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Black PP

Antón Losada

Al ritmo que van la UDEF, Hacienda y los jueces, en nada descubriremos que lo raro en el PP debía de ser pagar en blanco, con factura y mediante transferencia bancaria. En el Partido Popular parece que había querencia por hacer los negocios como se han hecho siempre en España entre la gente de orden: en mano, con la pasta en billetes pequeños y sin correlación entre los números. Es lo que cabía esperar de un partido conservador. Que conserve las tradiciones que nos han hecho como somos. El país con el mayor fraude fiscal y la economía sumergida más grande de la zona euro.

El dinero negro en política ofrece muchas ventajas. El adinerado donante puede seguir haciéndose el estrecho y decir que no se mete en política porque lo único que quiere es la paz mundial. El agradecido partido puede gastar cuanto necesite en sus campañas y devolverle la inversión al donante en dinero y obras públicas. El líder puede darnos a todos lecciones de austeridad y decir que está en política por vocación, porque él ya venía comido.

Reúne tantas ventajas que ningún Gobierno ha hecho nada en serio jamás contra la economía sumergida y el fraude fiscal, que nos cuesta a todos treinta mil millones de euros cada año. Sin economía sumergida y sin fraude, no hay ni dinero negro para la política, ni manera de gastarlo. Por eso en España “transparencia” significa cotillear las declaraciones de la renta de los políticos y hacerse los castos prohibiendo las donaciones, mientras en otras partes significa saber quién da dinero a quién, cuánto y para qué.

Si anda usted entre quienes esperan una reacción en el PP o en Mariano Rajoy, ánimo. No desespere. Pero sea realista. Les está usted pidiendo que se hagan el haraquiri y para eso hay que ser samurái. La corrupción no llegó con Aznar y se fue con Rajoy. El presidente Rajoy fue todo lo que se podía ser en el black PP, aparte de ser Aznar; la actual dirección popular y la mayor parte del Gobierno, también. Lo único que pueden hacer es marcharse. Por eso no harán nada mientras puedan evitarlo.

Pero tranquilos. Rajoy tiene un plan. Está convencido de que, en el fondo, a la gente esto de la corrupción le da igual y sólo le importa cuando la economía va mal. Cuando las cosas van bien, a casi nadie le preocupa. Hay que aguantar y hablar poco del tema. Si prenden las “raíces vigorosas” de la recuperación, ya no habrá problema... La historia, de momento, no le quita la razón.

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