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Pikara Magazine es una revista digital que practica un periodismo con enfoque feminista, crítico, transgresor y disfrutón. Abrimos este espacio en eldiario.es para invitar a sus lectoras y lectores a debatir sobre los temas que nos interesan, nos conciernen, nos inquietan.

Ahora que todo el mundo odia el periodismo

Periodismo

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Todo el mundo odia a los periodistas. Y a las periodistas. En esto hay inclusión. El Periodismo con mayúsculas ya no existe, dicen, a nadie le interesa que siga. La muerte de Dios, la relatividad de la ciencia y la muerte del discurso. No nos queda nada. 

Bueno, sí, queda una pregunta que hacer a quienes se sorprenden: ¿de verdad? Que la nueva vieja extrema derecha lleva tiempo utilizando los medios para sus fines ya se ha publicado, hay incluso estudios. A estas alturas, debería saberse en cada rincón del Estado que La Sexta es propiedad de Atresmedia, conglomerado mediático que al mismo tiempo que vende izquierda te da derechazos con Susanna Griso y Vicente Vallés en Antena 3. Por cierto, Griso y Ferreras están nominados a los premios Iris 2022 que otorga la Academia de Televisión y de las Ciencias y las Artes del Audiovisual. Así se entiende mejor que la maquinaria propagandística -del régimen- se haya puesto en marcha rapidito después de los audios de Ferreras-Villarejo para virar el foco hacia Pablo Iglesias y su supuesta propuesta electoral contra Yolanda Díaz. 

Quienes se sorprenden, deben creer que todo esto es novedad. Pues no. Los complots político-mediáticos para desestabilizar a gobiernos o partidos adversarios eran también del gusto de la derecha clásica popular y de la “izquierda”, socialista pero no, de toda la vida. A estas alturas ya sabemos que el 11M no fue la ETA, pero aquí no ha pasado nada y el director que alentó la mentira durante años dirige otro medio y sigue en el panorama mediático. También sabemos que el exministro de Interior Jorge Fernández Díaz se reunió con Villarejo para desestabilizar a Catalunya elaborando denuncias para ello -un caso tipo Watergate que aquí no provocó ni la dimisión del entonces ministro-; que unos chavales de Altsasu están en la cárcel por terrorismo cuando no había banda terrorista; que cuando gobernaba Aznar se cerró un periódico entero, Egunkaria, y se torturó al que era su director. 

Incluso podríamos añadir complots mediáticos que no tienen relación directa con el poder -en el sentido de poder-partido-vía-telefónica-, pero que sirven para mantener el orden de las cosas y el aleccionamiento a la población. Por ejemplo, el circo mediático de las desapariciones forzosas de las niñas de Alcàsser, que tan bien describe Nerea Barjola, como aleccionamiento hacia las mujeres mediante el terror sexual. O, yo qué sé, Callejeros como aleccionamiento social: si no quieres ser lumpen y acabar como esta gente, trabaja y no te drogues, no te salgas de la fila o caerás en la desgracia y, además, serás el hazmerreír del resto. O programas como El jefe infiltrado -ese jefe que puede estar en todas partes, como Dios-. Imagino oficinas, fábricas, bares donde el personal sospecha de esa compañera que acaba de llegar por si acaso es la jefa, y ejercen su trabajo de forma ejemplar delante de ella y tal. Agobiándola con adulaciones y demostraciones de valía: “Hago las horas extra que haga falta, sin cobrar, esto es un barco y tenemos que remar todas juntas, faltaría más”. 

Y así tantos ejemplos. Los medios de comunicación de masas, los de las grandes cabeceras y salvo honrosos ejemplos de profesionales del periodismo, no sirven para informar sino para crear un relato que mantenga lo que hay. Esa es su función principal. Y mezclan información real y útil con la propaganda necesaria para perpetuar el poder, porque así se logra la sensación de verdad. Mezclan a los propagandistas con periodistas para dar autoridad a sus informaciones. 

Parece una obviedad, pero la semana pasada nos llevábamos las manos a la cabeza con los audios de Ferri (no es un barco, no es periodista, ¿qué es?) en los que se hablaba de desestabilizar a Podemos con noticias falsas. A pesar de que ya hubo una querella por financiación ilegal llegada desde Venezuela que quedó archivada, después de entretener a la justicia con noticias inventadas de Ok diario

La financiación de este periódico, por cierto, es de sobra conocida, pero sus integrantes copan tertulias en todas las televisiones -aunque Eduardo Inda haya servido de tonto útil y haya sido expulsado de La Sexta después de los audios-. Que no quede ni un falso debate sin un falso periodista fascista en él, esa es la consigna. A pesar de ser quienes más tienen que reconocer se permiten tratar de desprestigiar a otros medios, como Pikara Magazine -todo vale con tal de arremeter contra Irene Montero- por recibir dinero público, transparente, y hacer lo que tienen que hacer, como ya contamos hace un tiempo

Lo hacen porque funciona. Porque no queremos la verdad, sino que nos digan que nuestros enemigos son malos. Que nos reafirmen en nuestras ideas, aunque lo hagan sin ninguna prueba. Aunque lo que se denuncie de nuestras adversarias sea algo habitual, legal y éticamente correcto. Que planee siempre la sospecha, por si acaso. 

Ahora todo el mundo odia el periodismo porque todavía hay quien piensa que el periodismo son Ferreras e Inda, que el periodismo está en los programas de tertulias, en los medios levantados y sostenidos con grandes dosis de dinero de algún partido político. 

Ahora todo el mundo odia el periodismo porque olvidamos que hay quien sí sigue haciendo periodismo: los medios independientes. Independiente es que tu línea editorial no la marque nadie más que tus periodistas y en función de criterios informativos, por eso de cumplir con el derecho a la información. Que los temas que saques tengan que ver con lo que crees que es importante para la ciudadanía o, al menos, para quien te lee. Sin mentir, claro. Sin agendas privadas y ocultas. No digo con objetividad, pero sí con honestidad. 

Los medios independientes hacemos periodismo con el sostén económico, sobre todo, de las personas que están suscritas. Gracias a nuestras lectoras. Lo hacemos con una agenda propia y una mirada determinada sobre el mundo, pero nuestro interés último no es mantener en el poder a los poderosos para que sigan haciendo tropelías a cambio de un buen dinero que nos permita sentirnos poderosas también. 

Los medios independientes estamos atados a la precariedad: la falta de recursos nos impide hacer todas las investigaciones que querríamos. Pero seguimos y esperamos vuestras suscripciones con ansia, porque son bocanadas de aire. Porque por cada pieza informativa rigurosa que conseguimos sacar, los grandes medios han tenido recursos para repetir una mentira mil veces.

A los medios independientes se nos acusa de estar pagados por Podemos porque la derecha mediática y política quiere desacreditar a quienes, cuando no cobramos de agendas ocultas, sacamos sus vergüenzas. Porque no pueden soportar que exista -y subsista- otro modelo mediático del que la gente se pueda fiar más. Porque se les olvida que existimos antes de Podemos y que seguiremos después.

Ahora que todo el mundo dice que odia el periodismo, recordemos que el periodismo no está, por regla, en el prime time, ni -salvo periodistas excelentes, como siempre- en las cabeceras más conocidas. 

El periodismo está en otro lado. Aunque es verdad que, si eres de derechas, lo tienes difícil. Casualmente, ningún medio independiente lo es. Suscríbete

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Pikara Magazine es una revista digital que practica un periodismo con enfoque feminista, crítico, transgresor y disfrutón. Abrimos este espacio en eldiario.es para invitar a sus lectoras y lectores a debatir sobre los temas que nos interesan, nos conciernen, nos inquietan.

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