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Nairobi lucha por recuperar la normalidad y cerrar la herida del ataque

EFE

Nairobi —

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“Si no ven los cuerpos no se lo creen. Pero una vez los identifican pueden iniciar el duelo sin dudas”, relata a Efe una de las trabajadoras de la Cruz Roja de Kenia que asisten a las familias en la morgue de Chiromo, a pocos minutos del complejo hotelero de Nairobi que Al Shabab atacó este martes.

Se respira un ambiente extraño en este centro mortuorio: a pesar de la tristeza, muchas familias sienten un cierto alivio tras haber identificado ya los cuerpos de sus seres queridos fallecidos.

Las ceremonias religiosas se celebran continuamente por todo el recinto, con una solemnidad cargada de cánticos tradicionales y coloridos estampados.

Esta sensación singular se extiende por la capital keniana. La rutina comenzó a restablecerse hoy en Nairobi y esta mañana se podía ya apreciar un tráfico normal en las calles cercanas al hotel atacado, si bien numerosos actos o incluso ruedas de prensa planeadas para esta semana han sido aplazadas.

En la entrada del complejo 14 Riverside, silencio por parte de las autoridades, mientras los periodistas que esperaban bajo el sol cualquier actualización y las últimas detonaciones controladas previstas para este jueves. Ciudadanos a pie o en coche no podían evitar acercarse a la entrada para echar miradas con una mezcla de miedo y de curiosidad.

“Fue chocante”, narra a Efe Félix, estudiante de la colindante Universidad de Nairobi, que oyó las primeras explosiones mientras estudiaba en la biblioteca del centro y, rápidamente, regresó a su casa. “Los padres entraron en pánico”, apunta su amiga Irene.

“Algunas familias bloquean sus sentimientos, se trata de una pérdida repentina y quizás se encuentran aún en un estado de incomprensión” explica a Efe una de las acompañantes de la asociación de ayuda psicológica Amani.

Tanto la Cruz Roja como otros colectivos han ofrecido apoyo psicológico en la morgue a las familias de las víctimas mortales del ataque, que, de momento, alcanzan las 21 personas, según explicó el inspector general de la Policía de Kenia, Joseph Boinnet.

Desde el inicio de la crisis, la Cruz Roja de Kenia ha acompañado a un total de 591 personas, según datos de la propia organización, aunque también decenas de personas anónimas se han desplazado al centro mortuorio para ayudar, por ejemplo, trayendo comida y bebida.

Las “consejeras”, como ellas mismas se hacen llamar, de Amani se reúnen tras una mañana muy intensa de acompañamiento a los parientes de las víctimas: conversan entre ellas y comparten sus sentimientos porque “el autocuidado es imprescindible”.

Su labor consiste en permanecer al lado de los afectados durante todo el proceso de identificación y escucharlos en medio de la multitud congregada en Chiromo.

“Ayer tuve altos niveles de ansiedad y lo arrastré a mi casa. Hoy, cuando las familias pudieron identificar los cuerpos de sus seres queridos, sentí mucho alivio. Entonces podían descansar y seguir el proceso del duelo”, confiesa una de las mujeres del equipo, cuyos miembros cobran una cantidad simbólica por su trabajo.

“Es una labor importante acompañar a alguien que está avanzando a través de su dolor”, concluye con firmeza una de las consejeras más ancianas.

Nairobi no padecía ningún golpe yihadista desde septiembre 2013, cuando en una operación similar al ataque del martes, un comando de Al Shabab asaltó el centro comercial Westgate, próximo al complejo 14 Riverside y muy frecuentado por extranjeros y kenianos acaudalados, matando a 67 personas.

La peor acción terrorista que ha sufrido Kenia fue el atentado de 1998 contra la Embajada de Estados Unidos en Nairobi, que causó más de 200 muertos y miles de heridos.

Lucía Blanco Gracia

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