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La negociación, sine die, como estrategia del enemigo de clase

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La penúltima encuesta prevé un cambio de ciclo electoral con una mayoría absoluta de la derecha, si hubiera hoy elecciones. El varapalo de Madrid es, aunque no se quiera reconocer así, la primera catástrofe electoral de un gobierno que balbucea, duda y trastabilla ante una crisis sanitaria y social que no termina de acabar y que es la calamidad perfecta para retrasar, posponer, descafeinar e incluso olvidar cuestiones tan urgentes y vitales como la derogación inmediata de las Reformas Laborales, el blindaje del sistema público de pensiones o la implantación de un sistema fiscal justo y progresivo.

Si alguna de estas reformas pendientes convulsiona los cimientos del capital es, sin lugar a dudas, la laboral. Es la explotación de la mano de obra asalariada el pilar básico del capitalismo, son las condiciones materiales en las que se realiza el trabajo lo que define al sistema y permite la generación de la plusvalía imprescindible para su reproducción.

No convendría olvidar que las reformas laborales, del PSOE y PP, fueron impuestas por decreto ley - la de Zapatero le costó una huelga general (29/09/2010) seguida de una convocatoria de elecciones generales anticipadas que dieron mayoría absoluta al PP -, la de Rajoy, también por decreto ley y también le costó una huelga general, no hizo sino ahondar en la perdida de derechos iniciada por la del PSOE, precarizando la vida laboral hasta el límite.

Al PP y al PSOE les une, en este asunto, el que ambos, sin dialogo ni otras zarandajas, pusieron en marcha las reformas que nos han llevado a este escenario de precariedad de derechos.

Tampoco sería prudente olvidar que patronal, derecha y socialdemocracia son uno, cuando se trata de la defensa de los intereses del capital, en esa defensa articularán la o las estrategias que más convengan, desgastando de paso credibilidad de izquierda y sindicatos. No dudarán en sentarse a la mesa de dialogo hoy, mañana y pasado, saben que el tiempo corre a su favor, saben que prolongar la negociación, sine die, agota, desmoraliza y desmoviliza, aún más, a la clase trabajadora.

La estrategia es, ni más ni menos, esperar sentado a la puerta, a la mesa, hasta que pase el cadáver de tu enemigo.

En el emergente nuevo contexto donde las fuerzas de la derecha y ultraderecha parecen haber capitalizado en provecho propio la pandemia, la izquierda, presa de su participación en el gobierno de coalición se ve abocada, ¿obligada?, a un desmesurado y desproporcionado afán de dialogo con quien no tendría ni el más mínimo reparo en devorarla.

Timorata de su responsabilidad con la clase trabajadora y divorciada de la realidad, pierde un tiempo precioso en intentar convencer a la patronal, vano intento, de que renuncie a la utopía alcanzada - despido libre, prioridad de convenios de empresa sobre convenios sectoriales, vigencia de los convenios, … - y vuelva al mundo distópico, contrario a sus intereses, previo a las reformas laborales del PSOE y PP.

El posible cambio de ciclo electoral que empiezan a marcar encuestas, elecciones madrileñas y declaraciones de dirigentes del PP, abogando por un adelanto electoral, debería aportar un plus de urgencia a la izquierda para acelerar de forma inmediata la toma de decisiones sobre las reformas pendientes, le va en ello, probablemente, el revalidar o no una mayoría progresista en la próxima cita electoral.

Si la izquierda se vuelve a quedar “atrapada en la vía muerta de la socialdemocracia. A. Cubero. MO.”, si no responde con medidas de izquierda – derogación reformas laborales, fiscalidad progresiva, blindaje de las pensiones, sanidad, educación y prestaciones públicas de calidad, presencia de la iniciativa pública en la economía …- el discurso demagógico, irracional, tramposo y “trumpista” de la derecha, enarbolando la palabra libertad y asumiendo una pseudo rebeldía negacionista que mete en el mismo saco pandemia-restricciones, impuestos, servicios públicos y libertades, terminará por imponerse y calar en el inconsciente colectivo impidiendo acoger y asimilar cualquier propuesta alternativa mínimamente racional acorde a los intereses de la mayoría social.

Urge un discurso en positivo, un discurso que ponga en valor los intereses de la clase trabajadora, un discurso que ponga énfasis en lo público, en la sanidad, la educación, la fiscalidad progresiva, la dependencia, las pensiones, … Un discurso acompañado de cambios sustanciales, con medidas contundentes, un discurso de izquierdas que reemplace al discurso “trumpista” de la derecha.

Urge una estrategia de movilización de los trabajadores y trabajadoras, la presión organizada de la clase trabajadora, de la mayoría social, es la que tiene que ganar la derogación de las reformas laborales, la sanidad y la educación pública, la fiscalidad progresiva, la presencia mayoritaria de la iniciativa pública en la economía.

Urge volver a llenar las calles para reivindicar lo sustancial, lo relevante, para reivindicar una transformación radical del sistema, para reivindicar libertad y socialismo.

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