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Rubalcaba no dimitió para controlar al PSOE en el proceso de abdicación

Rubalcaba junto al príncipe Felipe en una cena ofrecida por el rey en la Cumbre Iberoamericana de Cádiz en noviembre de 2012 / EFE

Manuel Sánchez

“Sabíamos lo que iba a pasar, y el primer partido de la oposición no podía afrontar esto en manos de una gestora. Además, Alfredo Pérez Rubalcaba era el único que podía controlar las tensiones lógicas que se pueden producir en el PSOE en este proceso”.

Con estas palabras, fuentes muy cercanas al actual secretario general del PSOE han explicado a eldiario.es lo que de verdad había detrás de la incomprendida decisión del líder del PSOE de quedarse un mes y medio más tras el fracaso electoral en las elecciones europeas. Rubalcaba, según estas fuentes, se sintió obligado a hacer su último servicio como hombre de Estado.

Dichas fuentes apuntaron que comunicó y explicó la decisión a Susana Díaz, la presidenta andaluza, que le dio su respaldo para seguir al frente del partido en estas circunstancias. De ahí, que la potente federación andaluza en ningún momento hiciera batalla de su continuidad hasta el Congreso Extraordinario.

A petición de la Casa del Rey, Rubalcaba ha sido el hombre elegido para que el PSOE no se desmande en estos momentos tan delicados y, como dijo ayer el secretario general del partido, siga fiel al consenso constitucional. Es decir, apoyar todo el proceso y dar su apoyo a la coronación de Felipe VI.

En la dirección del partido se admite que este asunto, de puertas para adentro, siempre ha generado debate y polémica. Pero no creen que las cosas pasen a mayores. Las posiciones de Juventudes Socialistas e Izquierda Socialista siempre han sido las mismas desde la Transición, con la aquiescencia del PSOE. No iban a cambiar este lunes.

Las voces de dirigentes socialistas discordantes no preocupan en Ferraz. La dirección del partido cree que esas reclamaciones coinciden con la posición del PSOE de hacer un referéndum para una amplia reforma de la Constitución, que también afecte a la Casa Real, aunque no en el sentido único de decidir entre Monarquía o República.

Lo cierto es que a la Corona y al Gobierno les tranquiliza mucho que Rubalcaba siga al frente del partido durante estas escasas semanas donde se culminará el nombramiento de un nuevo rey y garantizarse el apoyo del PSOE, imprescindible en esta situación.

De hecho, el PSOE no duda de que la inmensa mayoría de sus 110 diputados respaldará el proceso que, por otro lado, ya está pactado con el PP.

En el territorio de lo anecdótico habrá que aclarar si para esa votación seguirá como diputada Elena Valenciano o, en su sustitución, entrará Manuel de La Rocha, perteneciente a Izquierda Socialista y que votaría en contra. A pesar de la tranquilidad que enarbolan en Ferraz, no es descartable que, en el actual proceso en el que se encuentra el partido, algún aspirante a candidato quiera aprovechar la situación para desmarcarse de los demás y conseguir atención mediática.

El PSOE se aferra a respetar el consenso constitucional alcanzado hace casi 36 años y de ahí no se va a mover. Aunque asume que hacerlo, en las actuales circunstancias, podría tener para ellos un coste interno y electoral añadido al desgaste que se llevará por delante a Rubalcaba, cuando el relevo en la corona sea efectivo.

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