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Vox alienta otro “¡a por ellos!” en la calle que le salve de su crisis

Concentración contra la amnistía en los alrededores de la sede del PSOE en Madrid, este jueves.

Aitor Riveiro

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Octubre de 2017. El Gobierno de Mariano Rajoy moviliza a miles de policías y guardias civiles para intentar, sin éxito, detener el referéndum del 1-O en Catalunya. En algunos cuarteles, los agentes son despedidos con el grito de “¡a por ellos!”. Las imágenes de las cargas en Barcelona, la posterior declaración de independencia, las protestas por la sentencia del Tribunal Supremo e incluso la foto de Colón de 2019 supusieron el caldo de cultivo para el auge de la extrema derecha. Lejos quedan los 52 diputados que logró ese año Vox. El partido de Santiago Abascal languidece y ve en las protestas contra la amnistía, propias y ajenas, una forma de taponar la fuga de votos hacia el PP de Alberto Núñez Feijóo.

Vox logró en la repetición electoral de noviembre de 2019 3,6 millones de votos, un 15,07% de los emitidos. Unos meses antes, en las de abril, había obtenido 2,6 millones de votos, un 10,26%. Para entonces, la extrema derecha ya había logrado una presencia notable en múltiples parlamentos autonómicos, empezando por Andalucía, donde dio la Junta a Juan Manuel Moreno pese a que el PP no fue la primera fuerza. Ocurrió lo mismo en Madrid, con Isabel Díaz Ayuso, en Murcia, con Fernando López Miras, o en Castilla y León, con Alfonso Fernández Mañueco. En esta última, hoy PP y Vox gobiernan en coalición.



El posterior declive de la extrema derecha coincidió con la llegada de Feijóo al liderazgo de la derecha. El gallego recuperó el ánimo de los suyos y logró también pescar en el caladero de Vox, que había ganado todo el voto perdido de Ciudadanos que no se había refugiado en el PP. En las pasadas elecciones del 23 de julio, Vox perdió 600.000 votos y una veintena de diputados (de 52 a 33) lo que hizo insuficiente el repunte del PP, que subió 47 diputados y tres millones de sufragios. Feijóo se quedó al borde de lograr el aval del Congreso para ser presidente del Gobierno.

Tras el fiasco, el PP ha puesto su atención en los votantes de Vox que, de momento, han optado por ser fieles a los de Abascal. En Génova se hacen la cuenta de que si ese voto hubiera recaído en ellos, como ocurría cuando imperaba el bipartidismo en España, Feijóo hubiera logrado la mayoría absoluta. Quizá no puedan ganarlo todo para la próxima cita con las urnas, pero sí lo suficiente como para sumar los diputados necesarios para ganar una investidura.

En la estrategia del PP se ha cruzado ahora la reacción de una parte de la sociedad al acuerdo sellado por PSOE y Junts para la investidura de Pedro Sánchez. La consabida inclusión de una ley de amnistía y la apertura de un incierto proceso negociador con mediadores internacionales ha provocado que grupos de derecha y ultraderecha hayan decidido pasar a la acción directa. El objetivo principal: la sede central del PSOE, en la madrileña calle de Ferraz.

Uno de los convocantes de las protestas en Ferraz, que en al menos dos ocasiones han terminado con duros enfrentamientos con la Policía Nacional, es Revuelta, el grupúsculo de jóvenes de Vox. Su presencia en las concentraciones es notoria, así como su papel relevante en la organización. 

Pero la organización matriz también está implicada en las manifestaciones. A las protestas han asistido importantes dirigentes de Vox, empezando por su presidente. Pero no solo. Tal y como reveló la portavoz parlamentaria, Pepa Millán, ella misma y otros dirigentes acudieron en persona a hablar con los policías presentes en Ferraz para intentar convencerles de que no repelan los intentos de los ultras de romper el cordón armado alrededor de la sede del PSOE. Y eso que la intención de los convocados ha sido asaltarla o, cuando menos, cercarla.

Vox se ha convertido así en el principal referente político de unas protestas en las que se han podido escuchar vivas al dictador Francisco Franco, cánticos nazis y homófobos. Entre los asistentes, destacados dirigentes fascistas y falangistas que ganaron notoriedad en el pasado al señalar directamente “al judío” como supuesto responsable de los males de la sociedad.

Competición de manifestaciones

Desde el fiasco de la investidura de Feijóo, PP y Vox han competido por liderar la oposición social a la amnistía. Ambos han convocado protestas varias contra los planes de Sánchez, conjuntas y por separado. El PP ha logrado una gran afluencia, pero la extrema derecha no se ha quedado atrás. De hecho, Vox reunió en la madrileña Plaza de Colón a decenas de miles de personas: 100.000, según la Delegación del Gobierno, 200.000 según los organizadores. Fueron más de las que Feijóo metió en la Plaza de Felipe II unos días antes.

Este próximo domingo, el PP ha convocado sendas manifestaciones en todas las capitales de provincia. Una protesta que estará secundada por Vox. El partido de extrema derecha, bajo el lema “¡Movilización permanente! ¡Todos los días! ¡Y en toda España!”, no quiere dejar que su rival por el voto contrario a la amnistía monopolice este fin de semana el rechazo social a la medida, ni que se compare la asistencia a las concentraciones del PP con las que organizan ellos mismos.

Pero Vox tiene una segunda intención: arrastrar a cuanta más gente pueda desde esas concentraciones hasta las sedes del PSOE. Tal y como informaba Europa Press este viernes, invita a los ciudadanos a desplazarse a su conclusión a la sede del PSOE en Ferraz (en el caso de Madrid) para continuar con las protestas iniciadas hace días, mucho menos numerosas que otras anteriores. Está por ver si Abascal acudirá o no a la Puerta del Sol, donde está convocada la concentración del PP.

“Iniciamos la resistencia civil”, dijo este jueves ante los medios Abascal tras conocerse el acuerdo entre el PSOE y Junts. “O el dictador en el banquillo o los que nos oponemos a este golpe en la cárcel”, apuntó, en primera persona. La idea de Vox, consciente de su menor implantación social en toda España, es convertir las protestas contra la amnistía en algo apartidista, similar a la que se convocó en Colón en 2019 y que terminó con aquella fotografía de todos los que se oponían a la figura de un mediador entre el PSOE y ERC. 

Algo similar se producirá el próximo día 18. Diferentes asociaciones y organizaciones, vinculadas todas ellas a la derecha política, han convocado una concentración en la Plaza de Cibeles de Madrid. Allí, salvo sorpresa, sí coincidirán Abascal y Feijóo. “Esto ya no va de partidos políticos, ha superado las siglas”, dijo este viernes la secretaria general del PP.

Vox quiere forzar, además, la implicación de los gobiernos autonómicos y municipales que controla junto al PP. Abascal llamó el jueves a una “movilización institucional”, a que sean las instituciones en las que gobiernan PP y Vox quienes convoquen esas protestas. Los de Feijóo no han querido entrar a esa opción.

El PP espera una asistencia masiva a sus concentraciones como aperitivo de la investidura de Sánchez, que tendrá lugar la semana que viene. La idea de Feijóo es abordar la “vía parlamentaria” y la “judicial” contra la amnistía. Y también “la vía cívica en la calle”, en palabras de Gamarra.

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