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El momento Supervivientes

Isla de Supervivientes.

Antón Losada

La política española solo es la repetición de unas cuantas metáforas, igual que decía Jorge Luis Borges de la Historia. En horas y como de costumbre, hemos pasado del 'momento Bertín' al 'momento Supervivientes'. Del buen rollo porque no hay nada más bonito entre españoles que llevarse bien, al sálvese quien pueda y el aquí te pillo, aquí te mato.

Pablo Casado se vistió de Mariano Rajoy para sobrevivir y fue a Moncloa a tratar de reproducir el mítico “abrazo mariano”: matarlos a abrazos y pactos sin que se den cuenta porque te creen inofensivo. Al presidente le ofreció el ya clásico pacto en Catalunya para encarecerle sus acuerdos con los nacionalistas. A Albert Rivera le invitó a abstenerse en la investidura para señalarle públicamente como colaboracionista y, por el mismo precio, quedar bien con las gentes de orden y dinero que quieren un gobierno rosinaranja. No está mal jugado, pero aún le falta un mundo para llegar a la altura y maestría del hoy feliz registrador.

Albert Rivera acudió para intentar convencernos a todos, otra vez, que había quedado segundo cuando todos sabemos que ha quedado tercero. Para que se viera que iba de duro e iba en serio, nada de pactos sobre Catalunya; lo verdaderamente centrista es aplicar ya el 155.

La pelea por el liderazgo de la derecha ha vivido un nuevo y truculento episodio en Moncloa, con el líder naranja situando a Casado en el Club de la Comedia y Pedro Sánchez haciendo de maestro de ceremonias entre sonrisas palaciegas y puñaladas sibilinas. De aquí al 26M la derecha va a ser como la isla de Supervivientes. Ninguno perderá ocasión de marcar territorio y emular a la gran Isabel Pantoja cuando, mano al aire y mirando al cielo, les espetó a las Azúcar Moreno que ella tiene “la cabeza muy bien puesta”.

Pablo Iglesias también sabe qué se juega y que entrar en el gobierno se ha vuelto crítico para los morados. Se nota que ha aprendido de sus equivocaciones en 2015. Todas sus comparecencias parecen montadas para hacer olvidar aquella rueda de prensa donde se puso a repartir carteras y organismos públicos después de haber informado al rey. Hay errores tan obvios que no hace falta ni reconocerlos.

No seré yo quien discuta si es una buena idea tirarse al centro una semana después de haber ganado las elecciones apelando a la movilización de la izquierda. Doctores tiene Moncloa. Aunque nada hay más feo que ir a dar satisfacción a los votantes de los demás antes que a los propios. Puede también que, como sostienen tales doctores, fuera la centralidad aquello que le dio la victoria a Sánchez. Sin embargo, la geometría electoral que sugieren unos números que deja a la derecha y a la izquierda en los 11 millones de votos habituales inclina a pensar que fue, más bien, la concentración del voto útil de izquierda; que no es lo mismo.

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