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¿Cuánto más podemos tolerar seguir viviendo de los recursos naturales de las generaciones futuras?

Parque Natural Valle de Alcudia  y Sierra Madrona

El pasado 25 de mayo España agotó los recursos naturales que es capaz de generar en un año. Desde ese día, el país vive hipotecando a sus generaciones futuras y comprometiendo el desarrollo de nuestros jóvenes. Esta fecha simbólica, conocida como “Día de la sobrecapacidad”, se ha situado este año 10 días antes del Día Mundial del Medio Ambiente y tan solo una semana antes de la celebración del Congreso Nacional de Medio Ambiente.

Precisamente, durante estos días he asistido al Congreso cuyo lema este año es “La recuperación que queremos”. Unas jornadas que han puesto el foco en pensar y debatir cómo salimos de esta situación provocada por la crisis sanitaria teniendo en cuenta el escenario de emergencia climática en el que nos encontramos. Porque la crisis sanitaria pasará pronto y dejaremos atrás este difícil año que hemos vivido, pero la crisis climática ya está aquí y sus efectos los hemos empezado a notar.

Es cierto que el conjunto de gobiernos han dado grandes pasos en los últimos años en la lucha contra el cambio climático y la protección del medioambiente. La transición ecológica está por fin en la agenda política, tal como demuestra la recién aprobada Ley estatal de Cambio Climático y Transición Energética o el destino de gran parte del paquete de fondos europeos Next Generation a la transición ecológica. En las Illes Balears fuimos pioneros hace dos años dotándonos de un marco legal para cumplir con los Acuerdos de París. Una ley autonómica que establece unos objetivos claros y dota de herramientas valientes a la sociedad para cumplirlos; como por ejemplo la calendarización para limitar la circulación de nuevos vehículos diesel en 2025. También quiero destacar el esfuerzo que estamos haciendo en Baleares para dejar de estar en la cola del Estado en energías renovables; en 2019 este porcentaje apenas suponía el 2,5% y queremos multiplicarlo por 10 hasta llegar a 2023 con un 25%. 

Sin embargo, también es cierto que por mucho que aceleremos la transición energética y las acciones dirigidas a mitigar los efectos del clima, es necesario poner el foco en la adaptación de nuestro territorio y medio ambiente a los efectos que ya sentimos y que se incrementarán en los próximos años. Vivimos en un territorio frágil y delicado, donde el archipiélago balear es especialmente vulnerable debido a su ubicación en el Mediterráneo, en plena zona cero del cambio climático. Por tanto, y respondiendo a la pregunta inicial que nos plantea el Congreso Nacional de Medio Ambiente, la recuperación debe ir acompañada de medidas y planes encaminados a adaptar nuestro país al cambio climático con suficiente antelación. Pero no de cualquier manera, sino de forma inclusiva y participativa, involucrando al conjunto de la sociedad civil. Porque de poco nos servirá la transición ecológica si esta no es socialmente justa. 

El conjunto de la ciudadanía y de la mano de las instituciones tenemos la responsabilidad de involucrarnos en este cambio de modelo a través de nuestras pequeñas acciones y hábitos de consumo. Debemos abrir un debate sobre nuestro modelo de vida y empezar a buscar alternativas para mejorar la eficiencia en el uso de los recursos. No nos podemos permitir consumir 2,5 planetas para cubrir nuestras necesidades. No es sostenible con nuestro planeta ni es justo con nuestros jóvenes. Debemos blindar climáticamente nuestro territorio, especialmente espacios tan privilegiados pero también vulnerables como las Illes Balears.

Así pues, hoy 5 de junio ya estamos viviendo de los recursos de nuestras futuras generaciones. Cada año se adelanta esta fecha; en 2018 fue el 11 de junio, este año el 25 de mayo y el año que viene será unos días antes. ¿Hasta cuando podemos tolerar que cada vez agotemos antes los recursos que podemos generar? No podemos quedarnos de brazos cruzados y debemos empezar a actuar ya, no solo desde las administraciones potenciando la transición ecológica y la economía circular, sino también a través de pequeñas acciones individuales y adoptando nuevos hábitos cada vez más sostenibles y eficientes en el uso de nuestros limitados recursos naturales. 

En conclusión, debemos alcanzar un punto de inflexión y empezar a retrasar el simbólico día en el que agotamos los recursos naturales que somos capaces de generar en el país. Nuestro desarrollo económico y social no puede ir desligado de la protección del medioambiente, esta recuperación tiene que servir para incorporar la perspectiva climática de manera transversal a nuestras decisiones con la misma importancia que se le da a la económica. Creo que ya se ha acabado el tiempo de reflexionar, debemos pasar directamente a la acción. Si no cambiamos ya, no habrá suficientes recursos para los que vienen. Y esto sí que no será simbólico. 

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