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Sobre este blog

Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

Autores:

Aina Gallego - @ainagallego

Alberto Penadés - @AlbertoPenades

Ferran Martínez i Coma - @fmartinezicoma

Ignacio Jurado - @ignaciojurado

José Fernández-Albertos - @jfalbertos

Leire Salazar - @leire_salazar

Lluís Orriols - @lluisorriols

Marta Romero - @romercruzm

Pablo Fernández-Vázquez - @pfernandezvz

Sebastián Lavezzolo - @SB_Lavezzolo

Víctor Lapuente Giné - @VictorLapuente

Luis Miller - @luismmiller

Lídia Brun - @Lilypurple311

Sandra León Alfonso - @sandraleon_

Héctor Cebolla - @hcebolla

Cinco claves del 10N

Tomás Guitarte, diputado electo de Teruel Existe.

Piedras de Papel

1. La caída de la participación

Como preveíamos en este blog, la participación ha acabado siendo una de las más bajas del período democrático. Con un 69,87% al cierre de las urnas, se sitúa en el nivel de la repetición electoral de 2016 (69,83%) y solo algo por encima del 68,04% de 1979. Pero con los efectos del voto rogado en el voto de los residentes en el extranjero, que queda por contabilizar, es probable que estas elecciones del 10 de noviembre pasen a la historia como aquellas donde la abstención fue mayor. En comparación con abril (75,75%), dos millones de personas menos votaron ayer. Esto supone una bajada de casi seis puntos porcentuales, una caída muy superior a los tres puntos y medio puntos de la repetición de 2016, cuando más de un millón de personas se quedó en casa tras la repetición electoral.

2. La recomposición de la derecha

Quizá el mayor cambio de los resultados respecto a las elecciones de abril es la recomposición interna del bloque de partidos de la derecha: PP, Ciudadanos y VOX. Mientras que la suma de escaños y de votos no ha cambiado sustancialmente desde abril, sí que se ha producido una acusada redistribución de los apoyos relativos de cada uno de los tres partidos. Así, el porcentaje total de votos se ha mantenido básicamente estable, pasando del 42,9% en abril al 42,7% en noviembre. La conversión en escaños ha sido más eficiente, pero solo ligeramente: el bloque ha pasado de 147 escaños a 150. Lo más notable del cambio en la fuerza relativa de los partidos de este bloque ha sido el batacazo electoral de Ciudadanos. Ha pasado de 57 escaños a 10 después de perder más de la mitad de sus apoyos.

¿Adónde han ido los votantes perdidos por Ciudadanos? Hasta que no salgan encuestas con recuerdo de voto no podremos responder a ciencia cierta. No obstante, es posible hacer algunos apuntes. El PSOE esperaba capitalizar el descontento de votantes de centro con Ciudadanos, pero ese trasvase no parece haberse producido en grandes magnitudes, pues los socialistas no han logrado aumentar sus apoyos. ¿Dónde han por tanto ido sus antiguos votantes? Además de a la abstención, podemos ver qué fuerzas han ganado representación allí donde Cs ha perdido escaños. En las 37 provincias donde Ciudadanos ha perdido un escaño, Vox ha ganado 21 mientras que el PP ha ganado 14. En las circunscripciones donde Cs ha perdido varios escaños (Madrid, Barcelona, Valencia, Alicante, y Murcia), Vox ha subido en 7 diputados y el PP en 6. Así pues, tanto Partido Popular como Vox se han beneficiado del declive de Ciudadanos, pero Vox en mayor medida, sobre todo teniendo en cuenta que partía de un nivel de apoyo bastante inferior al del PP.

3. El crecimiento populista de Vox

No tenemos todavía buenos datos de encuestas sobre quiénes son los nuevos votantes de Vox, pero los resultados del domingo nos dan algunas pistas sobre cómo se está reconfigurando su electorado. Ya vimos en el debate de candidatos que su líder acercó su mensaje al del populismo euroescéptico, presentando a su partido como el defensor de las clases bajas cuyas demandas políticas estaban siendo desatendidas. Los datos de domingo muestran dos cosas: primero, que la práctica totalidad del crecimiento de Vox es a costa del declive de otras fuerzas de la derecha, sin lograr alterar sustancialmente el reparto entre bloques ideológicos. Esto parece indicar que al partido de Abascal le cuesta mucho penetrar entre el electorado tradicionalmente de izquierdas, a diferencia de lo que ocurre en otros partidos de extrema derecha europea. Pero dentro del electorado de la derecha, sí parece que Vox logra crecer más en los entornos socioeconómicamente menos favorecidos. Un ejemplo: mientras que en Parla (un municipio del cinturón industrial del Sur de Madrid, y que es mayoritariamente de izquierdas) una caída de Ciudadanos de 11 puntos se traduce en un aumento de Vox de 8 puntos, en la acomodada Las Rozas, el desplome de 15,5 puntos de Ciudadanos provoca un crecimiento de Vox de solo 2,5 puntos porcentuales.

4. Rivera, la principal víctima del 10N.

Albert Rivera ha dimitido como consecuencia del resultado electoral de Ciudadanos. Con él, se va un político que tuvo una luna de miel con el electorado español, pero cuya estrella ya se había apagado hace un tiempo. Rivera llegó a ser el líder mejor valorado por los españoles. Era el momento en que el partido era ampliamente considerado de centro por el electorado. En la encuesta preelectoral de diciembre de 2015, cuando Ciudadanos debuta en unas elecciones generales en todo el Estado, Albert Rivera tenía una valoración media de la ciudadanía de un 4,98 (recordemos que las valoraciones de los políticos siempre son bajas). Por poner, un ejemplo la valoración de Pedro Sánchez estaba entonces en un 4,59. En abril pasado, cuando el viraje a la derecha ya estaba consumado, Rivera estaba valorado en un 3, mientras que Pedro Sánchez solo había bajado a un 4. En esos tres años y medio, Rivera se había dejado un 40% de su popularidad.

Rivera no solo había perdido popularidad en el electorado general, sino que sus propios votantes también habían empeorado su percepción sobre él. En estas elecciones, Ciudadanos era el partido de ámbito nacional en el que sus votantes tenían peor valoración del líder. Aquella idea de que Rivera era la mejor herramienta electoral de los naranjas parecía ya no cumplirse, tal y como finalmente se ha confirmado. Ahora queda por ver si el partido puede sobrevivir a su ausencia.

5. Territorios indignados

El escaño obtenido por la plataforma Teruel Existe no es anecdótico, sino paradigmático de cómo crecientemente votamos los españoles: pensando en nuestro territorio. En los intereses de nuestros vecinos. Las fuerzas políticas que mejor lo han hecho en las urnas son aquellas que han sabido posicionarse como las mejor preparadas para defender los intereses de unos territorios en general y, en particular, para denunciar un “trato injusto” a ellos por parte de otros territorios “privilegiados”.

Por un lado, los nacionalismos, en toda su variedad periférica, de Canarias a Cataluña, pasando por el País Vasco, han capitalizado el descontento contra la “privilegiada” capital del Estado, que, gracias a la política de infraestructuras y otros tratos de favor, ha despegado económicamente de la media nacional y atrae casi toda la inversión extranjera. Por el otro, Vox se ha hecho fuerte en territorios que se sienten menospreciados por el “trato diferencial” a las comunidades históricas (el País Vasco con su cupo, Cataluña con sus “chiringuitos” nacionalistas). A esto se ha sumado el efecto de la sentencia del juicio del 1-O. Los analistas habíamos puesto el acento en cómo la sentencia, especialmente una con penas de cárcel altas, estimularía el voto independentista. La reacción a la sentencia podría hundir a los partidos constitucionalistas en Cataluña. Pero subestimamos el efecto de la contra-reacción a la sentencia en el resto de España. Las imágenes de policías nacionales agredidos por manifestantes en las calles de Barcelona encendieron una llama de indignación en muchas provincias españolas. Y nadie lo ha explotado mejor que Vox.

Como de costumbre en España, las elecciones del 10N van de indignados. Pero, esta vez, y de forma parecida a cómo sucede en muchas democracias en todo el planeta (como Tailandia, Argentina, EEUU, Alemania o Francia), quienes están indignados son los territorios.

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