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El héroe del 2 de Mayo

Emilio Lledó

Montero Glez

Corría el mes de septiembre de 1969 cuando  John Lennon devolvió su medalla de miembro de la Orden del Imperio Británico junto a una carta en la que explicaba su proceder. Según escribió, era su forma de protesta contra la implicación de Reino Unido en el asunto Nigeria-Biafra y contra el apoyo a EE. UU en la guerra de Vietnam. 

El resentimiento personal también estuvo presente en la devolución de la medalla por parte del músico pues, en su carta, denunció la censura sufrida por la canción ‘Cold Turkey', tema que había grabado con The Plastic Ono Band y donde suena la guitarra de Eric Clapton. Una maravilla que fue condenada a figurar fuera de las listas de éxitos debido a que los biempensantes de la época la tomaron como una apología de la droga, en especial de la heroína.

En estos días, la actitud rebelde de John Lennon ha escalado mi memoria pues la rebeldía no es otra cosa que una conquista de la juventud y por eso, por rebeldía, un joven de noventa años se ha negado a ir a recoger la medalla que otorga el gobierno regional de Madrid. Ocurrió el pasado Dos de Mayo y este joven merece un aparte.

Se llama Emilio Lledó y es un pensador humanista, valga la redundancia. Su posicionamiento filosófico aspira a conseguir la justicia y la igualdad social. Lo que sucede es que, como lo de la justicia social es asunto que no se ha logrado, la posición de Emilio Lledó es vista como algo innecesario por las mismas personas que han querido pincharle la medalla en el pecho. Resulta una paradoja, pero, mirándolo con profundidad, lo de otorgar la medalla a un humanista como Lledó, es la manera que tienen los peperos de Madrid de premiarse a sí mismos, limpiándose las pulgas de la injusticia social que origina su política económica.

Emilio Lledó no se quiso pasar por el circo que el otro día le tenían montado. El inconformismo es un asunto de la juventud y Emilio Lledó demostró el suyo. Por contra, el conformismo estuvo representado por un Alfonso Ussía que confundió la rebeldía con la expresión discursiva ilegítima, convirtiendo en un funeral lo que en un principio iba a ser un circo pagado con dinero público. Estoy seguro de que John Lennon tampoco hubiese asistido.

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