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“Presuntitis”: Los medios y las denuncias falsas
Los medios no respetan la presunción de inocencia del detenido, sino que dudan de que el delito se haya cometido
El periodismo que no se implica en defender la vida de la mitad de la población no aporta absolutamente nada a nuestra sociedad
Por primera vez en la historia, el movimiento que denuncia públicamente la violencia sexista se ha extendido. Como consecuencia, los medios se han visto obligados a hacer visible esa repulsa, pero las noticias siguen mostrando la tendencia machista de nuestra sociedad. Recientemente, después de que tres hombres agredieran a una mujer en Pamplona, los medios han vuelto a cuestionar el testimonio de mujeres. En primer lugar, utilizan abundantemente la expresión “presunta agresión sexual”, a pesar de que haya pruebas de que la agresión ha sucedido. Se trata de “presuntitis” (en euskara, le llamé ustezkokeriak y lo publiqué en Gaur 8, pero todavía lo tengo que seguir denunciando en Twitter). Si no existiera agresión, no habría noticia. Por lo tanto, el empleo adecuado de la palabra “presunto” corresponde a “presunto agresor sexual”, porque el detenido no es culpable hasta que sea juzgado. Si buscamos en Google, encontramos 44.100 resultados exactos para “presunta agresión sexual” y 31.500 para “supuesta agresión sexual”, frente a 23.400 resultados exactos para “presunto agresor sexual” y sólo 4.100 para “supuesto agresor sexual”. Es decir, los medios no respetan la presunción de inocencia del detenido, sino que dudan de que el delito se haya cometido, aunque no tengan pruebas para ello, porque no las hay, claro. Aún así, los medios cuestionan la propia agresión de la que dicen informar:
La presuntitis que pone en duda la propia agresión alimenta la mentira de las denuncias falsas presentadas por las mujeres. Según dio a conocer el Consejo General del Poder Judicial, el 0,01% de las noticias interpuestas en el Estado por mujeres en relación a agresiones por parte de sus parejas fueron falsas. No hace falta decir que denunciar falsamente constituye delito y que, por lo tanto, el propio Estado inicia el proceso. Sin embargo, las agresiones sexuales que no denunciamos son incontables. De hecho, cuatro de cada cinco mujeres asesinadas el año pasado no habían denunciado nunca.
En segundo lugar, después de informar de la “presunta” agresión, los medios no dan datos del agresor. Existe el mandato legal de no dar el nombre y los apellidos del agresor, al igual que en el resto de delitos, debido a la presunción de inocencia. Hasta que se le juzgue, además, el detenido será “supuesto agresor”. El problema surge cuando dicho agresor supone un riesgo para la sociedad. En esos casos, los medios identifican al agresor con imágenes:
Excepto cuando se trata de un agresor que ataca a mujeres. En ese caso, no se facilitan imágenes que le identifiquen, ni datos físicos que permitirían evitar nuevas agresiones... excepto características raciales:
Una vez se le condene al presunto agresor en el juicio, es costumbre publicar el nombre y apellidos, así como la foto del agresor… excepto en las noticias sobre agresiones sexuales, de nuevo. Resulta imprescindible identificar a los agresores, para que sepamos quiénes son, para poder defendernos. En los medios no vemos imágenes de agresores que amenazan a la mitad de la sociedad. Las noticias del momento de la denuncia son mucho más numerosas que aquéllas sobre la sentencia. Cuando el agresor es famoso, en cambio, el juicio sí resulta mediático, como por ejemplo el del deportista Oscar Pistorius. En ese sentido, Paul Abasolo Amantegi no vio perjudicada su carrera futbolística al agredir sexualmente a mujeres, ya que los medios no publicaron ni su nombre ni su imagen al informar que cumpliría una pena de cárcel de tres años:
Finalmente, hay medios que no otorgan relevancia social a la violencia machista. En el caso de la agresión sexual cometida en Pamplona la semana pasada, prefieren detallar los detalles de la agresión sexual y, para ello, identifican el lugar genérico de la agresión:
Otros medios, por el contrario, enfatizan el hecho de que la violencia sexista es una cuestión social. Por ello, subrayan las manifestaciones convocadas para rechazar socialmente tales agresiones, dando protagonismo a los movimientos sociales:
*“Entre los convocantes de la manifestación están San Juan Xar, Unidad de Barrio, los trabajadores del centro de Salud, el centro de salud mental, la Peña Donibane, ADSJ San Juan, Peña Anaitasuna, SCDR Anaitasuna, IES Biurdana, IES Navarro Villoslada, Maratxa, los comerciantes de Martín Azpilikueta y San Juan-Ermitagaña-Mendebaldea, Donibaneko emakumeak y el euskaltegi Irrintzi” (Gara, 16/05/2016).
Evidentemente, los casos de “presuntitis” sólo se dan cuando a los medios no les queda más remedio que nombrar al autor de la violencia machista, ya que normalmente prefieren ignorar quién nos agrede. Por eso, las mujeres “sufrimos”:
En lugar de señalar que “un hombre agrede a una mujer”, “un hombre agrede a su pareja” o “un hombre asesina a su pareja”. Negarse a identificar a los agresores invisibiliza la violencia hacia las mujeres.
La violencia sexual nos tiene a todas las mujeres como objetivo. Por ello, el periodismo que no se implica en defender la vida de la mitad de la población no aporta absolutamente nada a nuestra sociedad. Los medios que restan importancia a la autoría de las agresiones sexistas y cuestionan nuestra credibilidad fomentan la cultura de la violación. Además, identificar a los hombres machistas que nos agreden resulta la manera más efectiva de defendernos. Porque nos hemos empeñado en seguir vivas.
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