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Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

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Íñigo no es Manuela

Lluís Orriols

Con todos los respetos, Íñigo no es Manuela. Lo advirtió Pablo Iglesias en su carta a los afiliados de Podemos de la semana pasada y se trata de una afirmación que, en cierto modo, es poco controvertida. No obstante, a Pablo Iglesias se le olvidó añadir lo más obvio: ciertamente Íñigo no es Manuela, pero, sin duda, le gustaría serlo. De hecho, la estrategia que Errejón ha defendido desde el surgimiento de Podemos es precisamente el de hacerse con un espacio electoral como el que logró el “Ahora Madrid” de Carmena en las elecciones locales de 2015.

Podemos irrumpe en el escenario político tras las elecciones europeas de 2014 y en muy pocos meses se convierte en un fenómeno político sin precedentes en nuestro país. Quizás pocos recuerden ya un dato tan sorprendente como inaudito hasta entonces en la política española: durante la segunda mitad de 2014, Podemos, un partido considerado por la mayoría de los españoles como de extrema izquierda, logró situarse como primera fuerza en intención directa de voto en algunos sondeos electorales. De hecho, según los barómetros del CIS de ese año, Podemos se erigió como la opción preferida entre los votantes de centro, superando al PP en seis puntos porcentuales y al PSOE en algo más de tres puntos.

¿Cómo logró Podemos seducir a los votantes de centro aún siendo percibido como un partido escorado a la izquierda? Esa fue la principal gesta del partido durante su breve pero exitoso “momento populista”, un período en el que la formación consiguió que la ciudadanía dejara momentáneamente a un lado las tradicionales lógicas izquierda-derecha y se sintiera atraído por un partido nuevo venía a dar voz al enojo ciudadano con las élites políticas.

La receta de “la casta” que permitió a Podemos gozar de transversalidad ideológica se desvaneció rápidamente tras el surgimiento de Ciudadanos, una nueva formación que cambió el guión y obligó a Podemos a retomar las lógicas clásicas de izquierda-derecha. En 2015, el electorado de Podemos ya contaba con unos apoyos típicos de un partido ideológico: muy fuerte en la izquierda, pero marginal en el centro. Entre los votantes moderados, Podemos quedó relegado a cuarta fuerza por detrás de PP, PSOE y Ciudadanos.

El momento populista de Podemos había muerto y, con ello, el sueño de Iñigo Errejón de lograr un partido transversal. La defunción definitiva de la estrategia populista de Podemos se certificó en enero de 2016, tras las elecciones generales de diciembre, cuando Pablo Iglesias ya apostó de forma explicita y sin reservas por un gobierno de izquierdas con el apoyo de los nacionalistas periféricos. Desde entonces etiqueta “izquierda” entró en Podemos para quedarse.

Desde entonces, Iñigo Errejón ha intentado mantener las esencias originales de Podemos y recuperar esa transversalidad perdida. La dirección de Podemos ha apostado en los últimos tiempos por una estrategia defensiva de consolidarse en el espacio de la izquierda,asumiendo que su potencial de crecimiento en el centro es modesto e incierto. Sin embargo, Errejón siempre ha mostrado su rechazo a esta estrategia defensiva. El partido no podía conformarse en cavar trincheras ideológicas sino que debía abrazar una estrategia ofensiva para atraer a “los que faltan”.

Errejón sólo vio su sueño cumplido durante los primeros meses de vida de Podemos. Desde entonces sus tesis han sido derrotadas de forma sistemática en las luchas internas del partido. Pero, la batalla sigue su curso y puede que estemos ante el desenlace de esta vieja disputa. La semana pasada Errejón realizó un movimiento hábil (pero arriesgado) para intentar darle una nueva oportunidad a su vieja estrategia. La receta: comprar la franquicia Manuela Carmena.

Pero, ¿qué tiene Carmena que no tenga Podemos? Lo que Íñigo Errejón ha querido para Podemos desde los inicios del partido y jamás ha logrado en unas elecciones. En efecto, la plataforma electoral “Ahora Madrid”, gracias al atractivo electoral de Manuela Carmena, consiguió esa transversalidad que tenía Podemos en sus inicios. El poder de atracción de Carmena fue enorme. Según las encuestas postelectorales, casi la mitad de los madrileños que votaron al PSOE en las elecciones autonómicas, depositaron la papeleta de Ahora Madrid en la urna de las elecciones locales. Se trata de un comportamiento anómalo que permitió a Carmena arrebatar el liderazgo del PSOE tanto entre los votantes de extrema izquierda como entre los moderados de centro.

El gráfico muestra con claridad el “efecto Manuela Carmena”, muy distinto del que se observa en Podemos en las elecciones en la Comunidad de Madrid. En efecto, Podemos se comportó en las elecciones autonómicas como un partido marcadamente ideológico, fuerte en posiciones extremas pero muy por detrás del PSOE en el centro-izquierda. Sin embargo, en las elecciones municipales, Ahora Madrid recuperó esa transversalidad que Podemos saboreó brevemente en sus inicios pero rápidamente perdió en 2015.

En definitiva, Errejón ha visto en Manuela Carmena ese proyecto transversal que siempre ha deseado para Podemos. Con su alianza, se pretendía que en esta ocasión el “efecto Carmena” no se limitara a las elecciones locales, sino que su onda expansiva alcanzara también las elecciones de la Comunidad de Madrid.

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Nota: los datos del gráfico provienen de la encuesta postelectoral del CIS de las elecciones autonómicas y locales de Madrid 2015. El tamaño de la submuestra para la ciudad de Madrid que se usa en el gráfico es de 492 observaciones.

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