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Consumo responsable, consumismo y ¿para qué producir?

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En muchas ocasiones el Ministro de Consumo, Alberto Garzón, ha sido vapuleado por las empresas que potencian el consumismo, por los medios de comunicación afines a dichas empresas y las derechas y la extrema derecha políticas, por legislar sobre aspectos que tienen que ver con un consumo responsable. Legislación, por otra parte, que tiene en cuenta que las formas de consumo son un elemento fundamental en la vida económica.

El “consumismo” es deshumanizador porque cambia radicalmente el orden de los valores y somete el “ser” al “tener” y hace a las personas esclavas de las cosas.

Igualmente, el consumismo es inmoral porque lleva al derroche de recursos, cuando un gran porcentaje de la población carece de lo necesario, hipotecando además las generaciones futuras, al usar de forma irresponsable los recursos naturales.

Sostengo que cuando se dice que el consumo debe ser responsable, como dice Garzón, se está diciendo que el consumo hay que orientarlo hacia el “ser” y no hacia el “tener”, y a la primacía por la justicia social, la solidaridad y la responsabilidad hacia los demás, hacia la vida social y hacia la naturaleza.

¿PARA QUÉ PRODUCIR?

En el sistema capitalista el consumismo está muy ligado a las tres preguntas siguientes: ¿qué bienes deben producirse?, ¿cómo deben producirse? y ¿para quién debe producirse? Hay otra que he añadido, que es ¿cómo debe consumirse?, llegando a la conclusión que hay que hacerlo priorizando el “ser” sobre el “tener”.

Pero hay otra pregunta, como dice mi amigo Francisco Porcar Rebollar, (Licenciado en Historia, Historiador del Movimiento Obrero y militante de la HOAC de Castellón), que está en la base de las cuatro que acabamos de señalar y que se ignora con facilidad, cuando es la fundamental: ¿para qué producir? Porcar afirma que según la Doctrina Social de la Iglesia “la finalidad de la economía es la satisfacción de las necesidades humanas”, que esa es la respuesta humanizadora al “para qué producir” y a la distribución de los bienes. Necesidades humanas entendidas en su sentido pleno: tanto materiales como culturales y espirituales. Sólo esta perspectiva puede hacer de la vida económica el servicio que debe ser para la realización de nuestra humanidad. Esta función es traicionada cuando se produce, casi exclusivamente para la rentabilidad, la acumulación, el crecimiento por el crecimiento…, en lugar de para responder a las necesidades humanas descritas anteriormente...

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