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La elección de Teresa Ribera como vicepresidenta europea ahonda las contradicciones en el PP

Feijóo y Tellado, en una imagen de archivo.

Aitor Riveiro / Andrés Gil

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El PP pasó este martes en pocos minutos de anunciar su apoyo a la designación de Teresa Ribera como futura vicepresidenta de la Comisión Europea a contradecir a uno de sus dirigentes más poderosos, Miguel Tellado, y afirmar en un comunicado que votarán 'no' a que la española ocupe uno de los cargos más importantes en el próximo Ejecutivo comunitario. La contradicción se hizo más evidente cuando el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, felicitó personalmente a Ribera en Twitter. 

La sucesión de acontecimientos del martes fue vertiginosa. Pocos minutos después de las 13.00 horas, el portavoz parlamentario del PP, Miguel Tellado, compareció ante los medios de comunicación. Preguntado expresamente por el voto del PP a Teresa Ribera, Tellado respondió con su habitual tono: “¿Usted recuerda lo que hizo el PSOE con Cañete, verdad? Pues nosotros no haremos eso”.

Lo que hizo el PSOE en 2014 fue votar en contra de la designación de Miguel Arias Cañete como comisario europeo, a cuenta de unos intereses en empresas petrolíferas que ocultó en un primer momento. Finalmente, recibió un respaldo ajustado en el Parlamento Europeo.

De las palabras de Tellado solo podía inferirse una abstención o un 'sí' a Teresa Ribera. En todo caso, el PP no bloquearía su nombramiento. El portavoz parlamentario que así lo expuso en público no es un dirigente cualquiera en el PP, sino que forma parte del Comité de Dirección de Alberto Núñez Feijóo que diseña la estrategia del partido (y que esta semana se celebró el propio martes). Es, además, un puntal del núcleo duro de Feijóo desde hace años, cuando lo designó secretario general del PP de Galicia, y está en todas las tomas de decisiones de la actual cúpula estatal.

Unos minutos después del final de su intervención ante los medios, el PP envió un breve comunicado a los periodistas para “trasladar una corrección en relación al apoyo del PP a la designación de Teresa Ribera como comisaria europea del que se ha hablado hoy en nuestra rueda de prensa”. “El titular correcto es: 'El PP no apoyará a Ribera y haremos lo que el PSOE hizo con Cañete'. Disculpad la confusión, responsabilidad del equipo de prensa”, zanjaba el escueto mensaje.

La corrección, asumida por el equipo de prensa, es una muestra más de la descoordinación que se ha instalado en la política de comunicación del PP, y contra la que emergen ya voces dentro del propio partido, tal y como informó elDiario.es la pasada semana. El error, sea de Tellado, de los técnicos, previo a la rueda o de la decisión posterior de desautorizarle, tapó la intervención de la vicesecretaria de Educación y Sanidad, Ester Muñoz, quien intentó poner en valor el acuerdo para aprobar la conocida como ley ELA. El PP ha buscado ese pacto durante meses.

Los problemas de coordinación en el PP se hicieron más patentes, y también de boca del que ha sido uno de los principales apoyos de Feijóo. El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, felicitó expresamente a Teresa Ribera en su cuenta de Twitter. “Ojalá vengan tiempos de acuerdo”, dejó escrito.

Precisamente Moreno y Ribera protagonizaron una de las pocas imágenes de acuerdo entre el Gobierno de Pedro Sánchez y una Comunidad Autónoma del PP tras el pacto sellado para intentar salvar el humedal de Doñana, en peligro por el uso intensivo y en ocasiones ilegal de los acuíferos que surten al Parque Nacional.

El PP se enreda así otra vez, como lo ha hecho en los últimos meses a cuenta de sus acercamientos a Junts, la política migratoria, con discursos casi opuestos, o como ha ocurrido con la reforma de la financiación autonómica, con prohibición de preguntas de los periodistas incluida. Este viernes, el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, y el propio Moreno acuden al Palacio de la Moncloa a reunirse con Pedro Sánchez.

Fuera de lo habitual

La oposición del PP de Feijóo a Ribera en Bruselas no es algo habitual. La norma general entre los diferentes grupos es que los partidos políticos apoyen a sus compatriotas, aunque también hay excepciones.

Así lo explicó la candidata del PP en las recientes elecciones europeas, Dolors Montserrat, quien en una entrevista en Ok Diario el pasado mes de junio dijo, sobre Ursula von der Leyen: “Su gobierno, el Colegio de Comisarios, que sería el Consejo de Ministros en España, está conformado por comisarios de cada país. Ella no puede escogerlos. El comisario de cada país lo escoge el primer ministro de ese país. Por eso tenemos a Borrell”.

Es verdad que el PSOE en 2014, por primera vez, se opuso a un nombramiento del PP europeo en la UE, pero hasta aquel momento los principales partidos se habían apoyado mutuamente para los cargos de las instituciones europeas.

Eso cambió en 2014: el PSOE votó en contra de Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión Europea. Eran los tiempos de la resaca de las políticas de austeridad y recortes en Europa al dictado de la troika, de la irrupción de Podemos en España, del auge de Syriza en Grecia, del crecimiento de Jean-Luc Melénchon en Francia… Y, después, el PSOE se opuso a la candidatura de Miguel Arias Cañete como comisario europeo, y terminó absteniéndose en el pleno en el voto al conjunto de la Comisión de Juncker. ¿Y por qué se opuso el PSOE a Cañete? 

El problema con Cañete, al margen de ser del PP en un contexto político de impugnación de las políticas de austeridad, en plena abdicación del rey Juan Carlos, con Pedro Sánchez recién llegado a la secretaría general del PSOE y Mariano Rajoy en el último año de legislatura, era sus tejemanejes económicos.

Cañete superó (83 votos a favor, 42 en contra) en octubre de 2014 en la votación definitiva en el hearing de la comisión parlamentaria de la Eurocámara para comisario de Energía y Acción por el Cambio Climático. Y lo hizo a pesar de la relación de algunos de sus familiares –como su hijo, que al final renunció, y su cuñado– con empresas petroleras en calidad de administradores; de las participaciones del propio Cañete (del 2,5% y que vendió antes de acceder al cargo) en Dúcar y Petrologis Canarias (las dos de suministro de carburantes para barcos) sin que se viera un posible conflicto de intereses. O del sobresueldo que incluyó en su declaración de bienes un día antes del examen en el Parlamento Europeo, después de haberlo ocultado durante semanas, en plena escándalo por los papeles de Bárcenas y la financiación irregular del PP, que acabó en una condena y una moción de censura a Mariano Rajoy en 2018. 

En efecto, Cañete se vio obligado a modificar a última hora la declaración de intereses económicos que presentó en Bruselas para incluir un sobresueldo que el PP le pagaba por presidir el Comité Electoral. El excomisario de Energía y Cambio Climático no reflejó en la declaración anterior que había percibido ingresos del partido por presidir este comité desde 2008 a 2011.

El PP, en 2019, no apretó apenas a Josep Borrell durante los exámenes en el Parlamento Europeo como Alto Representante para política exterior de la UE. Pero, ahora, en 2024, amenaza con votar en contra de Teresa Ribera y se escuda en el precedente de los socialistas con Cañete. 

En el caso actual a diferencia de aquel, no se conocen intereses económicos de Ribera y su familia que puedan suponer conflictos de intereses con su nueva cartera europea. Tampoco se sabe que esté ocultando sobresueldos de su partido. Ni siquiera su partido tiene ningún caso como el de los papeles de Bárcenas. 

La decisión del PP, en todo caso, no parece que vaya a tener mucho recorrido entre sus colegas de bancada europea. Entre otras cosas, porque la Comisión Europea, en el fondo, es un pack compuesto por 27 comisarios enviados por cada uno de los 27 Gobiernos de la UE, y eso no es fácil de modificar porque afecta a los equilibrios inestables. Siempre se tumba a algún comisario, como en 2019, con la enviada de Emmanuel Macron, Sylvie Goulard, quien había ocultado que recibió una suma de 10.000 euros mensuales de un centro de estudios estadounidense, lo que se sumó a la investigación en la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) por cómo usó fondos europeos en su etapa de eurodiputada.

Pero eso no tiene pinta que vaya a pasar con Ribera, porque su puesto también es un compromiso con la familia política socialista, la segunda en Europa, en una Comisión presidida por Von der Leyen, del PP europeo y proveniente de un país gobernado por los socialdemócratas. Del mismo modo, esos equilibrios harán que, muy probablemente, los socialistas no voten en bloque contra el vicepresidente de Giorgia Meloni, Raffaele Fitto, porque nadie tiene mayoría absoluta y todos necesitan los votos de todos para mantener su sillón. 

En todo caso, incluso antes de la votación en el pleno de la comisión parlamentaria correspondiente, se produce una votación en el ámbito de los coordinadores de ese comité, con son un grupo más reducido de eurodiputados entre los cuales, como mucho, habrá uno del PP de Feijóo. Y, si acaso, si no hubiera acuerdo en dar el visto bueno a Ribera, se podría decidir mandar unas preguntas o un segundo hearing.

Abstención con De Guindos

El PSOE también se abstuvo en el Parlamento Europeo durante la ratificación a Luis de Guindos como vicepresidente del Banco Central Europeo.

“Va a ser una abstención crítica”, dijo la entonces número dos del PSOE, Adriana Lastra, sobre la votación del informe que elaboraron los coordinadores de los grupos en la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios de la Eurocámara tras la comparecencia de De Guindos.

El PSOE había dicho previamente que votaría en contra, pero al final se inclinó por la abstención, después de la retirada del candidato irlandés, a quien los socialdemócratas dieron su apoyo en la primera fase de pronunciamiento sobre la candidatura al BCE. La Eurocámara se decantó por Philip Lane frente a De Guindos en esa fase.

No obstante, la postura del Parlamento Europeo no era vinculante en aquel caso, a diferencia del voto de los comisarios en los exámenes parlamentarios.

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