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La izquierda afronta una campaña crucial monopolizada por las banderas y el debate territorial

Pedro Sánchez firma el acuerdo presupuestario observado por Pablo Iglesias

Elena Herrera

El vuelco electoral que permite a la derecha acariciar por primera vez en 36 años el Gobierno andaluz tras una campaña vertebrada por el procés o los últimos vaivenes del president de la Generalitat, Quim Torra, incluida la invocación de la vía eslovena o la desautorización a los Mossos, contribuyen a situar de nuevo la cuestión territorial en el eje del tablero político. Otra vez las banderas y la identidad nacional copan el debate público en detrimento de las cuestiones de carácter social. Todo ello, además, en la antesala del juicio al 1-O, en el que los líderes independentistas se enfrentan a decenas de años de cárcel. 

Aunque con algunos matices, los analistas y dirigentes políticos consultados por eldiario.es coinciden en que este es un campo de juego que favorece en especial a las formaciones de derecha, que ven aumentar su rédito electoral cuanto más practican la retórica españolista. En contraposición, es un marco que secciona a los partidos de izquierda y que les puede afectar en un horizonte con varias citas electorales.

Es precisamente en este contexto en el que barones del PSOE están endureciendo su discurso sobre la cuestión catalana, temerosos de perder terreno en sus territorios en los comicios de la próxima primavera. El presidente de Castilla-La Mancha, el socialista Emiliano García-Page, ha llegado incluso a deslizar la idea de ilegalizar a los partidos independentistas

“La clave es que el electorado de PP, Ciudadanos y Vox no está dividido por esta cuestión. E incluso a raíz de la crisis económica y el 1-O se han incrementado en este espectro los partidarios de la devolución al Estado de competencias autonómicas, tal y como defienden estos tres partidos. En cambio, este es un debate que sí secciona al votante de izquierdas y especialmente al PSOE, que tiene dentro a García-Page pero también a Miquel Iceta”, señala el politólogo Pablo Simón. Esta misma semana, una encuesta publicada por eldiario.es situaba a la derecha al borde de la mayoría absoluta en caso de que hubiese elecciones generales.

La heterogeneidad con la que la izquierda afronta las cuestiones territoriales tiene también razones históricas. En la Transición los movimientos nacionalistas periféricos fueron integrados en el sistema e incluso el PNV y Convergència ejercieron de partidos bisagra. Por su lado, la izquierda siguió reconociéndose como internacionalista y partidaria de la unión de los pueblos y no su separación. De manera más reciente, Simón asegura que la deriva secesionista en Catalunya ha contribuido a impulsar una izquierda “más jacobina”, partidaria de la redistribución y de la igualdad de acceso a las prestaciones del Estado y que teme un aumento de los “privilegios” de los territorios tradicionalmente más ricos.

José Ramón Lorente, presidente del instituto de investigación sociológica Celeste-Tel, alude a la influencia de este último grupo al tiempo que recuerda que el PSOE y Unidos Podemos perdieron en las últimas elecciones andaluzas más de 700.000 votos precisamente en una campaña vertebrada por la cuestión territorial. “Las bases de estos partidos creen mayoritariamente en la solidaridad entre territorios y han percibido que se podrían estar dando privilegios a Catalunya o el País Vasco en detrimento de otras comunidades que necesitan más el impulso del Estado, lo que ha contribuido a su desmovilización”, subraya. 

Desde el PSOE, su secretario de Política Federal, Patxi López, niega de manera tajante que haya habido concesión alguna a las formaciones independentistas, aunque admite que si formación puede haber cometido “algún error” si no ha sido capaz de neutralizar las acusaciones “irresponsables a los socialistas” lanzadas desde la derecha. “Me preocupa que nos ganen esa batalla, pero no sólo por lo que nos afecta electoralmente sino también por el peligroso caldo de cultivo que genera en la sociedad”, asegura el dirigente socialista, que admite que el PSOE “no es ajeno” al asunto territorial aunque no es su “motor”. 

José Pablo Ferrándiz, investigador principal de Metroscopia, cree que este escenario en el que la “nube” de Catalunya lo cubre “todo” también le pasa una cierta factura al PP, pues parte de sus electores se muestran descontentos con la supuesta “tibieza” con la que el Gobierno de Mariano Rajoy afrontó el 1-O y la aplicación del 155 se han marchado a Vox. Este experto sostiene que incluso Ciudadanos puede acusar cierto desgaste como consecuencia de la frustración generada por el hecho de que fuera el partido más votado en las elecciones de hace un año en Catalunya pero tuviera nulas opciones de gobernar. “Al final, los más beneficiados son Vox y Carles Puigdemont”, añade. Según el sondeo difundido esta semana por eldiario.es, la formación de extrema derecha entraría en el Congreso con hasta once escaños

¿Cómo cambiar el marco?

A juicio de las fuentes consultadas, no lo tendrá fácil la izquierda para cambiar ese marco y volver a centrar el debate en cuestiones de carácter social que le son más favorables. Un ejemplo claro de ello es el anuncio por parte del Gobierno de que aprobará en el Consejo de Ministras que se celebrará en Barcelona la semana que viene una subida del 22% del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), hasta los 900 euros.

La puesta en marcha de una medida que afecta de manera positiva a 1,3 millones de trabajadores corre el serio de riesgo de quedar sepultada por el efecto de la posible reunión de Sánchez con Torra o la actuación de los llamados Comités de Defensa de la República (CDR), que han llamado a dar la “batalla” ante la celebración de esa reunión en la capital catalana. Hasta 9.000 efectivos policiales se movilizarán ese día para evitar que se produzcan incidentes.

“Me produce mucha pena ver cada semana cómo lo que aparece como noticia es la bronca del Congreso de los miércoles y no las iniciativas que aprobamos los jueves. Algunos quieren convertir la política en el circo romano”, señala Patxi López. El dirigente del PSOE admite que la posición de su partido respecto a la cuestión territorial –“radicalmente firme en defensa del Estado, pero partidario del diálogo”– es “más necesaria de explicación”, aunque asegura que el partido no va cambiar su estrategia: “Seguiremos defendiendo una agenda social, progresista, ecologista, feminista...”.

Gloria Elizo, secretaria de Acción Institucional de Podemos, también admite la “dificultad” de “tapar discursos viscerales” con “cuestiones más racionales”. “A la gente lo que le interesa de verdad es que le suban el SMI, pero se manifiesta por cuestiones más emocionales”, sostiene. La diputada reitera que su formación va a seguir insistiendo en la necesidad de contraponer “el patriotismo de las cosas de comer” al del “tamaño de las banderas” como fórmula para recuperar el apoyo de la mayoría social del país. “En Podemos asumimos que en España hay identidades culturales diferentes, pero coincidimos en que lo importante está en otro lado. Lo que nos interesa realmente es poner en el centro el debate social”, asevera. 

Los expertos creen que va a ser muy difícil que el PSOE y Unidos Podemos puedan cambiar el marco porque no depende de ellos. “Tanto los partidos de derecha como los independentistas tienen muchos incentivos para seguir calentando este tema. En todo caso puede tener cierto margen el Gobierno si plantea medidas con un calendario claro y las va aprobando a través de reales decretos, pues también está clara su debilidad parlamentaria”, dice Simón.

Ferrándiz, por su parte, considera que una alternativa podría ser que Sánchez presentara los Presupuestos Generales del Estado (PGE) y después convocara elecciones. De esa forma conseguiría retratar a las formaciones que no respaldan un proyecto que incluye mejoras en materia de pensiones, vivienda o permisos de paternidad y que establece incrementos de impuestos para las grandes rentas. 

En Podemos, por ejemplo, están convencidos de que la mejor fórmula para cortar el auge de las derechas, desplazar el asunto territorial del centro del debate y comenzar a reconstruir puentes con Catalunya pasa por aprobar los PGE 2019. Y en eso están, según explicaba Iglesias esta misma semana ante los medios: “Es difícil que los Presupuestos salgan adelante, pero nosotros lo vamos a intentar hasta el final. De que salgan depende mucha gente que no puede llegar a fin de mes. Hay mucha gente harta de que en España se hable del patriotismo de banderas y no del patriotismo de las cosas de comer”.

Lorente, sin embargo, cree que especialmente el PSOE lo va a tener complicado para desprenderse del estigma de haber llegado a la Moncloa apoyado por formaciones partidarias de “romper España”, lo que le puede afectar especialmente en la primavera electoral que se aproxima. Esta es una idea que han conseguido colocar las fuerzas de derecha y que, a tenor de los resultados de las andaluzas y de las últimas encuestas publicadas, ha calado en parte del electorado socialista. “Sánchez no tiene nada más que coger la calculadora y hacer números: o apostar por el voto que le aporta Iceta, que es insignificante; o asegurarse los apoyos en Andalucía. En todo caso, el PSOE ya desaprovechó la oportunidad de convocar elecciones en julio, cuando estaba en lo más alto. Desde ahí no ha parado de perder apoyos y la sangría no cesa”, sentencia. 

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