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Opinión - Junts, el bolsillo y la patria. Por Neus Tomàs

La escapada nacional

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en Moncloa.

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Ni IPC, ni guerra, ni precio del gasoil, ni crisis energética, ni reduflación… Confirmando el ultimo CIS, donde la mayoría de los españoles ven con pesimismo la situación económica del país, pero siete de cada diez consideran la suya como buena o muy buena, las playas, las procesiones, los hoteles y los restaurantes se han visto copados por una mayoría nada silenciosa, deseosa de confirmar con sus propios ojos que no todo iban a ser malas noticias y la normalidad ha vuelto, al menos a nuestras vacaciones. No seré yo quien se lo reproche. A veces salir corriendo resulta lo más sensato.

Para el lunes queda volver a la cruda realidad de una crisis inesperada, espoleada por una guerra que ha venido después de una pandemia, que llegó después de aquella Gran Recesión que se llevó por delante buena parte del bienestar ganado en décadas anteriores mientras disparaba de nuevo la desigualdad. No habíamos logrado ni siquiera retornar a los niveles de inversión y gasto social previos a 2007 y aquí estamos otra vez, empezando a afilar la recortadora.

Para el lunes queda que el Gobierno empiece a aplicar las medidas que ha propuesto a la UE para la isla energética ibérica y que ya nos ha anunciado varias veces que bajará la factura de la luz a la mitad. Aunque, de momento, solo hayamos rebajado unos céntimos el ticket de la gasolinera pagando vía impuestos lo que creemos que no pagamos al rellenar el depósito. Marzo fue el mes de las malas noticias y los anuncios. Abril y mayo deben ser meses de resultados y mejores noticias para no perder el paso en la legislatura.

Para el martes le queda a Núñez Feijóo buscar más sitios donde estar que no sean la toma de posesión de Fernández Mañueco y sus nuevos “más mejores” amigos de Vox en Castilla y León; no vaya a ser que se le empañe el efecto que dicen las encuestas que ya ha invertido el trasvase de votos entre la ultraderecha y el PP a favor de los populares y ya despierta más confianza que Pedro Sánchez. 

Entre las fotos alternativas hay un par que seguro no le valen a Feijóo: un retrato con Martínez Almeida o con Díaz Ayuso, exponentes de ese Madrid donde resulta mucho más fácil tropezarte con un comisionista que con tu expareja, o con uno de esos pobres invisibles que los consejeros del Gobierno regional no ven cuando miran a su alrededor.

Para el lunes queda también otra secuencia de horrores de una guerra que, como todas, acaba volviéndose otra sección más en la escaleta del telediario. También se viene la última semana de campaña en una Francia donde a Europa se le ha abierto un flanco ideológico que pone en serio peligro el mayor proyecto político de la historia del continente, asolado por la nostalgia de una grandeza de los estados nación que nunca existió. La nostalgia no acostumbra a ser lo mejor para las democracias.

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