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La ultraderecha se dispara en un tablero condenado a la inestabilidad

Jorge Buxadé, Iván Espinosa de los Monteros, Santiago Abascal, Javier Ortega Smith y Rocío Monasterio, en la sede de Vox

Esther Palomera

Ni 140, ni 130, ni 128.... Erraron todos los pronósticos “monclovitas”. No digamos ya las predicciones del CIS de Tezanos. Ni el PSOE tiene hoy una mayoría más amplia como pretendía para gobernar con la abstención masiva del Parlamento ni más opciones para desbloquear la situación. 

De todos lo escenarios posibles, el 10N ha arrojado el peor para el país. Más inestabilidad y una ultraderecha disparada. No suma la izquierda. No suma la derecha. Todos pierden menos Santiago Abascal. Pedro Sánchez gana sus segundas elecciones generales, sí; pero el electorado no ha terminado de entender por qué habiendo fórmulas para un gobierno, tras el 28A prefirió una segunda vuelta a modo de plebiscito sobre su presidencia.

Casi 800.000 votos y tres escaños menos se deja el PSOE en el camino en una noche en la que el bloque de izquierda no sale bien parado y en el que tendrá tan difícil como en abril la formación de un gobierno estable. Los españoles no han escuchado la demanda de Sánchez para una mayoría más amplia que le permitiera gobernar sin apoyo de los independentistas. Se enfrenta a un endiablado tablero para sacar adelante la investidura. 

El resultado no cambia apenas el peso de los bloques. El PSOE se queda con 120 diputados, frente a los 123 que consiguió en abril, y Unidas Podemos aún retrocede más, ya que pasa de 42 a 35 escaños. Por su parte, Más País, la formación de Íñigo Errejón, entra en el Congreso con un resultado muy por debajo de sus expectativas con tan solo 3 escaños.  En el bloque de la derecha, el PP pasa de los 66 a los 88 diputados, seguido de un VOX que no solo consolida su presencia en la política española, sino que se dispara hasta los 54 escaños.

El gran batacazo de la noche se lo lleva Albert Rivera, que pasa a la irrelevancia después de perder 47 de los 57 parlamentarios que obtuvo en abril. Entre los 10 escaños que logra no están la mayoría de los pesos pesados del partido. El líder de Ciudadanos ha anunciado su dimisión como presidente del partido en la mañana de este lunes tras evitar hacerlo anoche.

Pedro Sánchez sigue empeñado en un gobierno progresista y ya ha hecho un llamamiento a todos los partidos para desbloquear la situación, de lo que se deduce que sigue pensando en un gobierno en minoría, pese a que Pablo Iglesias ya le ha pedido una coalición. Su respuesta ha sido reclamar “responsabilidad y generosidad” con la que lograr un entendimiento que saque a España del bloqueo. Él, ha dicho, actuará con los mismos atributos.

Si el presidente del Gobierno en funciones opta por mirar a la izquierda y busca como socios a Unidas Podemos y Más País, entre los tres sumarían 158 actas (antes tenían 165), lo que le permitiría ser investido en segunda vuelta, en la que ya sólo precisaría de más síes que noes. Eso sí, en este caso no podrían votar en su contra los partidos nacionalistas e independentistas y necesitaría el apoyo del resto de partidos minoritarios. 

Iglesias, no obstante, ha comparecido esta noche en un tono que no anticipa una negociación fácil para Sánchez, a pesar de que también pierde. “Para lo que han servido las nuevas elecciones es para que la derecha se refuerce y tengamos una extrema derecha de las más poderosas de Europa”, ha expresado el líder de Unidas Podemos. La coalición de izquierdas señala directamente a los estrategas de Sánchez por haber buscado las elecciones impulsado por la tentación de mejorar sus resultados. Iglesias le ha mandado un mensaje al candidato socialista: “Le he dicho que creo que los resultados no son buenos por el éxito de la extrema derecha, tampoco particularmente para nosotros ni para el PSOE”.

El panorama no despeja en absoluto el bloqueo, ya que las posibilidades para una investidura son aún peores que en abril porque ya no suma mayoría absoluta con Ciudadanos y porque el PP no está por la labor de facilitar un gobierno de izquierdas tras el avance desorbitado de una ultraderecha que le pisa los talones. Aunque Casado ha jugado a la ambigüedad: “Vamos a ser muy exigentes, a ver qué plantea Sánchez y ejerceremos nuestra responsabilidad porque España no puede seguir bloqueada”.

Así que, desde el lunes, vuelta al forcejeo para dar con una fórmula de Gobierno. Cualquier opción implica serios riesgos para el PSOE. Si lo hace con la abstención de la derecha de Casado y la de Rivera, la izquierda a su izquierda tendrá la Legislatura hecha con el discurso de la derechización de los socialistas. Y la idea de que Sánchez se ponga de acuerdo con el partido de Pablo Iglesias es una vana ilusión porque necesitaría del apoyo de los independentistas. No parece que el escenario catalán sea hoy mejor que después del 28A. 

El PSOE no quiere, además, ni oír hablar de depender de los independentistas para gobernar. Lo cierto es que ERC y JxCat mantienen intacta su fuerza con transferencias cruzadas. Gabriel Rufián ha celebrado el resultado, a pesar de que ERC pierde dos diputados y más de 100.000 votos en beneficio de la CUP que irrumpe en el Congreso con dos actas. La formación de Quim Torra y Carles Puigdemont se hace con un escaño más. 

La fragmentación se multiplica en un Congreso que tendrá la representación de 17 grupos distintos. Aunque nadie hoy ve en el horizonte que el país pueda afrontar unas terceras elecciones, la estabilidad de los tiempos del bipartidismo ha pasado a mejor vida. 

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