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Rajoy y Sánchez exhiben unidad ante la crisis de Catalunya y dejan en segundo plano a Rivera

Mariano Rajoy en la Moncloa en una de sus entrevistas con Albert Rivera

Carmen Moraga

Albert Rivera ha vuelto a quedar relegado a un segundo plano ante un momento político importante para el país, como el actual conflicto abierto en Catalunya. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha logrado atraerse al líder del PSOE, Pedro Sánchez, con el que ha escenificado un acuerdo para abrir la reforma de la Constitución, poner en marcha los mecanismos para aplicar el artículo 155 de la Constitución y convocar elecciones en Catalunya si Puigdemont no dice antes del lunes si ha declarado o no la independencia, como le exige el requerimiento del Gobierno. Unas medidas que ha venido reclamando insistentemente Rivera.

Sin embargo, el líder de Ciudadanos no ha podido conseguir la foto a tres que lleva pidiendo hace tiempo para demostrar la unidad de lo que denomina los partidos constitucionalistas (PP, PSOE y C's). Lo ha intentado, pero la idea fue rechazada desde el principio por Sánchez, aunque en Ciudadanos aseguraron entonces que no descartaban que pudieran darse las condiciones “más adelante”.

Al constatar la imposibilidad de conseguir esa imagen, el presidente del Gobierno se ha ido trabajando el apoyo de los dos líderes por separado en los numerosos encuentros y contactos telefónicos que ha mantenido con ambos. Pero al final la foto del acuerdo ha sido a dos, y en ella no estaba Rivera.

Esta no es la primera vez en la que el líder de Ciudadanos es desplazado por el PSOE en una negociación importante. A finales del año pasado, el presidente del Gobierno dio prioridad a los socialistas -liderados entonces por una gestora encabezada por Javier Fernández- escenificando con ellos el acuerdo del techo de gasto cuando Ciudadanos había estado trabajando en el asunto mucho antes. Pero hay más. La lista de agravios es larga.

Rivera lleva semanas reclamado la aplicación del artículo 155 y la convocatoria de elecciones en Catalunya. Pero Rajoy no se ha decidido a dar ese paso hasta asegurarse el apoyo de los socialistas, al tratarse del principal partido de la oposición. El PSOE, pese a dar respaldo al Gobierno ante la crisis, hasta ahora se ha mostrado reticente a la puesta en marcha de la controvertida medida. La propia portavoz, Margarita Robles, la rechazó públicamente.

Además han sido muy críticos con la actuación de las fuerzas de seguridad del Estado durante de 1-O, llegando a pedir la reprobación en el Congreso -que ha sido aplazada- de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, a la que responsabilizan de la dureza de las cargas policiales. Mientras tanto, Rivera sí ha estado en todo momento al lado del Gobierno, dándole su apoyo “sin fisuras”.

Sorpresa en Ciudadanos por el cambio de Sánchez

El martes pasado fue un día muy largo. Al acabar la declaración de Puigdemont en el Parlament, los dirigentes de Ciudadanos esperaban que fuera el presidente del Gobierno el que replicara su discurso. Así se lo había dicho a Rivera. Pero salió la vicepresidenta, una decisión que no acabaron de entender.

Después comprobaron, también con bastante sorpresa, el cambio de postura de Pedro Sánchez tras la reunión que había mantenido la noche del martes con Rajoy en la Moncloa. El socialista, no obstante, guardó silencio al término del encuentro.

La jornada del miércoles no fue menos intensa. El propio Sánchez desveló, tras reunirse con su Ejecutiva, que había alcanzado un acuerdo con el presidente para abrir en el Congreso el debate sobre la reforma de la Constitución en el plazo de seis meses, una vez finalizara sus trabajos la comisión de estudio y modernización del Estado autonómico propuesta también por el PSOE.

Rivera no fue a la Moncloa y únicamente conversó telefónicamente ese mismo miércoles con Rajoy durante quince minutos, antes de que comenzara la reunión del Consejo de Ministros extraordinario y horas antes de la comparecencia del presidente en el Congreso para explicar las medidas que se habían aprobado.

En la comparecencia que Rivera realizó en el Congreso, el líder de Ciudadanos no dejó entrever ningún malestar por haber quedado desdibujado y se limitó a dar la bienvenida al anuncio, que previamente había hecho Rajoy, de que el Gobierno ponía en marcha los mecanismos para la aplicación del artículo 155 de la Constitución a la espera de la respuesta de Puigdemont. “Nos alegramos de que el presidente haya recapacitado y haya aceptado la propuesta de Ciudadanos”, comentó, atribuyéndose el cambio de postura de Rajoy.

En aquella comparecencia Rivera también dejó claro que su partido no compartiría con Sánchez ni la posibilidad de negociar nada con el presidente del Govern catalán ni una reforma de la Constitución que pase por dar más “privilegios a los independentistas que quieren romper España”.

Luego, en su intervención ante el Pleno del Congreso, el líder naranja endureció su discurso contra Rajoy al que reprochó que “esté en el regate corto” y centrado en la respuesta que pueda darle Puigdemont. A su juicio, la crisis de Catalunya no se resolverá “en un cuarto de hora” ni con un “burofax”. Rajoy, molesto, le replicó que “no entendía su intervención”, ya que había compartido con él todas las decisiones que había tomado el Gobierno frente al conflicto.

Si bien los desencuentros con Rajoy han sido puntuales, las fricciones que Rivera ha mantenido con Sánchez han sido mucho más fuertes y evidentes. Y no solo por la diferente respuesta que considera que hay que dar a los independentistas, el diálogo con Puigdemont o el alcance de la reforma de la Constitución.

El líder de Ciudadanos choca también con Sánchez por su negativa a respaldar los Presupuestos Generales del Estado para 2018, que su partido ha negociado con el Gobierno. Rivera ha pedido al líder de los socialistas que se “abstengan” en la votación para dar estabilidad al país en unos momentos tan delicados. Pero, ante la falta de apoyos, el Gobierno se ve obligado a prorrogarlos. Precisamente, la semana que viene el portavoz parlamentario, Juan Carlos Girauta, había previsto preguntar en la sesión de control al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, “hasta cuándo piensa mantener suspendida la presentación del proyecto”.

Pero los socialistas no parecen proclives a modificar su postura. En cambio, son los que aparecen ahora junto al Gobierno como los principales garantes de la unidad de España frente al desafío secesionista.

Consenso sobre la necesidad de ir a elecciones

En Ciudadanos, no obstante, se congratulan también de que tanto Rajoy como Sánchez abran por fin la puerta a forzar unas elecciones autonómicas en Catalunya. Sobre todo si Puigdemont no “se baja del burro”, como sospechan y dijo gráficamente Rivera, que el miércoles próximo tiene preparada una pregunta a la vicepresidenta para saber qué planes tiene el Gobierno en base a la respuesta que pueda dar Puigdemont a su requerimiento.

La convocatoria de esos comicios esta siendo reclamada desde hace tiempo, tanto por el líder naranja como por la dirigente de Ciudadanos en Catalunya, Inés Arrimadas. La jefa de la oposición en el Parlament incluso planteó una moción de censura contra Puigdemont con ese fin, pero tanto el Partido Popular de Xavier García Albiol como el PSC de Miquel Iceta rechazaron apoyarla.

El PP catalán la condicionó luego a que pasara el 1-O. Sin embargo, ante el nuevo escenario tampoco se vislumbra que Ciudadanos pueda ahora materializarla.

La última oferta de Rivera ha sido proponer al PSC y al PPC un pacto previo en Catalunya encaminado a formar un “gobierno de coalición”, encabezado por el partido de los tres que resulte más votado.

“Hay que creer en la victoria y que los partidos dejen de pensar en sus siglas. Hasta que en Cataluña no gobernemos aquellos que creemos en las leyes, no vamos a solventar este problema”, declaró en Antena 3 este viernes.

La respuesta que dan fuentes del PSC a eldiario.es es un 'no' rotundo. El PP no ha contestado.

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