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Si nada cambia, la futura Ley de Residuos no podrá garantizar la circularidad de los envases

Fundador del Cidec (Centro de Innovación y Desarrollo de la Economía Circular)
Imagen de archivo de desechos plásticos en una playa cercana a la ciudad de Cancún (México) en diciembre del 2019. EFE/Lourdes Cruz

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La tramitación del Proyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados, que se debate estos días en el Congreso, representa una enorme oportunidad para que España pueda dar un importante paso en favor de la sostenibilidad, la protección del medio ambiente y la economía circular. Desde el CIDEC, el Centro de Innovación y Desarrollo de la Economía Circular, creemos que esto pasa, en general, por entender el plástico como un recurso, y no como residuo. Por eso, creemos que es necesario ir mucho más allá de lo que establece actualmente el Proyecto de Ley en la promoción de un mercado español de r-PET o plástico reciclado. 

Los plásticos forman parte de nuestras vidas en muchos aspectos, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos: el teléfono móvil que usamos, mucha de la ropa que vestimos, o hasta el envase de muchos de los productos que comemos. Su uso ha ido creciendo, pues se trata de un material versátil, ligero, resistente, seguro y reciclable. Ningún material combina estas características. Por ello, el problema no es el plástico. No se trata de acabar con él, si no de abordar qué uso le damos y cómo gestionamos los residuos una vez dejan de ser funcionales, para así poder darles una nueva vida. Esa es la verdadera virtud de un modelo económico circular. 

Para que este nuevo marco sea exitoso, y consigamos reducir la producción de plástico virgen, el r-PET (el único plástico reciclado y reciclable, apto para uso alimentario), debe jugar un rol clave. Las propiedades que hacen al r-PET un aliado de la transición ecológica las conocemos gracias al estudio “R-PET, la mejor solución para garantizar la circularidad de los envases”, que realizamos desde CIDEC en colaboración con Vertidos Cero, CIRCE, ICTA, AIMPLAS, AINIA, IDAEA-CSIC y AFI. El informe constató que el r-PET es el material más sostenible y eficiente, puesto que su producción nacional tiene asociada en su ciclo de vida una huella de carbono más baja frente a los productos importados. 

Por tanto, el r-PET, además de cumplir con los más altos estándares para estar en contacto con alimentos y bebidas de una forma segura, es el material más sostenible y que mejor garantiza la reducción de emisiones de CO2. Al ser 100% reciclable y reciclado, propicia, a su vez, la reducción de plásticos de un solo uso en nuestra industria alimentaria. Además, los impactos ambientales asociados a su producción y transporte son los más ecoeficientes de todos los materiales estudiados. Para frenar el cambio climático debemos apostar por la mejor opción en cada producto teniendo en cuenta su ciclo de vida completo. Sustituir sistemáticamente los plásticos por otros materiales puede agravar el problema de las emisiones de CO2, y no resuelve el de las basuras en el medio ambiente.

Con esto en mente, en junio tuve la ocasión de explicar a los diputados y diputadas encargados de tramitar el Proyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados en el Congreso por qué esta ley, tan necesaria, se arriesga a ser ineficaz: desgraciadamente, el mercado español de r-PET no podrá hacer frente a la creciente demanda de plástico reciclado, y los objetivos que marca el propio texto en materia de circularidad de los envases no se podrán cumplir tal y como ahora mismo está redactado.

Nuestro informe constató que, en la actualidad, el mercado español no se encuentra preparado para el incremento de la demanda de plástico reciclado. Es decir, reconocidas sus propiedades, el informe revela que la capacidad de producción de r-PET de uso alimentario es significativamente menor que su demanda, que además aumenta a pasos agigantados. Con los últimos datos en la mano, solamente para cumplir con los objetivos europeos (que aspiran a alcanzar un 25% de plástico reciclado en las botellas para 2025), se necesitarán unas 54 kt anuales de r-PET, cuando la capacidad instalada para la producción de r-PET de uso alimentario en 2019 no superaba las 35 kt. Si bien es cierto que se está trabajando para aumentar esa capacidad, todavía es insuficiente para satisfacer la demanda.

Además, la Ley de Residuos va en paralelo al Real Decreto de Envases y Residuos de Envases, sometido a información pública recientemente por parte del gobierno, y que tampoco va en línea de fomentar la promoción del r-PET. Los objetivos de reducción de plástico, incluyendo r-PET, son extremadamente restrictivos y no contribuirán a un modelo productivo puramente circular: perciben al plástico como residuo y no como recurso, algo que va en contra de los planes regulatorios de la Comisión Europea en su Plan de Acción para la Economía Circular. Esta regulación, que es necesaria, establece unos objetivos difícilmente alcanzables y con elevados costes económicos y sociales.

Sin duda, uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos como país es reducir el impacto negativo de los residuos en la salud del planeta y de las personas, acabando con el consumo de residuos plásticos de un solo uso. Nuestro estudio reconoce que el plástico, en forma de r-PET, es un material sostenible y catalizador de bienestar, por lo que es fundamental que la futura Ley de Residuos garantice que los envases de plástico destinados a uso alimentario tengan numerosas vidas. Solo eso nos permitirá evitar seguir produciendo toneladas de plástico virgen cada año, cuando lo más sostenible y eficiente sería aprovechar y reciclar el que ya tenemos.

Con todo, para que nuestro país pueda cerrar el círculo totalmente, el Proyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados debe impulsar un mercado secundario de r-PET de calidad en España, que asegure a nuestra industria envasadora la suficiente cantidad de material reciclado y reciclable para cumplir los objetivos marcados. Aún estamos a tiempo. De lo contrario, será una oportunidad perdida. 

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