Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Torra mantiene en vilo al Gobierno con su escalada de tensión mientras Sánchez aún confía en romper la polarización

Pedro Sánchez en su encuentro con Quim Torra en Moncloa.

Irene Castro

La conferencia con la que Quim Torra arrancará el curso político mantiene en vilo al Gobierno de Pedro Sánchez. En Moncloa desconocen cuál será la línea que seguirá el presidente catalán más allá de las noticias que se han publicado y que señalan un otoño caliente de movilizaciones e incluso la aspiración al desacato del sucesor de Carles Puigdemont si el Supremo acaba condenando a los presos independentistas.

Aunque las relaciones entre los dos Gobiernos se mantienen, nadie del Ejecutivo ni del PSOE da señales de saber qué mensaje va a enviar Torra en vísperas de la Diada.

Pedro Sánchez aún confía en alcanzar acuerdos puntuales con la Generalitat que logren, por un lado, romper la polarización y, por otro, desactivar al ala más dura del independentismo.

Pero el plan de Torra camina por la línea opuesta a lo que le reclama el Ejecutivo. Según lo que han contado algunos de sus socios, a los que ha mostrado un borrador con su intervención, el jefe de la Generalitat planteará una escalada de la movilización a partir de la Diada hasta llegar a un momento de choque con el desacato a las condenas del procés que da por descontadas y a las que, según algunas fuentes, podría responder con pasos adelante a favor de la república.

En una entrevista en la Cadena Ser, Sánchez ha asegurado que desconoce cuáles son las intenciones de Torra y fuentes de Moncloa lo constatan: “Ya veremos por dónde va”. Los socialistas lo emplazan a “un mensaje al entendimiento, al diálogo, al respeto a la legalidad”, según ha expresado el secretario de Organización y ministro de Fomento, José Luis Ábalos.

Desactivar al independentismo más duro

Sánchez es consciente de que habrá “inflamación verbal” en los próximos meses, pero descarta que vaya a haber un otoño de ruptura. De hecho, ni siquiera cree que el tono de los independentistas sea tan elevado como el año pasado por estas fechas, cuando arrancó el proceso de independencia.

El presidente, por si acaso, señala al Govern la salida del 155 de la Constitución, con el que el pasado octubre se intervino por primera vez en la democracia una comunidad autónoma. “Sabe cuál es el camino que depararía volver a la unilateralidad”, dijo durante su gira latinoamericana. El Gobierno intenta evitar la escalada dialéctica. “Lo que no queremos es alimentar más la tensión”, ha reconocido Ábalos.

Además, no creen que se llegue a ese extremo y confían en lograr acuerdos que rompan la polarización y desactiven al independentismo más duro, encarnado por Torra o Carles Puigdemont, pero del que se aleja ERC. Sánchez concede una gran importancia a las comisiones bilaterales que se desbloquearon tras su llegada a Moncloa.

En el Ejecutivo creen que se puede llegar a acuerdos concretos en materias económicas -la Generalitat ha recibido con alivio la posibilidad de reestructurar la deuda o la nueva senda del déficit que, de aprobarse, le da una flexibilidad de dos décimas-; en infraestructuras o en la litigiosidad -Sánchez ve factible la tramitación de leyes catalanas, como la de pobreza energética, que el PP llevó al Tribunal Constitucional-.

De hecho, Sánchez da por hecho que no mantendrá el segundo encuentro con Torra -esta vez en Catalunya- hasta que haya avances en esas comisiones bilaterales. El presidente también espera a tener algo concreto que ofrecer en Catalunya para celebrar el Consejo de Ministras que ha anunciado en Barcelona. El Ejecutivo se guarda la baza de hacer propuestas sin necesidad de acordarlas con la Generalitat. Su solución, aunque no inmediata, pasa por un mayor autogobierno a través de una modificación del Estatut que se refrende en las urnas en Catalunya,

Sin embargo, el equilibrio es complicado para los socialistas ya que dependen completamente de los 17 votos de las fuerzas independentistas para sacar adelante sus propuestas, especialmente los Presupuestos Generales del Estado, que serán el punto de inflexión para la continuidad de Sánchez. La Generalitat pone por ahora condiciones inasumibles para Moncloa: el vicepresidente catalán, Pere Aragonès, ha sugerido que el Gobierno reoriente la posición de la Fiscalía ante el juicio del procés. Sánchez lo descarta y, aunque algunos dirigentes socialistas evitan reconocer que un fracaso en las cuentas les llevaría a elecciones, Moncloa asume que sería inevitable convocarlas. “No ayuda nada”, ha reconocido Ábalos sobre la situación penitenciaria de los presos independentistas en plena negociación de los presupuestos.

Etiquetas
stats