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El Gobierno de Ayuso no encuentra a los pobres

Colas del hambre en Aluche.

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El Gobierno de la Comunidad Madrid no ha podido elegir una forma más infame para responder al informe realizado por la Fundación Foessa para Cáritas que revela un “deterioro generalizado” de las condiciones de vida de los madrileños. En rueda de prensa, el portavoz del Ejecutivo, Enrique Ossorio, manifestó: “Dicen que en Madrid hay tres millones de pobres”, y añadió con sorna, mirando hacia abajo a su derredor, como quien busca en las aceras o bajo los puentes: “Pues por dónde estarán”. Como prueba de la supuesta falta de rigor del informe, Ossorio alegó que Madrid es la “región más rica de España” y que su PIB creció el año pasado un 6,5% frente al 5,9% de media del país.

Vayamos por partes.

En primer lugar, el informe no dice que en Madrid haya tres millones de pobres. Lo que dice, con base en una encuesta en que se evaluaron ocho dimensiones -empleo, consumo, participación política, salud, educación, vivienda, conflicto social y aislamiento social-, es que el porcentaje de madrileños que disfruta de una integración social “plena”, es decir, que no se siente afectado en ninguna de las citadas dimensiones, se contrajo en tres años del 51,3% al 42%. Al mismo tiempo, aumentó el número de madrileños que viven en “integración precaria”, en “exclusión moderada” y en “exclusión severa”. Cerca de 1,5 millones se encuentran repartidos en las dos últimas categorías: pasaron en tres años del 17,2% al 22,3% de la población total. Estos datos, y otros que contiene el documento, deberían preocupar a cualquier gobierno. Sin embargo, el Gobierno de Ayuso, en vez de tomarse en serio el informe, ha optado por el viejo y burdo ardid de poner en entredicho su veracidad montando una falsa polémica en torno a un dato inexistente.

En segundo lugar, es cierto que el PIB de Madrid creció un 6,5%, pero Ossorio omite que buena parte del mundo experimentó en 2021 notables incrementos del PIB por la sencilla razón de que se trataba de una recuperación del pulso económico tras la dramática caída del año previo por los efectos de la pandemia. Oculta además que un aumento del PIB, por bienvenido que sea, no ofrece un cuadro completo sobre las condiciones de una sociedad. Una cosa es cuánto produce un país y, otra, cómo se reparte la riqueza entre la población. A modo ilustrativo, y salvando todas las diferencias que se quieran, Colombia fue en 2021 uno de los países con mayor crecimiento económico del mundo (un 10,6%), pero el 42% de su población vive en la pobreza y su desigualdad es de las más grandes del planeta. En síntesis: Madrid podrá ser, como subraya Ossorio, la comunidad más rica de España, pero ello es perfectamente compatible con el deterioro de la calidad de vida de buena parte de sus habitantes reflejado en el informe de Foessa.

Por último, y quizá lo más importante, la comparecencia de Ossorio revela un estilo de gobernar que no solo desconoce la complejidad del fenómeno de la pobreza, sino que carece de cualquier sensibilidad hacia los más desfavorecidos. En el esquema del portavoz de Ayuso, quienes padecen algún tipo de exclusión parecen ser solo los que piden limosna con un cartelito en las aceras y por eso los busca mirando instintivamente hacia abajo. No se le ocurre pensar que cientos de miles de ciudadanos ven erosionarse día a día sus condiciones de vida, que la precariedad de los empleos les impide trazar planes de futuro, que los ingresos en su hogar se menguan, que  el discurso de la igualdad de oportunidades perdió para ellos sentido hace años, que el supuesto derecho constitucional a una vivienda digna se les ha convertido en un calvario, que el desgüace paulatino de la salud y la educación públicas no ha hecho más que ensanchar las desigualdades entre los madrileños… Mucho menos se detendrá a pensar en los efectos sicológicos y relacionales que este deterioro provoca. Según el informe, casi 950.000 madrileños sostienen que su exclusión se ha traducido en un aislamiento en las relaciones sociales y en la creación de situaciones de conflicto: han pasado en tres años del 4,7% al 14,3% de la población, lo que equivale a un aumento algo superior al 200%. 

De todo esto habla el informe de Cáritas, mientras el portavoz de Ayuso juega a ser irónico buscando tres millones de pobres alrededor de su atril.

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