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Contra el ateísmo climático

El papa Francisco. / Efe

José Luis Gallego

Hace más de un año propuse en un artículo identificar al movimiento ideológico que niega la existencia del calentamiento global como “ateísmo climático”. Faltó tiempo para que los trolls negacionistas se lanzaran en reñida competición a ver quién era más original en las descalificaciones. Su rastro debe seguir todavía en la red. Me pregunto si habrán brindado el mismo recibimiento a las palabras de Francisco.

“Nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático”. Con esta contundente afirmación de su carta encíclica Laudato Si, el papa verde viene a condenar a todos los negacionistas del cambio climático que profesan la fe cristiana a ese ateísmo.

Un ecoescepticismo que, en sus propias palabras, es contrario a los “numerosos estudios científicos que señalan que la mayor parte del calentamiento global de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (…) emitidos sobre todo a causa de la actividad humana”. Lo que ignora el papa Francisco es que a los negacionistas los estudios científicos se la traen al pairo ya que ellos están en este debate en defensa de otros intereses.

Ese pequeño reducto de involucionistas que se obstina, por ejemplo, en negar la necesidad de dar impulso a las energías renovables para mitigar el cambio climático es en realidad un movimiento ideológico organizado, una comparsa de palmeros de las energías fósiles a los que debemos contestar con las dos principales herramientas que tenemos a nuestra disposición cuando hablamos del calentamiento global: la ciencia y la razón.

“La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir este calentamiento o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan”, dice Francisco. “Reemplazando la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energía renovable”, añade. Y hay poco que añadir. El resto es ciencia. Esa que tanto se les atraganta a los ateos climáticos.

Uno de los principales cabecillas de la corriente negacionista es el exgobernador de Florida y probable candidato a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Republicano Jeb Bush. Los Bush han basado el desarrollo de sus campañas electorales en los donativos recibidos por el lobby de la industria del petróleo al que pertenecen y han favorecido tras llegar a la Casa Blanca.

Por eso no es de extrañar que este ferviente católico, que viaja con un rosario en el bolsillo, va a misa a diario y asistió a la entronización del Papa Benedicto XVI, se haya sentido muy molesto por la encíclica de Francisco, al que ha calificado de arrogante y no ha dudado en pedir que se dedique a otras cosas.

De hecho, coincidiendo con la publicación del documento papal, Jeb Bush afirmaba esta misma semana para alivio de las grandes petroleras que “el Papa no va a dictar mi política económica”. Algo perfectamente lógico pues como remarca Francisco en uno de sus tuits, “la reducción de gases de efecto invernadero requiere honestidad, valentía y responsabilidad”, virtudes que nunca han adornado la carrera de los Bush ni forman parte del ideario negacionista, para el que Laudato Si es un panfleto revolucionario

La encíclica puede descargarse gratuitamente aquí.

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