciones Públicas para colaborar en los planes de transformación de ciudades y entornos urbanos en los que la movilidad juega un papel fundamental. La colaboración entre entidades sociales y entidades públicas consideramos conducirá a avanzar hacia ciudades pensadas para todos y todas en las que cada persona se sienta parte activa de la sociedad en la que vive.

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