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La muerte de la imaginación
“El vídeo mató a la estrella de la radio”. Ese era el estribillo de una canción de los años ochenta, de The Buggles. Aquel tema tan pegadizo invitaba a una reflexión muy interesante que tal vez siga navegando entre las ondas invisibles que atraviesan nuestras vidas. El vídeo, en aquel momento, se acomodó en nuestra realidad sin causar demasiados daños.
Otros cambios que estamos viviendo no serán tan benignos. Me pregunto si alguien tendría que escribir una canción sobre lo que matará a la literatura, o a la imaginación, que juegan en el mismo equipo. En nuestros tiempos lo queremos todo rápido y bien masticado, pero hay cosas que sólo se disfrutan en soledad y a pequeños bocados. La literatura, la buena, se escribe para expresar lo que de otra forma quedaría oculto, se escribe para hurgar en el alma, arañar los sentidos, para soñar y hacer soñar, no para entretener.
Pero hoy en día, el escritor que quiere llegar al gran público está casi obligado a pasar por el aro de lo cinematográfico. Hay novelas que, según avanzas en su lectura, no dejan lugar a dudas: el autor o la autora, ya tienen firmado el contrato para llevarlas al cine. Yo, que soy un poco rara, no suelo ver películas basadas en novelas que he disfrutado, amado y soñado, obras que me han emocionado y me han permitido asomarme a mentes y mundos ajenos al mío.
Es más, creo que llevar a la pantalla casi todas las creaciones de nuestros días, debe estar dañando seriamente nuestro cerebro, sobre todo esa parte sutil y maravillosa que es la imaginación. Seguramente la está atrofiando. Puede que las nuevas generaciones, que viven el mundo a través de una pantalla, sean pronto incapaces de imaginar. Pobres criaturas, se van a perder demasiadas cosas. El placer de soñar mundos propios o recrear los soñados por otros, es inigualable.
Si finalmente llevan al cine 'Cien años de soledad', Gabo debería aparecérsele a sus herederos a la hora de la cena para que se les atragante. Llevar a la pantalla esa obra es como darle una patada en los huevos al David de Miguel Angel. Y para que el insulto a la inteligencia sea más duradero, la van a convertir en una serie. Bochornoso. En fin, en nuestros tiempos parece que no damos para más y el poder está frotándose las manos. Nada les puede gustar más que ver cómo alimentamos una sociedad de memos incapaces de imaginar un mundo mejor.
Yo, que soy rebelde por naturaleza, hace tiempo que tomé mi decisión, ni he visto 'El Señor de los Anillos' ni veré 'Cien años de soledad', ya vi esas obras en mi mente, que es para lo que fueron creadas. Tal vez un día de estos me lance a escribir una novela que trate sobre un escritor que se niega a firmar un sabroso contrato cinematográfico. Un tipo raro y malencarado que ignora las amenazas y el hambre por salvar su dignidad. Aunque bien pensado, no escribiré tal historia porque me temo que terminarían llevándola al cine.
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