Necesitamos al Otro para restaurar el medio ambiente
La pega de hablar de medio ambiente desde este rincón de eldiario.es es que siempre somos los mismos. Siempre nos acabamos juntando los que compartimos la misma inquietud por la situación que atraviesa, los que reclamamos medidas urgentes para su mejora y cuidado. Pero no conseguimos llegar al Otro.
Me refiero a ese Otro del que nos habla Kapuscinski. Ése que piensa diferente a nosotros, incluso lo contrario. Que nunca se pasa por aquí pero al que necesitamos como agua de mayo para afrontar los graves retos medioambientales que nos acechan. Porque lo que está claro es que de esta situación solo saldremos colaborando juntos.
Es necesario llegar a ese Otro -que somos nosotros para él- con el que discrepamos pero sin cuya conexión, incluso desde la mayor discrepancia, va a ser imposible escapar de la incertidumbre.
Sin el Otro no vamos a mitigar los efectos de la crisis climática. Por eso, aunque insista en negar que la estemos padeciendo, hay que seguir intentándolo. Me refiero a intentar merecer su confianza y lograr su colaboración.
Sin el Otro no vamos a ser capaces de reducir el uso del plástico, ni mucho menos recoger el que tenemos acumulado ahí fuera en forma de basuraleza. Por mucho que nosotros no tiremos, por mucho que recojamos.
Sin el Otro no nos dotaremos de otro modelo energético ni cambiaremos la manera de producir alimentos para alimentarnos de otra manera: más sostenible y segura.
Si seguimos mirando al Otro desde la superioridad moral, ninguneándolo y considerándolo un estúpido, seguirá ignorando nuestras alertas y no lograremos cosas tan importantes para todos como mejorar la calidad del aire que respiramos o garantizarnos el acceso cómodo y seguro al agua potable. Para esto y otras cuestiones vitales necesitamos ponernos de acuerdo urgentemente.
El medio ambiente no tiene cura si seguimos distanciándonos del Otro. Y tal vez estemos errando (yo el primero) al intentar acercarnos al Otro desde la fuerza que nos da la razón. Tal vez no sea lo mejor seguir aleccionándolo con datos incuestionables y tirarle a la cara las certezas científicas que demuestran que esto va de veras.
Tal vez también deberíamos intentar aproximarnos con vocación de diálogo para persuadirlo desde la emoción. Probar por el camino del corazón (el más difícil) para llegar a su conciencia. Pero para eso hay que llegar a él, y no lo estamos consiguiendo.
Hace unas semanas tuve la oportunidad de participar en una pequeña ronda de consultas con expertos destinada a ayudar a trazar el plan estratégico de una de las organizaciones ecologistas más importantes del mundo. Un ejercicio de sinceridad y de autocrítica digno de elogio.
Un tema recurrente durante la entrevista fue hacia dónde deberíamos ir para seguir avanzando. Y mi propuesta fue ir hacia el Otro: aproximarnos a los que no piensan como nosotros para alcanzar lugares comunes desde los que empezar a emprender acciones concretas y eficaces a favor del medio ambiente.
Kapuscinski nos recuerda que “la dependencia del Otro es decisiva”. Por eso insiste en la oportunidad de llegar a él también desde este oficio. “El verdadero periodismo es intencional -dice el maestro- se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio en el otro”. Y ése es exactamente el reto que debemos asumir quienes desde aquí defendemos el medio ambiente y promovemos la participación de todos en su cuidado.
Buscar la complicidad del Otro, compartir con él nuestros desvelos y lograr su confianza para animarlo a cuidar juntos el medio ambiente. El aldabonazo, la alerta y el pescozón van a seguir siendo necesarios. Pero tal vez debamos probar también lo de tender la mano y alentar una reacción positiva. Porque lo que está fuera de toda duda es que si seguimos cada uno en nuestro rincón no llegaremos a tiempo de evitar lo peor.