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En tiempo de pactos y gobiernos: ¿apostamos por la juventud?

Una de las manifestaciones convocadas por el colectivo 'Juventud Sin Futuro'.

María Rodríguez Alcázar

Vicepresidenta del Consejo de la Juventud de España —

Acaba el periplo electoral y comienza la ronda de negociaciones. Dentro de poco comenzaremos a conocer la próxima estructura del Gobierno, los primeros nombres, carteras, cargos… Y desde el Consejo de la Juventud de España (CJE) nos preguntamos, ¿será éste el momento de que el Ejecutivo apueste por la juventud?

Yo, siendo joven, a veces desearía no serlo si eso significa tener dificultades para cursar mis estudios, tener un trabajo precario o no poder comenzar mi propio proyecto de vida. Y es que realmente es así. Porque una vez pasada la crisis, esta no ha afectado por igual a la población española, ni en términos de renta, ni geográficamente ni en materia generacional. De hecho, según el Informe de Pobreza Juvenil del Consejo de la Juventud de España, casi el 40% de las personas jóvenes nos encontrábamos en una situación de pobreza en el año 2018. Así, ¿quién quiere ser joven? Aún con esto, dice mucho de nuestra resiliencia que, con estas circunstancias, las personas jóvenes sigamos participando y trabajando para mejorar nuestra vida. Tratamos de construir y hacernos escuchar a través de movimientos, asociaciones e incluso desde las propias instituciones. Pero, nuestros esfuerzos parecen no ser suficientes para salvarnos de una tendencia que se repite Gobierno tras Gobierno: las políticas de juventud han sido las grandes olvidadas, lo menos urgente, lo menos importante, en definitiva: “el último mono”.

Existe falta de coordinación y de priorización en las acciones que van dirigidas hacia la juventud. Estas no vienen tan solo de las instituciones que tienen la competencia de juventud a nivel estatal, sino que se plantean desde distintas áreas gubernamentales y, también, en diferentes ámbitos territoriales. Se hacen políticas de juventud sobre Ocio y Tiempo Libre, al igual que sobre Educación, Empleo, Sanidad, Infraestructuras, Feminismos o Medio Ambiente. Así, la juventud es transversal a la hora de hacer políticas, nos dicen; pero estar en todas partes hace que estas políticas de juventud se queden tan diluidas que sean transversalmente invisibles.

En el mejor de los casos, los intentos por transversalizar las políticas de juventud no han pasado de ser una amalgama de acciones dirigidas a personas entre 14 y 30 años realizadas por los diferentes Ministerios. Una suma sin rumbo común. Sin visión, sin objetivo, sin estrategia. En muchos casos, además, sin escuchar a las y los jóvenes y sin ponernos en el centro del debate.

No queremos ser invisibles, no queremos pasar de los 14 a los 30 años siendo “el último mono”. Ya existe el Instituto de la Juventud, pero con esto no es suficiente, necesitamos un siguiente paso en las políticas de juventud. Hay que ir un paso más allá con una acción coordinada por parte del Gobierno que nos sitúe en una posición prioritaria y desde donde se tenga la capacidad suficiente para impulsar y liderar una estrategia multidisciplinar que aborde los problemas de las y los jóvenes. Por ello, desde el CJE demandamos que en la estructura del próximo Ejecutivo se cree una Secretaría de Estado de Juventud dependiente de la Presidencia del Gobierno desde donde, por un lado, se tome el liderazgo de una estrategia específica para la juventud y, por otro, se tenga la capacidad vertebrar y coordinar tanto las políticas ministeriales como las de las Comunidades Autónomas. Necesitamos que el Gobierno sitúe a la juventud en una posición de prioridad y de transversalidad real y no invisible en las políticas públicas. Los problemas que enfrenta el colectivo joven no pueden esperar más.

Y es que son muchos los retos que presenta la juventud actualmente. Retos que, en su mayoría, no se solucionarán de la noche a la mañana. ¿Dónde queda la estrategia para afrontar los cambios que necesitamos en el largo plazo? Recientemente la Unión Europea ha aprobado la Estrategia Europea de Juventud, para cuyo cumplimiento mandata a los Estados a crear políticas y estrategias nacionales de juventud que atiendan las necesidades de las personas jóvenes. Y no de cualquier forma, sino bajo dos condiciones: basándose en datos empíricos a través de investigaciones continuas y contando con la participación de la juventud en el desarrollo, la aplicación y la evaluación de dichas políticas. Medidas como la inclusión de especialistas en juventud en los departamentos de la Administración General del Estado, contar con la participación de entidades juveniles en las políticas de los diferentes Ministerios o reunir al Consejo territorial de direcciones de juventud de CCAA junto a los Consejos de Juventud Autonómicos son acciones que aún no se han aplicado y que serían clave para atajar los problemas que nos atañen.

Necesitamos ya que el Ejecutivo se tome en serio nuestros problemas y demandas. Necesitamos que se solucione uno de los principales retos que tiene nuestro país respecto al futuro que ofreceremos a las próximas generaciones a través de medidas que se pongan en marcha desde un área dotada de tal capacidad de vertebración política como es la Presidencia del Gobierno. Porque frente a la transversalidad invisible, esperamos políticas activas y coordinadas para la juventud. Porque yo, que algún día he deseado no ser joven, quiero que podamos disfrutar de serlo.

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