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El espejo en que te miras

El presidente del PP, Pablo Casado, y el expresidente de Francia Nicolas Sarkozy.
30 de septiembre de 2021 22:24 h

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Lo cantaba el legendario Camarón:

El espejo donde te miras / Te dirá como tú eres / Pero nunca te dirá / Los pensamientos que tienes

Si tu mal no tiene cura / Yo le estoy pidiendo a dios / Que en la misma sepultura / Nos entierren a los dos

Ahora que Pablo Casado se debate entre el olvido y la memoria hasta rozar la negación de los peores recuerdos de su partido, se abraza a Nicolás Sarkozy, “un ejemplo a seguir”. El presidente del PP reniega cada día del pasado mas oscuro de sus siglas, pero aparece al lado del primer presidente de la historia de Francia condenado por corrupción, tráfico de influencias y financiación ilegal. A eso se le llama saber elegir bien las compañías. ¿Quién habrá sido el responsable de la lista de “estrellas invitadas” a la convención nacional de los populares? ¡Vaya ojo! 

No hay mayor dosis de recuerdo del precio pagado por la corrupción estructural y de lo que su paso por las instituciones supuso para las arcas públicas. La Gürtel, los casos Púnica, Lezo, Kitchen, la caja B, los papeles de Bárcenas, la policía patriótica, las obras ilegales de la sede popular, las comisiones ilegales, el espionaje al adversario… 

Nada de esto está en el imaginario de Casado, que se autoimpuso como consigna no responder preguntas al respecto. Dice que la corrupción sistémica del PP no tiene que ver con él ni con sus responsabilidades como presidente del partido, pero el pasado, como el cartero, siempre llama dos veces, incluso más… En unas ocasiones en forma de pronunciamiento judicial; en otras, en el fragor del debate público y de cuando en cuando, por las malas compañías. 

Si Sarkozy, condenado a tres años de cárcel, representa la esencia de lo que Casado quiere para sí mismo y para su partido, no hay más que decir. Si es el espejo en el que se mira el líder de la derecha española, podemos imaginar el futuro que le aguarda. Y si su presencia en la convención del PP pretendía blanquear al personaje, la militancia del PP se ha debido de quedar perpleja. Con la soltura del expresidente de Francia para dar consejos a la derecha española y con la elección del personaje para la gran apuesta ¿ideológica? del PP. 

A Casado le ha salido rana su “semana grande”. En la convención nacional no se habla de proyecto, ni de ideología, sino de la ausencia de Ayuso –que se ha ido a las Américas pero está en los medios españoles más presente que nunca–; del mandoble que le propinó Vidal Quadras por su “ceguera” ante el despiadado estado autonómico; de los despojos de otros partidos que el PP ha recogido para sus filas; del rapapolvo de una ponente por contar para su “festival ideológico” con menos mujeres de las que se sientan en los consejos de administración del Ibex 35 y por el clamoroso patinazo de fotografiarse con Sarkozy 24 horas antes de que se conociera una segunda sentencia por financiación ilegal contra el presidente francés. 

Por si fuera poco, Mariano Rajoy, que es de todos los expresidentes de Gobierno el que menos pía, se ha juntado en La Toja con Felipe González y le ha enviado un recadito sobre la urgencia de alcanzar acuerdos entre los grandes partidos, la necesidad de renovar el Consejo General del Poder Judicial, la importancia “capital” de los fondos europeos y las consecuencias de la polarización política. Una enmienda a la totalidad de toda su estrategia política. 

No se olviden tampoco de Aznar, que ha aprovechado la cita para recordar a su pupilo que “España es una nación, no siete ni 17. Una nación plural, pero una. Ni es un Estado plurinacional, ni multinivel ni la madre que los parió” y que Ayuso tiene razón cuando critica al Papa por pedir perdón a México. Entre los unos y otros, ¡vaya tropa!, que diría Rajoy. Pues ese es el espejo en que se mira.

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