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Feijóo lanza a un PP destituyente sin debates ideológicos: “Sánchez o yo”

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, escucha el himno de España durante la clausura del XXI Congreso Nacional de su partido, este domingo en Madrid.

Aitor Riveiro

6 de julio de 2025 21:23 h

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“Este es el acto fundacional de un nuevo tiempo”. Así arrancó este domingo Alberto Núñez Feijóo el discurso de clausura del XXI Congreso Nacional del PP que lo encumbró como líder de la oposición con un respaldo absoluto de sus compañeros: 99,24%. El dirigente gallego recibe así el plácet de su partido para un segundo y último asalto a la Moncloa. Ha pedido manos libres y se las han dado. Todos y, especialmente, todas. Feijóo, que cumplirá en septiembre 64 años, sabe que se la juega en un último ‘cara a cara’ con el líder del PSOE: “Sánchez o yo”. Para ello, se ha rodeado de los más duros de entre los duros del PP para que le acompañen mientras escamotea sus propuestas concretas.

No es la primera vez que Feijóo se coloca objetivos, si no inalcanzables, casi. De hecho, los 10 millones de votos ya los anunció en 2022, cuando aterrizó en Madrid tras desbancar a Pablo Casado (el gran ausente este fin de semana de confraternización de todos los PPs) seguro de lograr el Gobierno a la primera. No lo logró. Ni los votos ni el poder. Le faltaron dos millones de papeletas y 40 diputados. Tras pactar con Vox, UPN y Coalición Canaria se quedó a cuatro escaños.

Pero este Feijóo, que no es el mismo, cree haber aprendido de sus errores. “No va a ser un paseo por el campo”, arengó a sus huestes en su discurso del domingo. “Si algo sacamos en claro en 2023, es que frente a un adversario que solo conoce la ley de su propia ambición y desesperación no cabe el descuido ni el exceso de confianza”, aleccionó a la concurrencia. “No nos confiemos con la sonrisa de las encuestas. La única sonrisa que vale es la de las urnas”, llamó a corregir el error de hace dos veranos.

Las palabras del líder chocan con lo vivido durante todo el fin de semana. El PP ha hecho una demostración de poderío económico y organizativo de la mano del partido en Madrid y de su secretario general, Alfonso Serrano. Aunque este medio ha preguntado a multitud de personas, el coste del cónclave es un secreto. Pero el desembolso ha sido grande con seguridad: un pabellón completo de Ifema durante todo un fin de semana, catering, servicios, iluminación, externalización del marketing… Incluso el sábado por la noche hubo una cena en otro pabellón, el 6, con la animación de Dj Pulpo (agasajado siempre con dinero público allá donde gobierna el PP) y un coche de Fórmula 1 plantado en el centro.

El alineamiento con Feijóo ha sido máximo desde el convencimiento de que, esta vez, sí o sí llega a la Moncloa. Lo dijo él mismo: “Seguro que vamos a llegar. Voy a llegar y vamos a llegar”. En caso contrario, asumió, será “un fracaso”. Si sucediese, sería el último.

La renuncia de Isabel Díaz Ayuso a dar la batalla por unas primarias puras es elocuente. La dirigente prometió “hacer todo” para garantizar “un militante, un voto”. La ponencia de estatutos no recogía esta premisa. Tras muchas conversaciones, cedió ante su jefe, quizá por primera vez. Apenas una semana antes había reventado la estrategia de todo el partido durante la Conferencia de Presidentes de Barcelona, para disgusto de sus compañeros.

Ayuso compartió escenario con Feijóo este domingo tras dos días notoriamente ausente y silenciosa. Su discurso fue eminentemente madrileño y centrado en sus propios problemas y empeños. Del “sanchismo-comunismo” al “me gusta la fruta”. “Que me dejen en paz”, llegó a espetar, para “ser libre a mi manera”. La presidenta madrileña ya ve propaganda progre por todas partes. También en plataformas de contenido como Netflix o Max.

“Vamos a estar en todo momento a tu lado, enhorabuena”, le dijo a su jefe de filas. En media hora apenas le lanzó una advertencia. “Vamos a estar vigilantes”, le dijo. En 2022, fue más contundente y le avisó de que ella tiene “poca paciencia para las tonterías, poco aguante para las imposiciones”.

Un equipo de ‘killers’

El PP ha optado así por la responsabilidad interna que en otros momentos históricos brilló por su ausencia. Y Feijóo, que suma décadas en política profesional y orgánica, ha aprovechado el momento para hacer un partido a su antojo. Ha quitado a quien ha querido, puesto a quien le ha parecido sin dar cuentas a nadie.

Un detalle que ejemplifica la emancipación de Feijóo. En 2022 cada nombramiento que hizo estaba acompañado en la nota oficial de la referencia a la comunidad del que venía el dirigente, una suerte de peaje a cada barón que lo ayudó a alcanzar la planta noble del edificio situado en el número 13 de la madrileña calle de Génova tras la operación para defenestrar a Pablo Casado. Tres años y pocos meses después, las alusiones territoriales han sido nulas.

Feijóo ha intentado compararse durante todo el congreso con el predecesor que más control ha tenido nunca del partido y que, de hecho, tiene todavía una gran ascendencia interna: José María Aznar. Si el expresidente refundó el partido en 1989 para convertirlo en la gran casa del centroderecha español, cosa que lograría un lustro después, el gallego quiere hacer ahora lo mismo.

Y, como Aznar entonces, ha elegido a un equipo de ‘killers’. El primero, el secretario general, Miguel Tellado. El sábado le puso deberes delante de los más de 3.600 compromisarios y desveló una charla con el expresidente en referencia a quien fue su ‘mano derecha’ en el partido durante años: Francisco Álvarez Cascos, apodado “general secretario” por su mano dura interna. “Aznar me dijo [sobre Tellado], ‘no es general, es coronel’. Para ser general secretario hay que ganar y gobernar, Miguel”.

Tellado es la persona más dura del equipo de Feijóo. Con mucha diferencia. Y aunque hasta ahora había controlado el partido de forma más o menos indirecta, su elección lanza un mensaje claro a toda la organización. Todo el PP se pone en modo electoral y a las órdenes de Génova.

“Duro es ver a un Gobierno robar”, dijo Tellado el sábado durante su último informe como portavoz parlamentario. “En el PP las mujeres son nuestros iguales”, apuntó, pese a que en Galicia un conselleiro denunciado por una supuesta agresión sexual fue despedido entre aplausos de los suyos cuando renunció al cargo. Tachó de “amenaza para la democracia” a Pedro Sánchez, tildó a los partidos de la actual mayoría de gobierno de “falsos demócratas” que quieren “seguir robando y taparlo todo”. Y se anticipó a la orden de su jefe: “No te vamos a fallar. Nos faltaron cuatro escaños para hacerte presidente. No se va a repetir”.

Tellado se sentará a partir de ahora a la derecha de Feijóo en el Congreso y será el segundo en intervenir en las sesiones de control, con la mirada puesta en María Jesús Montero. La tercera en el escalafón será su heredera en la portavocía parlamentaria, un fichaje personal del gallego a la que ha cuidado y guiado hasta ser lo que hoy es: Ester Muñoz.

Ambos destacan por su cercanía discursiva y personal con Vox y un discurso antinacionalista que, en el caso de la leonesa, enarbola desde su juventud (no es el caso de Tellado que se inició políticamente en las juventudes del BNG). Aunque Feijóo ha planteado en este congreso que quiere una amplia mayoría como las que llevaron al PP a las grandes mayorías absolutas del 2000 o de 2011, sus decisiones van menos encaminadas a atraer al votante centrista o socialista susceptible de votarlo y más a ampliar su espacio por la derecha.

O, quizá, a evitar que los problemas del Gobierno engorden más a los de Santiago Abascal que al PP. Según las últimas encuestas, publicadas los días previos al cónclave, los ultras no solo no caen, sino que suben en plena crisis socialista.

Feijóo dijo este domingo que quiere gobernar en solitario, una afirmación vacía porque, a la vez, sostuvo que está dispuesto a pactar con todo el arco político. Desde Vox, a Junts. Solo excluye de la posible jugada a EH Bildu. A todos avisó de que sus acuerdos estarán “dentro de ley” y de “la Constitución”. A los de Carles Puigdemont les ofreció expresamente “claridad y vigilancia” apenas unos día después de plantear “poner el contador a cero”. En su día Feijóo ya admitió que sería partidario de un indulto, aunque sus palabras en mitad de la campaña gallega fueron rápidamente enterradas por la maquinaria del PP.

Este domingo el líder del PP se dirigió expresamente a los votantes de Vox, a los que dijo que no iba a excluir. “No vamos a hacer un cordón sanitario a Vox. Es la tercera fuerza del país, sus votantes merecen respeto y no estoy dispuesto a arrinconarles”, dijo. Tampoco es la primera vez que hace una afirmación similar.

En el Comité de Dirección de Feijóo se mantienen otros perfiles duros, como Elías Bendodo, Noelia Núñez y Alicia García, mientras incorpora a Jaime de los Santos a Igualdad. Cercano a Cristina Cifuentes, es un detractor del feminismo de cuarta ola y un convencido de que normas como la ley trans “borran a las mujeres”. Ha sustituido a Ana Alós como responsable de dicha cartera y en las últimas sesiones parlamentarias ejerce de látigo contra el Gobierno.

Otras de las incorporaciones notables ha sido la de Cayetana Álvarez de Toledo -una de los nombramientos más aplaudidos por el plenario- al Comité Ejecutivo Nacional (CEN). Recuperada por Tellado como portavoz adjunta, ha elegido a Félix Bolaños como su principal objetivo a batir. Con él se ha enfrentado semana tras semana en preguntas e interpelaciones.

Duros en inmigración, mudos en aborto o eutanasia

Álvarez de Toledo ha entrado al CEN no por votación de los compromisarios del congreso, sino en la reducida lista de los designados por Feijóo, que en la época de Casado como presidente presionó para que la retirase como portavoz parlamentaria. De los 40 miembros del órgano que se han elegido este fin de semana, cinco lo hacen por decisión expresa del presidente. Feijóo eligió a su mentor político, el nonagenario José Manuel Romay Beccaría, con el que dio sus primeros pasos en política hace casi 40 años. También incluyó al que fuera mano derecha de Alberto Ruiz Gallardón en Madrid, Manuel Cobo, próximo a los 70 años. Cierran el reducido plantel la lucense Elena Candia y la alcaldesa de València, María José Catalá, quienes ya le acompañaron en 2022 de la misma forma.

Los perfiles más moderados, o supuestamente menos belicosos, han visto reducido su poder. Es el caso del responsable económico, Juan Bravo, quien competirá ahora con Alberto Nadal. O del portavoz, Borja Sémper, que no ha tenido una sola intervención en todo el fin de semana.

Feijóo ha diseñado así una dirección para convertir al PP en un comité de campaña permanente más que en un equipo de Gobierno. Si desde 2022 el gallego intentó atraer a figuras ajenas al partido como el expresidente del Banco de España Pablo Hernández de Cos para ofrecer imagen de solvencia y plantear medidas concretas, ahora la estrategia será otra.

El XXI Congreso Nacional ha aprobado un ideario político con poquísimas concreciones. La ponencia política ha pasado de puntillas por asuntos ideológicos centrales para la derecha, como el aborto, la eutanasia o la gestación subrogada. Ni se mencionan para no molestar a los propios ni espantar a los ajenos. Su autora, Alma Ezcurra, redactará el próximo programa electoral.

Las tres jornadas de congreso tampoco han servido para aclarar la posición del PP sobre el gasto militar, el genocidio en Gaza, la crisis climática, la energía o los retos tecnológicos. Cero información, cero compromiso, pero sobre todo cero posibilidades de rectificación o de meteduras de pata. Algo a lo que Feijóo tiene aversión tras menos de cuatro años en Madrid.

En lo que sí ha querido ser explícito -y mostrarse muy duro- es en la política migratoria. Así lo evidenció este domingo en su discurso. Pero además la ponencia final es más intransigente que el borrador, que ya planteaba que las personas en situación irregular no puedan acceder a prestaciones no contributivas como el ingreso mínimo vital. La redacción final añade que “recibir prestaciones asistenciales no puede generar por sí mismo el derecho a residir legalmente en España”. El propio Santiago Abascal aplaudió este mismo domingo que Feijóo quiera seguir su camino en las políticas de inmigración.

Las palabras sobre inmigración de Feijóo recibieron una de las mayores ovaciones del fin de semana. Al nivel de la que se produjo con el nombramiento de Álvarez de Toledo, el discurso de Ayuso o la intervención de Aznar del viernes. Por si Feijóo tenía alguna duda de por dónde le ha dado su partido vía libre para llegar a la Moncloa.

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