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Indúltenlos de una vez

Los presos del procés: Oriol Junqueras (d), Jordi Sànchez (i), y Jordi Cuixart (c). EFE/Quique Garcia/Archivo
25 de mayo de 2021 22:06 h

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Cuando Jordi Cuixart, Jordi Sánchez, Oriol Junqueras, Carme Forcadell, Dolors Bassa, Josep Rull, Joaquim Forn, Jordi Turull y Raül Romeva entraron en la cárcel no llevábamos mascarilla. Uf, cuánto tiempo, pensarán algunos; pero en realidad hace mucho más. Atentos: cuando los nueve independistas catalanes ingresaron en prisión, el rey emérito todavía participaba en actos oficiales, ¡incluso recibía homenajes públicos! Eso ya parece más tiempo, ¿eh? Pues no, hace mucho más. A ver ahora: cuando los nueve dirigentes catalanes pasaron su primera noche entre rejas, Mariano Rajoy era presidente del gobierno. ¿“Mariano qué…”?, preguntarán los más jóvenes de la casa. Pues me sigo quedando corto: cuando un juez los envió a prisión provisional, a Rajoy le quedaban todavía ocho meses en Moncloa.

Sí, intento decirles que estas nueve personas llevan mucho, mucho tiempo en la cárcel. Demasiado tiempo. Tres años y siete meses en el caso de Cuixart y Sánchez, que entraron los primeros. Tres años y siete meses si sumamos la prisión provisional y el cumplimiento de la pena, con breves períodos en régimen abierto que el Supremo ha ido anulando una y otra vez. Con sus permisos, claro, como el resto de presos. Pero tres años y siete meses durmiendo en una celda, perdiéndose mil y pico días de sus familias, en algunos casos con hijos de muy corta edad que solo tienen recuerdos de sus padres en un locutorio de la cárcel o en brevísimas salidas.

No voy a dedicar ni un solo párrafo a repetirles lo que ya saben, o deberían saber: qué tipo de delitos cometieron, cómo fue el proceso judicial, qué exceso hubo en sus condenas, qué opinan numerosos juristas, cómo lo ven en otros países, y qué efectos tiene sobre la vida política y la convivencia en Cataluña. Si a estas alturas alguien sigue pensando que los nueve independentistas se merecen esos mil trescientos días en la cárcel y los días añadidos que todavía pasarán, no voy a convencerlos de lo contrario.

Si escribo este artículo, como los anteriores que publiqué en estos años, es porque me avergüenza profundamente que sigan en prisión. Me parece una injusticia. Una venganza, una humillación. Revestida con ropajes de Estado de Derecho, de acuerdo, pero no por ello menos vergüenza, injusticia, venganza y humillación.

Y ya está bien. No deberían pasar ni un día más en la cárcel. Por motivos democráticos, por motivos políticos o por motivos humanitarios, los que prefiera cada uno. Pero ya vale. Nueve personas sin delitos violentos, nueve dirigentes políticos, nueve representantes de la mayoría revalidada en cada nueva elección en Cataluña. Tres años y siete meses de cárcel. ¿De verdad hay quien no lo considera suficiente castigo por sus actos? ¿No es bastante ejemplarizante para futuros independentistas? ¿Hace falta más cárcel para que quede clara la victoria del Estado y la derrota del independentismo en el pulso de 2017?

Está en la mano del gobierno español que salgan pronto de la cárcel. Bueno, pronto no, que mucha prisa no hay: la primera petición de indulto se presentó hace casi año y medio, en enero del año pasado. Nueve meses tardó el ministerio de Justicia en anunciar el inicio de los trámites, y otros ocho meses han pasado desde entonces, y lo que te rondaré. Desde entonces, no hay semana que la derecha política y mediática no menee el espantajo del indulto. Si al gobierno le preocupa el desgaste de una medida así, no hay mayor desgaste que demorar la tramitación si al final vas a acabar concediéndolo. Una vez lo aprueben, lloverán chuzos de punta, se incendiará la sesión del control en el Congreso, redoblarán las tertulias, enredarán algunos jueces y habrá una gran manifestación en Colón. Pero todo pasará, y no habrá mayor desgaste del que va a seguir acumulando el gobierno durante la interminable tramitación.

No sé, a lo mejor el gobierno necesita un poco de calorcito, que se oigan voces a favor, que no parezca que ahí afuera solo hay banderas de España agitadas con furia justiciera, con furia vengativa. Yo dejo aquí mi artículo, a ver si otros se animan a decir lo que, estoy convencido, muchos pensamos: que ya vale, que los indulten de una vez (incluso aunque rechacen ser indultados), que salgan pronto de la cárcel.

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